"Todos los negros tomamos café"… sigue el estribillo de la vieja canción son -original del cubano Eliseo Grenet-, que alguna vez hemos cantado, bailado o… ambas cosas a la vez. Como el enemigo imperial lo sabe, también pretende desaparecer el café y la sabrosa canción, de nuestras cotidianidades culturales caribeñas y venezolanas. Total, ¡acabar con nuestra Memoria es su tarea!
La noticia no es nueva. Hasta en nuestro querido Guaraira Repano se cultiva y procesa el café, en pleno Camino de Los españoles. No ha dejado de hacerse, allí están hasta los espacios de secado artesanal al aire libre. Claro, esos cultivos ya no tienen otro impacto sino el del autoabastecimiento. Pero lo que quiero resaltar es que de que se puede se puede.
Claro, cuando el imbebible y oleaginoso líquido hidrocarburo –igualmente de color negro- comenzó a manar desde nuestro subsuelo, hace poco más de un siglo, el disfrute del aromático y estimulante negrito se fue dejando de lado como tarea productiva y comenzó a importarse. Generamos suficiente petróleo para inundar a toda Venezuela de café sin tener que pasar por los engorrosos procesos de cultivo, recolección, secado, tostado, empaquetado y otras tareas colaterales… Por eso también se comenzó a decir y establecer en nuestras mentes que "es que el venezolano es flojo".
Pues no, no es que seamos flojos, sino que la dolarización de nuestra cultura fue forjando un cuerpo de creencias, todo un pensamiento, una ideología, para subrayar nuestra condición de dominados. Por eso es que –recuérdese- apenas se supo que bajo los pies de las venezolanas y venezolanos había toda una plataforma compuesta por petróleo, entonces inmediatamente se instaló en nuestro territorio la Shell, la Exxon y otra serie de transnacionales, convenciéndonos de que ellos sí saben qué hacer y cómo hacerlo, en materia de extracción, refinamiento y venta de nuestro petróleo.
Así, más o menos (discúlpeseme el simplismo), fuimos despojados del petróleo que enriquecía a las transnacionales petroleras mientras solo una pequeña minoría oligárquica y gubernamental criolla, recibía dádivas para que como élites familiares y de asociados, pudiesen vivir de esas riquezas, mientras las grandes mayorías del pueblo se empobrecían cada vez más. Hasta una caricaturesca "nacionalización petrolera" se realizó en la década de los años 70 bajo el gobierno proimperialista de Carlos Andrés Pérez (recuérdese que en la calle le decían por todas partes "LocoVen"), quien lo único que nacionalizó fueron los nombres de las empresas mercadeadoras de "nuestro" producto. Todas comenzaron a lucir nombres terminados en "ven" (MaraVen, LagoVen, PequiVen), de Venezuela.
Nuestro presidente Nicolás Maduro comanda y es vocero de las nuevas estrategias de contención de la guerra económica contra Venezuela. La reconversión monetaria, el incremento en los salarios de las trabajadoras y trabajadores, la "internacionalización" de los precios de nuestra gasolina y su subsidio individualizado, a través del Carnet de la Patria, el anclaje del Bolívar Soberano a nuestra criptodivisa denominada Petro, y de esta al precio de nuestras reservas petroleras ( las más grandes del mundo, por cierto), entre otras medidas que incluyen un cuerpo legal y de Poder Moral de nuevo tipo, han devuelto la esperanza y el poder adquisitivo de venezolanas y venezolanos. ¡Seguimos en la pelea!
Sin embargo, ya no "todos los negros tomamos café", aunque en la lista de regulaciones a 25 productos de la cesta básica, el precio del mismo está incluido. Al café lo desaparecieron de los anaqueles en los mercados, se le sigue vendiendo en el bachaqueo más clandestino, a los mismos precios a los que le llevó el "Dólar Today" en su tarea de dolarizar nuestras relaciones de distribución y consumo, pero también al dolarizar nuestro pensamiento para que aceptemos sumisos que no hay otra salida sino la que impone el perverso capitalismo.
La historia es conocida. También es sabido que lo que ocurrió con nuestro café se extendió a todos los productos del agro venezolano y dejamos de cultivar para, progresivamente, degenerar en un país improductivo que –aún hoy-, hasta para ponerle cilantro a una sopa, debemos esperar la importación y distribución interna del mismo.
Yo he colocado el ejemplo del café porque es muy ilustrativo, pero ellos son abundantes y contundentes. Si seguimos con el del cilantro, hace un par de semanas, un manojito de esos se vendía en los mercados en 500 mil bolívares fuertes (o de los viejos). Yo no sé a como está ahoritica, pero supongamos que a medio Bolívar Soberano (BsS.0,5), pues la dolarización de nuestra economía y pensamiento, fue asumiendo como "natural" en las "leyes científicas del mercado" que se nos impusiera al precio de hiperinflación, manejado desde el poder imperial y sus operadores terroristas desde la página web "Dólar Today".
Enderezar la hipertorcida economía venezolana, en capitalismo, con dependencia –tal como seguimos hasta ahorita- es posible con medidas como este Plan para la Recuperación Económica Nacional, pero solo la unidad organizada del Poder Popular hará posible ver resultados, antes de que la voracidad capitalista retome las riendas del dominio y utilizando también su hegemonía en el masivo pensamiento dolarizado, no nos permita acceder ni siquiera a esa espirituosa y aromática bebida que, tradicionalmente, tomamos todos los negros.
A ti y a mí nos corresponde contribuir a salvar nuestro café, nuestra música, nuestra memoria y nuestra Patria. Solos y dispersos jamás lo lograremos. ¡Solo unidos venceremos!… ¡Ay mamá Inés!