Es tiempo de sancionar fuertemente a quienes no se cansan de especular

En realidad que estoy fuera del perol o el mundo se volvió completamente al revés, como decía Galeano, porque no puede ser que las panaderías reciban instrucciones de producir con la normalidad de antes y, además, a eliminar las colas y el día de ayer y el de hoy lo que he visto son colas.

¿Con qué se come eso?

Yo se que las autoridades revolucionarias están empeñadas en que la gente sea honesta, ética, pero ciertamente, aquí es donde más de uno se pregunta si es que acaso los todos comerciantes realmente son éticos.
He visto, por ejemplo, a pobres buhoneros robando al resto de la población, es decir, pobre robando a pobre, porque millonario ni anda a pie, ni monta en camioneta y mucho menos en el Metro de Caracas, porque estaría obligado a estar muy pegado de la gente y eso no es con la gente que tiene dinero.

¡Hasta reaccionarían como María Corina, espantando los malos olores de las demás personas, porque no hay que caerse a embustes, al Metro acude gente que se baña y otra que no lo hace; personas que utilizan desodorante y otros no; individualidades que no utilizan enjuague bucal porque no lo conocen, está caro o quienes están metidos en la guerra lo han escondido para especular.

¡Las cosas por su nombre!

El sábado pasado, en busca de tomates conseguí, en unas ocho cuadras, los precios de Bs. 1.500, Bs. 1.000, Bs. 800 y Bs.700, el kilo de dicho producto, especialmente de los vendedores de la calle.
Si nos referimos al manido pan, por dejar de hacer colas, hemos caído en las trampas de quienes venden pan cuadrado en los más variados tamaños y marcas, pero a precios exorbitantes, como unos paquetes de pan cuadrado a Bs.8 mil.  

Entiendo perfectamente que la revolución bolivariana –que comparto aunque algunos critiquen-  tiende a apoyar a una mayoría que siempre padeció los rigores de la vieja política de la cuarta república, por quienes nunca se preocupó gobierno alguno y que por cuyo accionar muchos fueron a llevar sus huesos a las cárceles mientras otros fueron perseguidos  y otro desconocido número de venezolanos fue asesinado.    

Y también comparto que la revolución bolivariana vaya a extender la vida de los venezolanos en todos los ámbitos y se esfuerce por dar bienestar a quien nunca supo de una mejor condición de vida. En eso estamos claros y por eso siempre escribo acerca de las posibilidades de que la revolución bolivariana concede un mínimo de bienestar al colectivo.

Pese a ello, debo decir que, “ni tan calvo ni con dos pelucas”, es decir, una cosa es contar con una revolución humanista, como la bolivariana y otra cosa es dejar que todo el mundo haga lo que le viene en gana y las sanciones no aparecen por ningún lado, porque eso es lo que hemos estado observando.  

Cada quien se cree con derecho a robar; cada quien se cree con derecho a especular; cada chofer de camioneta no quiere montar ni a los de la tercera edad ni a los carajitos, los motorizados no respetan la luz del semáforo, igual que los camioneteros y en las panaderías, apenas se van los inspectores o fiscales de la Sundee  o Superintendencia de Nacional de la Defensa de los Derechos, vuelven a subir los precios y a reducir el tamaño de los panes, como me dijeron cerca de la Maternidad “Concepción Palacios”.

Como sería muy largo enumerar los desmanes de los negociantes pequeños capitalistas, voy directo al asunto de la sanción. Hay que hacer cosas que impidan que los desmanes se repitan y una manera de hacerlo es sancionar a quienes lo hacen con una multa gigantesca, cárcel y limpieza de las calles y además publicar sus fotos para que la gente conozca a sus especuladores.



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Pedro Estacio


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