Estoy seguro que algunos sectores del chavismo no convalidaran, al igual que lo hacen respetados amigos en la corriente revolucionaria donde participó, lo que plasmare en estas cuartillas. Pero como considero que la ética no puede ser un accesorio mas, en la indumentaria de un revolucionario, asumiré el riesgo de expresar lo que mi conciencia y mi moral revolucionaria me dicta, sobre el caso muy publicitado los días recientes por los medios de comunicación, que tiene como actor principal al diputado Luis Tascón.
Cuando mostraba mi deseo de de ir en contra de la posición oficial, en este caso, a algunos amigos, me planteaban que eso no era muy estratégico de mi parte. Y que si tenia aspiraciones futuras, era preciso no nadar contra la corriente. Pero como no soy militante de aspiraciones ni de compadrazgos, sino de revoluciones profundas y de la justicia social, comenzaré a hacer mi exposición, sin adecuar mi posición a donde van los tiros. No con el animo de polemizar, sino con el de llamar a la reflexión y al debate, sobre que se considera es una revolución. Mi interés con estos párrafos, es plantear la interrogante, de que si lo que viene ocurriendo con este caso, es una acción revolucionaria.
No conozco a Tascón más allá de sus apariciones en los medios de comunicación. Se que existe, porque lo he visto en algunos programas y porque es un de los diputados afectos al proceso, en la asamblea nacional. Cuando escribo estas líneas, lo hago no con el ánimo de defender al diputado, quien posiblemente merece ser defendido. Me motiva más allá de su defensa, la situación de nuestra revolución, su consolidación, su saneamiento, su permanencia en el tiempo. Se sabe que uno de los elementos que empujó nuestra caída el pasado 02 de diciembre de 2007, fue el accionar impune, de delincuentes de boina roja que se encuentran en posición de gobierno. Y entiendo que si no le ponemos un parao a esa situación, lo ocurrido esa fecha, va ser simplemente el comienzo de un desenlace bastante lamentable. En este momento me vienen a la memoria, aquellos días cuando se decía; que el hecho de denunciar a un camarada corrupto, afectaba la revolución. Frase que se hacia absoluta, cuando se acercaban lo procesos electorales. Con ese chantaje, se atacaba a todos aquellos que tenían la valentía y el compromiso revolucionario de denunciar a un malandro que desvirtuara el proceso. El presidente se percató, de que lo que se decía de los corruptos en su gobierno, no eran simple rumores y llamó como lo ha hecho en diversos momentos, a combatir este flagelo. Allí se debilitó la aconseja de que denunciar era darle elementos a la oposición. Simplemente se entendió que era necesario matar al gusano que corroe a la revolución. Y que el hecho de extirpar ese cáncer, al contrario de lo que planteaban, fortalecía la moral, la ética revolucionaria y al proceso como un todo.
Recientemente el diputado Luís Tascón realizó unas denuncias; sobreprecios en lo presupuestado para la compra de unos jeps, en el ministerio de infraestructura. Esa simple denuncia, que no me consta si es veraz o no, originó todo un revuelo en el país. No tanto por la denuncia en si, lo fue por las acciones que se emprendieron contra el denunciante. Una situación que se debió tratar, abriendo una simple investigación sobre el caso, que demostrara la veracidad o falsedad de lo denunciado, se complico cuando personeros del gobierno arremetieron en contra del demandante. Sin ser investigado lo planteado, este camarada ha sido atacado desde todos los espacios de poder en el país. Hasta la incipiente estructura del naciente PSUV, ha sido dispuesta para condenar al diputado, por “tamaña falta”.
Desconozco si la familia cabello incurrió en actos de corrupción, particularmente siempre he considerado que Diosdado Cabello, Jessé Chacón, antes de llegar al Ministerio del Interior y Vielma Mora, eran los hombres de mayor efectividad, en las labores gubernamentales del chavismo. Pero esa situación no exime, que una denuncia realizada en su contra, sea contra atacada y no investigada. Si hablamos de socialismo, no debe existir intocable en nuestro país. Lo menos que se ha debido haber hecho fue, abrir una averiguación sobre lo denunciado y no utilizar todas las estructuras de gobierno para descalificar la denuncia y al denunciante. No va existir revolución triunfal, si no nos mortificamos por construir una nueva ética en nuestro país. El hecho de que construyamos un nuevo partido, de que construyamos impresionantes infraestructuras, no garantiza la instauración del socialismo. La profundización de la revolución, va en consonancia con el fortalecimiento de la moral de la sociedad. El socialismo existirá, en la medida que construyamos la nueva moral, la ética revolucionaria donde fluirá la patria nueva.
Por lo tanto, el problema no es si David cabello es un ladrón o no. Posiblemente no lo es. Lo que tiene consternado a mucha gente a lo interno del Chavizmo, es que probablemente en lo adelante, sea un pecado capital denunciar a un compatriota que se encuentre en una alta posición de gobierno. Ese acto revolucionario, posiblemente nos convierta en contra revolucionario. Los gatos corren detrás de los perros. Esa situación allí planteada, es un mal mensaje que se le esta enviando a la población. Como una estructura, como el naciente PSUV, que debería surgir alejada de las diatribas que se presenten, que será el alma de la revolución, puede ser utilizado para castigar a tal o a cual, sin ningún tipo de razonamiento lógico, sin ninguna indagación de lo que se denuncia. La imagen que da al pueblo la expulsión de Tascón, no es de la más democrática. Trae a la memoria la Acción Democrática de Alfaro Ucero. Un partido que todavía esta en la placenta, que todavía no crea su programa, sus estatutos y muchos otros instrumentos, descuida aquello, para entrar en la diatriba Diosdado- Tascón.
Nuestro gobierno debe investigar, hasta las denuncias que salgan del sector opositor. Todo aquello que contravenga la moral revolucionaria, debe ser investigado y sancionados los responsables. No debemos dar la sensación de que esta revolución es un dejar hacer, una guachafita. La impresión que dejó este caso en muchos venezolanos, es que las cosas no van por buen camino. Es inaceptable que surjan dolientes cuando se plantea el cierre de globovisión o cuando se pida cárcel para los golpistas. Pero no, para oír los planteamientos de un camarada, sean estos ciertos o falsos.
El revolucionario debe ser un centinela de la revolución. Los ojos del presidente no alcanzan a verlo todo. Y muchas veces los ojos en donde se apoya, tienen cierto problema de catarata para ver algunas cosas. Tienen visión selectiva. Por mucho tiempo, el presidente veía a Miquelena como el padre de la revolución, mientras otros lo veían como un tipo que se estaba enriqueciendo. Lo mismo ocurrió con el general Rosendo y muchos otros. En nuestro estado, no había terminado de decir que Ramón Martínez era el único líder, cuando este andaba descalificando al socialismo bolivariano y a su persona en cada municipio. Las posiciones oportunistas, interesadas, convenientes, trepadoras no deberían tener cabida en un revolucionario. Es necesario que nuestra política sea objetiva. Que se perciba, dirigida al pueblo. Urge una dirección política, que se erija por encima de vanidades y de los intereses particulares.
“Desde hace un tiempo a esta parte, yo no digo nunca lo que creo,
ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando,
la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla”…Maquiavelo.
PEDRO.G.FIGUEROA@GMAIL.COM