Hacer críticas de algunos temas sin fundamento es delicado, más si se trata de aquellos reñidos con la historia que requieren de verdaderos expertos, por ello no nos atrevemos a formular cuestionamientos, a la ligera, a la afamada serie de Bolívar, que recientemente comenzó a publicitar Netflix, a través de las distintas redes sociales.
Aclaramos que nos sentimos cien por ciento bolivarianos, admiradores del proyecto que llevó adelante el Padre de la Patria, para otorgarnos la libertad, por ello apreciamos, desde el primer momento que se supo de la afamada serie, la curiosidad de verla cuanto antes, precisamente con la intención sana de hacer cuadros comparativos.
Repito, pecaríamos de prepotentes, o quizás de atrevido, al querer criticar ese hermosos esfuerzo cinematográfico que se hizo para mostrar, lo más cercano posible, la realidad y las epopeyas del Libertador Simón Bolívar, sobre todo su vida íntima, su gloria, sus fracasos y desde luego, su partida, por demás inesperada, de este mundo terrenal.
Afortunadamente hemos tenido la oportunidad de leer mucho antes una buena parte de las Memorias del general O´Leary, lo cual nos permite comparar los verdaderos hechos históricos con el contenido de la serie.
En términos generales, podemos estimar que el largometraje está bien concebido, porque recoge la esencia de lo que se vivió en el proceso independentista y casi todo aquello que rodeó la vida del Libertador.
Sin ser erudito en materia de cine, podemos afirmar que la serie de Bolívar quedó bien concebida, diríamos más bien, exquisitamente construida. Las técnicas del cine se impusieron acertadamente...los planos, los movimientos, el montaje, el sonido, la música, el color y la iluminación, todo, durante la filmación, fue de primer orden.
Pero además la escenografía fue seleccionada con tino y precisión. El ambiente igualmente refresca con claridad los lugares, los espacios, que debió transitar el Libertador junto a sus tropas que ofrendaron sus vidas a cambio de otorgarnos la libertad.
Hermosas y majestuosas fueron las tomas que se hicieron para filmar en los espacios de la hacienda San Mateo, igualmente en el palacio de gobierno suponemos que de Bogotá, y las antiguas viviendas que también sirvieron de escenario para lograr el largometraje.
Pero los ambientes con la gente, con el pueblo, los mercados, la cotidianidad que se debió vivir en esa época se reflejaron también hermosamente, diríamos que fidedignamente, como debió ser.
Otro elemento de suma importancia que fue reflejado con exactitud fue el vestuario que se utilizó en ese tiempo. Los actores vestidos a la usanza nos transportaban, sin duda, a la época colonial.
El elenco artístico por igual estuvo a la altura de semejante compromiso. Los actores principales se lucieron con sus respectivas representaciones. Hubo artistas que a lo largo de la serie se ganaron al público merecidamente. Sobran, de nuestra parte, palabras de elogio para todos ellos.
No cabe duda que el tema del amor en esta exquisita serie fue el verdadero protagonista. Alrededor de la mayoría de los personajes este último elemento lo vivieron en carne propia. Las escenas de amor, de pasión, de intimidad, fueron únicas, pero comedidas, sin necesidad de caer en los excesos o la vulgaridad.
No obstante a todo lo dicho anteriormente, más que una crítica, deseamos formular que en la serie de Bolívar se obviaron, a nuestro entender, importantes elementos o vivencias relacionadas en su mayoría con el Libertador.
Por ejemplo, en el intento de magnicidio que se fraguo en contra del Padre de la Patria, en el palacio San Carlos, de Bogotá, el 25 de septiembre de 1828, se obviaron los nombres de los coroneles asesinados Guillermo Ferguson y José Bolívar, quienes para el momento de la tragedia ejercían cargos de edecanes.
Tampoco se dijo que el sobrino del Libertador, Fernando Bolívar, se encontraba en sus aposentos, en el palacio de gobierno, también enfermo, al igual que el sirviente de Bolívar, José Palacios, por quien se temía su vida.
Al principio de la serie también se obvió el romance sexual que tuvo Bolívar, en sus años mozo, con la reina de España, María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, y madre del príncipe de ese entonces, Fernando VII, a quien el criollo le dio un pelotazo, sin querer, en la cabeza, que hizo que éste cayera desmayado, bajo el enojo disimulado de la propia reina.
En el caso de la hermana del Libertador, María Antonia Bolívar, solo se hace saber que tuvo una hija fuera de su matrimonio con Felipe Martínez, Oidor de la Real Audiencia de Caracas, en 1806, que luego partió para Cuba, pero en realidad fueron dos, como se refleja en el libro "El vendedor de peinetas", de la afamada escritora e historiadora, Inés Quintero.
Por cierto no se dice nada que María Antonia le pidió por escrito al rey de España, Fernando VII, que le otorgara una pensión y que le devolvieran sus propiedades incautadas por España, por cuanto ella seguía siendo fiel a la corona, a pesar que su hermano había emprendido el proceso independentista, con el cual no estaba de acuerdo.
Otro episodio que no fue tomado en cuenta en la serie, quizás para preservar la imagen del Libertador, fue cuando Bolívar regresaba del Perú, cansado y agotado. El pueblo junto con las autoridades municipales, a su paso por una localidad, rumbo a Bogotá, organizaron un recibimiento, en donde el alcalde daría las palabras de bienvenida. La emoción, al parecer, hizo que este alcalde no pudo hablar, a pesar que hizo varios intentos para hacerlo, pero solo eso bastó para que Bolívar, sobre su caballo, se enojara, y de manera grotesca emprendió la retirada bruscamente, no sin antes comentar que para que lo hacían perder tiempo si no iban a decir nada, dejando saber también que ya era muy tarde y él andaba aun sin desayuno y sin almuerzo.
En la serie tampoco se refleja, ya a punto de fallecer Bolívar, que el Padre de la Patria, a escasas horas antes de partir a otro plano, le escribió a su prima Fanny D du Villars, con quien sostuvo una apasionada relación amorosa mientras vivió en Paris, a tal extremo que se sospecha, según cartas, que ésta última le concibió un hijo, que deseaba conocerlo prontamente.
No hay duda que la serie de Bolívar es muy buena, recomendable, porque nos introduce en un ambiente fidedigno, en donde los prejuicios en la sociedad, de ese entonces, estaban además a la orden del día, e hicieron que la felicidad de Manuelita Saenz, junto al Libertador Simón Bolívar, se viera empañada, no solo por las críticas del vulgo, sino también por la muerte, que los asechó todo el tiempo.