Varias veces se han presentado los ministros de nuestra economía resaltando los impactos de las hortalizas en la conformación general del costo de la canasta alimentaria. Así lo han llamado, el guiso. Esta parte de la agricultura normalmente ocurre en pequeñas superficies y con un alto contenido de supervisión directa de los productores y de las familias que participan en las labores de campo, cosecha y distribución. Es una actividad muy compleja que puede involucrar a más de 20 rubros, pero en términos generales, casi todas responden a una misma cadena, por la forma como se organiza, con la excepción del tomate que tiene un componente de uso industrial importante. Cebolla, tomate, pimentón, zanahoria, repollo son los principales rubros de estas complejas cadenas. Sin embargo, para el año 2012, la producción de lo que se conoce como otras hortalizas fue honrosamente alta, alcanzando casi seis veces la producción que el Comandante Eterno heredó de la IV República. En general todos los rubros, con excepción de la zanahoria crecieron en forma adecuada en estos años de revolución. Las estadísticas hasta el 2012, evidenciaban que no era explicable la subida compulsiva de los precios que las hortalizas tenían en períodos de abundancia, especialmente en el ciclo donde las lluvias son escasas y las producciones están en su mejor momento.
Una vecina, no llama a estos productos el guiso, ahora les dice ¡Ay coño! Nada fortuito, las hortalizas están alcanzando precios descontrolados, sin explicación aparente, en el caso de la cebolla llegó a rondar los 100 bolos por kg, y en este momento el tomate ronda los 50 bolos por Kg. La esperanza de quienes hablamos de agricultura nos lleva a pensar que los agricultores se están llenando de dinero, pero no es así; todavía los intermediarios son un azote de los productores. Sin embargo, algo importante está aconteciendo, algunos productores se organizan y bajan de las zonas productoras con las hortalizas para despacharlas directamente en mercados locales. Esto genera una baja considerable de los precios; también ocurre que algunos intermediarios compran al mayor y despachan directamente al detal, disminuyendo peldaños en la intermediación. Aún así, los precios parecen altos.
Otro fenómeno que está sucediendo es que los mercados de mayoristas han disminuido la cantidad de guías de movilización otorgadas en este primer trimestre del año 2014. ¿Qué significa eso? ¿Se está arrimando menos hortalizas a estos mercados? ¿Son sensibles las disminuciones en caso de existir? ¿A que se deben?
Las cifras extraoficiales, que requieren confirmación revelan que en primer trimestre en el mercado de mayoristas de Barquisimeto, la expedición de guías de movilización disminuyó casi en 40 %. Una cifra alta para esta cadena tan dinámica. Los productos con peor comportamiento fueron cebolla, tomate y zanahoria, casi todas con más del 70 % de disminución de arrime del producto. Lógicamente, si los mercados mayoristas funcionan a la baja de la oferta, los precios en el mercado es imposible que bajen, de allí que la doñita que les hablé, diga ¡Ay coño!
Es muy riesgoso hacer especulaciones tempranas sobre este fenómeno. Las cuentas que presentó el ministro Yván Gil evidencian que las hortalizas merecen mención especial por su comportamiento productivo en los años de la revolución, han podido ser mejores, pero debemos estar conformes con esos resultados. Sin embargo, parece ser que esta cosecha (2014) ha sido poca, que las expectativas de producción que se tenían se han caído, especialmente porque los insumos para la producción no han sido colocados a los productores en forma oportuna, y como dicen en mi tierra, alguien debe tener la culpa, esta parece ser de Agropatria (la cuna de los biocidas) y del INSAI (lo que debiera ser la fuente de bioinsumos para un nuevo modelo productivo).
Puede ser que el componente de extracción hacia los países del Caribe próximo y Colombia se haya intensificado también en hortalizas, eso habría que evidenciarlo o demostrarlo. El asunto es que las hortalizas juegan un papel muy importante en la alimentación y nutrición de los venezolanos. Son fuente importante de energía, vitaminas y minerales, y ayudan con su fibra a mantener en adecuado funcionamiento el tracto digestivo.
Pueden estar ocurriendo ambas cosas, una baja en la producción y un aumento en la extracción. Sin embargo, lo que más preocupa es la insensibilidad aparente con la cual se mantiene desinformada a la población y la poca iniciativa para continuar acelerando la producción de hortalizas en al país. ¿Qué nos frena después de 13 años de crecimiento continuo? Estas cadenas, a mi parecer, son las que tienen mayor posibilidad de mejorarse en base a políticas de estímulo a la agricultura familiar y comunal; eso hay que, además de canturrearlo, hacerlo realidad. Ya es impensable que las hortalizas se muevan desde Mérida, Lara o Trujillo hasta la bella isla de Margarita o hacia Puerto Ordáz, la estrategia de la horticultura, incluida la fruticultura en el sentido más amplio, debe hacerse con adecuadas consideraciones de una nueva territorialidad de la producción, y desde luego con un modelo de bajos insumos e insumos biológicos, para que no se comprometa la salud de los consumidores habituales de hortalizas.
Así pues, la preocupación que nos embarga sobre sensible baja de la producción de hortalizas en el año 2014, pudiera ser una especulación de la cual me hago responsable, más me gustaría que la revolución siguiera mostrando logros en esta cadena compleja e importante para los cientos de miles de agricultores que está demostrado aman la vida en la agricultura, aman la tierra y se joden por nosotros los citadinos.
¡Ay coño!
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