El que vive de ilusiones muere de desengaño

Este artículo lo publicamos en Aporrea mediado del presente año. Sin embargo, en vista de la inusitada vigencia que ha cobrado en virtud de los últimos acontecimientos, hemos creído conveniente volverlo a publicar junto unas declaraciones de Fidel al final, sobre regalar dinero sin respaldo productivo.

"En efecto, este sabio proverbio se le pudiera perfectamente aplicar al gobierno del señor Maduro. Y lo decimos, porque sólo un excesivo optimismo podría explicar el hecho de que casi nunca, por no decir nunca, se refiere al grave problema económico que en estos momentos vive el país.

¿Qué podría dar lugar a tan extraña actitud? ¿Será que estará pensando que por la vía de no mencionarlo se podrá resolver por sí solo este problema? ¿O será acaso que al mencionarlo la gente se va a enterar de que nos encontramos inmersos en la peor crisis por la que ha atravesado el país en toda su historia? Aunque también podría ser que no se tengan respuestas sobre tan importante cuestión, en cuyo caso la situación sería mucho más alarmante de lo que a simple vista parece.

Y decimos que es una extraña actitud, porque contrasta radicalmente con la que suelen asumir la mayoría de los mandatarios en situaciones similares a la nuestra. Éstos, para evitar que se desate la maledicencia y empiecen a circular rumores con fines incluso desestabilizadores, prefieren ventilar ante sus respectivos países cualquier asunto que pudiera estar preocupando a la colectividad. Pero Maduro no, él es distinto. Él no cree que la población merezca una explicación en torno de un tema de tanta importancia como sin duda es el económico. Y menos, como al parecer pudiera estar ocurriendo, si piensa que en Venezuela no existe ningún problema de este tipo. Aunque esto pudiera quedar descartado debido a su constante mención acerca de una supuesta guerra económica.

Sin embargo, lo malo es que en relación con esta guerra tampoco aporta mayor información, con lo cual mantiene a la población en un angustiante y nada recomendable suspenso. No dice, por ejemplo, qué tácticas y estrategias se estarían aplicando en esa confrontación. Qué tipo de armamento se estaría igualmente utilizando. Cuál es en la actualidad el curso de las hostilidades, si se han ganado o perdido posiciones, nada. Ni un solo parte de esta guerra hemos escuchado. Lo que nos hace suponer que según el Presidente las cosas marchan tan bien, que en cualquier momento podría anunciarnos la rendición incondicional del enemigo.

Pero no, la dura realidad nos está diciendo otra cosa. Nos dice que a pesar del desbordante optimismo gubernamental, la situación es muy dura y complicada. Y lo es porque la mayoría de las bajas en esta conflagración son niños. Pequeños que desde hace mucho tiempo, y ante la indiferencia oficial, se han visto obligados a renunciar a sus teteros y sus cereales mañaneros. Y todo porque los odios, los complejos y prejuicios, incluso los principios mal entendidos y peor aplicados, les impide a nuestros dirigentes rectificar y tratar de recomponer las relaciones con el sector productivo de la nación. Un sector del cual no sólo no se puede prescindir, sino que además es absolutamente imprescindible en el proceso económico de Venezuela y de cualquier otro país del mundo. O para decirlo en otras palabras: la economía es la actividad más importante de todo conglomerado social, porque de ella depende el bienestar de sus miembros y el progreso de la nación. Por eso es inconcebible que un presidente de la República diga que no va a pactar con la burguesía, entendida ésta como el empresariado nacional, el cual en varias ocasiones ha mostrado interés de entrevistarse con él para hablar de la recuperación económica del país, y aunque parezca increíble se ha negado rotundamente a recibirlo. Con lo cual no sólo está demostrando un dogmatismo político absolutamente inconveniente sino también un gran desprecio por las penalidades que por carencias de alimentos y el alto precios de ellos está pasando el pueblo.

En relación con lo anterior, se dice que la política es el arte de lo posible. Pero también pudiera afirmarse que es el arte de conquistar los objetivos propuestos. Y en las actuales circunstancias, en las que existe una terrible escasez de todo, una escasez que si se analiza objetivamente, apelando a la lógica más elemental, tiene necesariamente que estar afectando electoralmente al gobierno, ¿cuál podría ser ese objetivo? Desde luego que no podría ser otro que lograr que los productos y otros bienes que se encuentran desaparecidos, regresen de nuevo al mercado nacional. Con ello se podría obtener dos logros bien importantes. Se aplacaría la justa ira de la población y, al mismo tiempo también, se desmantelaría la estrategia de la oposición, que como se ha estado viendo, se basa fundamentalmente en estas dos calamidades: inflación y desabastecimiento.

Y no es tampoco con la repetitiva y monocórdica mención de la guerra económica, ni con la torpe e insensata confrontación con la burguesía como Maduro podría lograr que los anaqueles se vuelvan a llenar. Para que esto vuelva ocurrir sería necesario apelar a acciones radicales, espectaculares, si se quiere. Es decir, una revisión a fondo y completa de lo que a falta de otro nombre más apropiada se ha venido llamando política económica, que aparte de establecer controles y perseguir al sector productivo, no ha servido para nada más. De manera que, según vemos las cosas, es imperativo e inaplazable la eliminación, por inútiles y contraproducentes, los controles de precios. Pues es indudable que han sido una de las causas que más han incidido en la ausencia de bienes de uso y consumo cotidianos. Y no sólo eso, sino también en la desatada y escandalosa especulación que reina en la llamada economía informal o pirata.

Pero eso no es todo, porque también es urgente restablecer las relaciones con la empresa privada a fin de reactivar cuanto antes la actividad económica y detener su camino hacia el colapso total. Y esto no es algo opcional que se puede hacer o no, dependiendo de cuestiones tan subjetivas como si se odia o no a la burguesía. Es que se tiene que hacer, sin importar los pujos autocráticos de Maduro, porque así lo está exigiendo el país en términos perentorios. Ya que éste no está dispuesto a seguirse calando una situación que ha deteriorado brutalmente su calidad de vida de nuestro pueblo. Y porque, además, de la adopción o no de nuestra propuesta, podría depender que Venezuela continúe viviendo en democracia, o que por el contrario se produzca la colombianización o ucranización de nuestro país con la llegada de la oposición al gobierno."

Como dijimos al principio, este artículo fue escrito hace meses, y lo que veíamos venir llegó en forma de una Asamblea Nacional que amenaza con arrasar el país y a uno de sus valores más preciados: la democracia. Y no es necesario indagar mucho para saber cuál ha sido la causa de este revés que coloca a la nación en el peor trance de su existencia. La misma no ha sido otra que la torpe y suicida conducción por parte de Maduro de los asuntos relacionados con la economía, la que ha colocado a las puertas de su colapso total y definitivo. Porque esa ha sido la labor de Maduro desde que llegó a la presidencia de la República: dañar lo más posible la economía del país y, de paso, la misma revolución. Eso explica su terca renuencia a reunirse con el empresariado a fin de encontrarle una salida a la grave crisis provocada en gran parte por él mismo. Eso explica también las insólitas amenazas proferidas contra quienes tienen a su cargo la producción de los bienes que la gente necesita para la satisfacción de sus necesidades incluso más elementales.

En fin, tan desastrosa ha sido el desempeño del Presidente al frente del gobierno nacional, que cuando escribimos "El Azúcar de Maduro" en octubre del año pasado, el precio de este producto en abastos y panaderías era de 12 bolívares el kilo, y se conseguía. Ahora, tan sólo un año después, el precio de este producto, si se consigue, oscila entre los 100 y 130 bolívares. Un cochino plátano en la región más productora de este rubro como es el Zulia, 50 bolívares; un huevo, 30; 2 tomaticos un poco más grande que una pelota de golf, 100 bolívares; un pollo, 1400 –vivan los controles de precios-. Y en guanto a la leche, este es uno los casos más escandalosos de los hayamos tenido noticias jamás. pues los niños venezolanos son los único en el mundo que no toman tetero ni se desayunan con cereales debido a que Maduro les quitó la leche, ¿O no? Porque, ¿qué significa eso de estar regalando tabletas, canaimitas, que atentan contra el hábito de la lectura; pensiones, que no resuelven ningún problema sino que agravan los ya existentes, y hasta carros? No significa otra cosa sino quitarle recursos a la importación de leche. No, no, Maduro duerme perfectamente bien, no hay nada que le perturbe su sueño.

Y todos estos desmanes ante la indiferencia, incluso, la aprobación de quienes debían darle un "parao", que en este caso no es otro que el PSUV. Que en lugar de cumplir con su función de participar en la elaboración de la política económica del país, ha dejado que esta sea aplicada por quien afirmó en Brasil -y luego repitió en Venezuela- que "más importante que la economía es la política y la inversión social". Y si no es el Partido, es entonces la militancia la que debe impedir que Maduro les arrebate su revolución y hunda el país en un infierno neo liberal. Porque no se crean que el peligro ha pasado, que los artículos 265 y 279 de la constitución van a impedir que la oposición fascista se salga con la suya. A ellos les queda todavía la posibilidad de convocar un referendo para reformar la Constitución. Y si en los próximo seis mese la economía no da signos de recuperación, si no se abastece principalmente de leche en polvo el mercado nacional para impedir que los dos millones de madres de los niños voten por la oposición, ese referendo será ganada por ella, incluso con más votos de los que sacó 6D. Estáis avisao.

Nota: En el último Congreso del Partido Comunista de Cuba, Raul Castro recordó las siguientes palabras de Fidel, quien en tono crítico se refería a algunos vicios y defectos de la Revolución. En este sentido, Fidel decía: "Mucha gente no entiende que el Estado Socialista, ningún Estado, ningún sistema puede dar lo que no tiene, y mucho menos va a tener si no lo produce, si se está dando dinero sin respaldo productivo, Estoy seguro de que las plantillas infladas, el exceso de dinero regalado a la gente (…) tiene mucho que ver con el gran número de empresas improductivas", fin de la cita.. El problema de la regaladora de dinero sin una contraprestación de servicios, consiste en que origina profundas distorsiones de la economía, las cuales se traduce inevitablemente en una elevada inflación, o sea, en un aumento generalizado de los precios. Entre Chávez y Maduro han regalado nada más y nada menos que 3 millones de pensiones. Lo cual no es nada que se pueda hacerse impunemente, pues tarde o temprano les pasaría factura y el 6D se las pasó. Esperamos que por lo menos Maduro haya aprendido la lección.

 



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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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