El gobierno debe ponerle la lupa a las grandes, medianas y pequeñas distribuidoras de alimentos y otros productos que están bajo el control y monopolio de esas redes, ya que las mismas se han convertido en parte fundamental de esta guerra económica que los enemigos del pueblo han concebido e implementado de manera feroz en los últimos 3 años.
Para nadie es secreto, que la gran mayoría de los productos de la cesta alimentaria del venezolano y otros rubros como medicinas, repuestos para equipos de toda índole han estado y siguen estado bajo el control de importación y/o producción del sector privado, de las llamadas cámaras afiliadas a lo que se conoce como Fedecámaras, que son especie de atarrayas que pescan millones y millones de dólares (divisas) bajo el argumento de comprar y traer del exterior materias primas o productos elaborados que entrarían a la redes de distribuidoras esparcidas a lo largo y ancho del país.
Divisas estás, (léase dólares) que en mucho de los casos, no son utilizados para lo que fueron solicitados, sino que por el contrario, algunos “empresarios parasitarios hace su gran negocio” al desviar su uso en el mercado de la oferta y demanda de la cotización especulativa del verde billete gringo.
De manera que la autoridad con competencia para poner orden en el desorden preconcebido por “empresarios rentistas metidos en la desestabilización y que vive de lo lindo con los manojos de dólares que el gobierno les asigna; debe obligarles a que vuelvan a dotar o suministrar códigos de distribución que históricamente contaban los pequeños supermercados y bodegas de las ciudades, pueblos y caseríos, para de esta manera se pueda regularizar la colocación de múltiples productos, que hoy están siendo monopolizados en pocos centros de venta, y así democratizar el acceso a rubros que comerciantes inescrupulosos, especuladores y en comparsa con bachaqueros contrabandistas acaparan y controlan groseramente en cantidades inimaginables, mayormente los productos subsidiados, que luego son trasladados hacía el mercado especulativo o sacado del país por diferentes vías. Existen distribuidoras que sus propios socios, han constituido entre ellos mismos o con sus empleados y familiares, otras empresas a las que les facturan ventas y entregas simuladas, para aplicarle aumentos una dos y hasta tres veces, y cuando el producto llega al comercializador colectivo, tiene precios superiores al valor de un ojo de la cara del consumidor comprador.
El suministro a las bodegas por vía directa de las Distribuidoras van a contar con el control de las comunidades, esto acabaría con la sinvergüencería, ya que el bodeguero honesto solo vendería a su clientela consuetudinaria, es decir a los vecinos de su sector. Y de esta manera el bodeguero se quitaría la venta condicionada que les vienen aplicando quienes les suministran los rubros que requieren. (ejemplo: para que las distribuidoras, les puedan vender ciertas cantidades de arroz, pasta, harina precocida, azúcar, café, aceite, granos etc. se ven obligados a aceptar y comprar latas de tomates pelados, litros de aceite de oliva o galletas que por su alto precio sus clientes cotidianos no adquieren.)
Necesario es el control permanente a las grandes, medianas y pequeñas Distribuidoras, ello evitaría que estas empresas dejen de registrar compras y/o ventas en efectivo, e decir, hacerles control de ingresos (movimientos bancarios personales y jurídicos) revisar traslados de grandes cantidades de mercancía desde sus depósitos municipales hacía otras jurisdicciones bajo el argumento de inventarios de clientes que tienen en otras municipalidades, mercancía que nunca llega a esos supuestos clientes, sino que pasa normalmente por puntos de control o entre gallos y maitines al país fronterizo.
En este caso, la entelequia conocida como Seniat si se pone las pilas, bien podría coadyuvar en estos controles, tan urgentes y necesarios en estos días en que nos debatimos entre la guerra y la paz y entrarían a cumplir su eslogan:-“Contrabando Cero”
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