Asesinatos en Morelos pero, si no puede caer el gobernador menos Felipe Calderón

1. Morelos, a escasos 60 kilómetros de la ciudad de México, es un estado de tradición revolucionaria porque allí fue la cuna del zapatismo histórico, allí fue asesinado el guerrillero Rubén Jaramillo (1963), porque su colindancia con el estado de Guerrero le ayuda a su rebeldía y porque muchos de sus habitantes –herederos de esas luchas- siguen batallando en las calles. Sin embargo, a pesar de ello, desde hace ya diez años son gobernados por el PAN –el partido de la ultraderecha- por permitir que los priístas se convirtieran abiertamente al narcotráfico y a la corrupción. Morelos debería tener siempre un gobierno al servicio de los trabajadores; pero eso tampoco se ha logrado en Guerrero, Oaxaca, Chiapas o Michoacán, a pesar de sus ricas historias de lucha. Morelos puede cambiar radicalmente en los próximos años porque su gente parece obtener buenos niveles de conciencia. Entonces recuperará su historia como pueblo rebelde.

2. Ayer fue asesinado un grupo de jóvenes de sectores medios distinguidos. El gobierno de Morelos no sabe nada y nunca ha sabido. Debería renunciar para que Morelos no siga caminando hacia el desastre. Hay protestas, pero posiblemente queden en la nada. Diría que no me explico, pero sí entiendo muy bien las causas por las que en México, a pesar de 40 mil asesinatos, el gigantesco desempleo, los salarios de hambre, etcétera, los presidentes y demás funcionarios hacen lo que les venga en gana y concluyen campantes sus seis años de gobierno. Hay un acuerdo, tratado o pacto nacional para hacer críticas pero nunca tocar los sexenios de gobierno aunque el país se destruya o se esté desplomando. En México, después del asesinato de Carranza en 1920 y la renuncia de Ortiz Rubio en 1932, todos los periodos de gobierno de cuatro o seis años han concluido con felicidad para la clase gobernante o política.

3. Díaz Ordaz debió renunciar después de la matanza de estudiantes en 1968; Echeverría debió renunciar por la guerra sucia y al devaluarse la moneda; López Portillo cuando vino la caída de los precios del petróleo; De la Madrid por no atender los sismos de 1985 y por la gigantesca devaluación; Salinas por su política privatizadora, el levantamiento del EZLN y el asesinato de Colosio; Zedillo desde el desplome de la economía en 1995 y por el Fobaproa; Fox exactamente en 2003 cuando pierde las elecciones y Calderón no debió tomar posesión, luego cuando ordenó que el ejército ocupara el país, cuando perdió las elecciones de 2009 y ahora cuando se arrastra ante el imperio de EEUU. Pero nada sucede porque partidos y medios de información deciden. Lo grave es que si tuviéramos en las leyes la “revocabilidad de mandato” los partidos y los grupos de poder se unirían para “conservar la estabilidad” del sistema.

4. No quise ir más atrás, pues hasta el mismo Lázaro Cárdenas –con su enorme prestigio- después de la expropiación petrolera o desde 1939, ya no gobernaba, casi se había derrumbado por los tambores de guerra y la penetración del país por agentes alemanes y de los aliados. ¿Qué decir de Ruiz Cortines que reprimió con el ejército y cerró los internados de la Nacional de Maestros y del Casco de Santo Tomás del Politécnico, o de López Mateos que llegó al gobierno reprimiendo y encarcelando a dos mil ferrocarrileros? Está claro que estos gobiernos cuando mucho pueden gobernar de manera regular sus primeros tres años; los siguientes años sólo les han servido para destruir el país, saquearlo y preparar al candidato de la sucesión presidencial para que le cuide las espaldas. Quizá debería regresarse al gobierno de cuatro, como fue de 1917 a 1934, aunque tampoco es ninguna garantía si la población sigue tan jodida y atrasada.

5. Recuerdo aquella ruta que recorrimos, junto a centenares de zapatistas, encabezados por los dirigentes del EZLN, aquel febrero y marzo de 2001 que aún sigue siendo –por su historia y su presente- de las gente más luchadora del país. Salimos de Chiapas, cuna de EZLN, y llegamos de inmediato a Oaxaca –el estado de las rebeliones indígenas, de los profesores y la APPO. Luego llegamos a Puebla, a Veracruz, a Hidalgo, a Tlaxcala, Querétaro y Michoacán y su gran asamblea en Nurío, para transitar después por el Valle de Toluca, Morelos y Guerrero, luego regresar a Morelos por Cuernavaca para entrar a la ciudad de México por Milpa Alta y Xochimilco. Toda esa región es sin duda la identidad del México indígena y campesino hoy fuertemente vigilada por el ejército y demás fuerzas armadas de ocupación. Desafortunadamente el Estado demostró su enorme poder en el ejecutivo, legislativo y en los medios, he hizo trizas aquella batalla.

6. Quizá falló la coyuntura porque en 2001, a solo dos meses de haber asumido Fox el gobierno, estaba en lo más alto de su fortaleza; pero así tuvo que ser. Luego, en noviembre de 2003, convocada por los electricistas del SME, realizamos unas cuatro o cinco caravanas de once días en toda la República en contra de la privatización del petróleo, la electricidad y demás. A mi me correspondió recorrer –junto a unos 40 compañeros- la de Mérida-ciudad de México. Realizamos unos 25 mítines en ciudades y poblados de estados petroleros (Campeche, Chiapas, Tabasco, Veracruz), pero tampoco el gobierno de Fox cedió a pesar que las elecciones de ese año habían demostrado pérdida de apoyo electoral. Da la impresión que de todas esas grandes batallas -con muchos gastos de energía y dinero personales- sólo quedan testimonios, recuerdos, y que la clase dominante sigue tan firme como antes. ¿Cómo romper ese círculo?

7. En la izquierda tenemos la obligación de seguir analizando lo que ha pasado con el fin de evitar caer en el optimismo más desmesurado o en el pesimismo inmovilizador. No sólo se asesinan a jóvenes en Morelos, en Ciudad Juárez o Michoacán, también se desaparecen a miles de niños, mujeres, jóvenes, personas maduras, en toda la República. Sin embargo los gobiernos de los Estado, así como el presidente de la República siguen tan campantes, como si nada pasara. Pero la bronca es de nuestro pueblo que sigue adormecido y de nosotros que no hemos logrado la estrategia correcta para sacarlos a la calle. ¿Hasta que grado los procesos electorales son un importante distractor de las luchas sociales? Las esperanzas (un tanto religiosas) se agotan porque la población sigue tan jodida como hace un siglo, a pesar de los cambios materiales que se ven. No sabemos cuán será la chispa que encenderá la pradera, pero esperemos que pronto se encienda.

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Pedro Echeverría V


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