“…y aunque es distinto,
Roger, estos vividores de la Saplez (pequeña liga) están pensando
en sacar los niños de ese organismo deportivo a la calle para que,
con unos potes en las manos, se pongan a pedir dinero. La excusa es
financiar los gastos de una gira que piensan realizar no sé por donde.
Esta acción contradice abiertamente los principios conforme a los cuales
se fundó la Pequeña Liga, pues no sólo atenta contra una sana formación
de los pequeños sino además contra la dignidad de los mismos. Más
tarde te enviaré el prólogo con el que en junio del 85 encabecé “Tiempos
de siembra” y en el cual, entre otras cosas, trato este tema. Asimismo
te haré llegar la copia una misiva que le envié a un periodista de
panorama, y en la que protestaba la forma tan anti-ética con la que
este palangrista ejercía su profesión.
El prólogo mencionado:
Como se sabe, la Pequeña Liga es uno de los temas que más acapara,
incluso después de la inflación, el interés y la atención de los
habitantes de este estado. La causa de este fenómeno, llamémoslo así,
son múltiples y diversas. Pero entre las más importantes se encuentra
el hecho de que se trata de una organización dedicada a la práctica
del béisbol y de que el mismo es jugado por niños de diferentes edades.
Sin embargo, ligados
a estas circunstancias existe un elemento que no sólo ha generado una
expectativa adicional sino que además ha sido objeto de ardorosas controversias
en todos los sectores de la sociedad. Me refiero, por supuesto, al origen
y nacimiento de la citada orgnización.
En realidad la
génesis de este movimiento no representa ningún misterio. El mismo
fue el resultado, como lo narramos detalladamente en “Tiempos de Siembra”,
de la decisión y voluntad de varias personas que deseábamos proporcionarles
a nuestros pequeños un entretenimiento sano en un doble sentido: físico
y espiritual. Afortunadamente, y con resultados alternos, unos desalentadores
y otros francamente estimulantes, nuestros esfuerzos se vieron ampliamente
recompensados.
En efecto, al
poco tiempo de fundadas, y con motivo del primer certamen, la Pequeña
Liga, en abierto contraste con el ambiente de los días anteriores a
su creación, un ambiente caracterizado por la apatía y la indiferencia,
logra despertar una emoción tan inusitada, que nadie podía ni siquiera
imaginar. Tan rotundo fue el éxito alcanzado, que no sólo aumentó
rápidamente el número de equipos de la liga matriz, sino que también
empezaron a surgir como hongos ligas por todas partes.
Como es fácil
suponer, un éxito tan arrollador como el señalado, no podía pasar
de inadvertido. Y menos para los inescrupulosos y aventureros; para
esos parásitos y vividores que, incapaces de crear nada con sus propias
imaginación y esfuerzo, se ponen a la caza de cualquier iniciativa
ajena para aprovecharse de ella y sacarle el mayor provecho posible
Y así sucedió.
Habiendo cumplido los fundadores de la Pequeña Liga su cometido esencial, y con el propósito de establecer dentro de ella una sanana tradición de alternabilidad, se retiraron. Querían con ello –sobre todo los fundadores criollos-, aparte de dar un ejemplo de desprendimiento, permitirles también a otras personas, a gente que, inspiradas en elevados ideales, lograran completar los objetivos del movimiento, que no eran otros que el desarrollo no sólo deportivo sino también moral, cultural y cívico de nuestros niños. Niños que siguieran la carrera d pelotero si eso era lo que querían y si reunían las condiciones necesarias para triunfar en tal difícil deporte; pero si no, entonces que pudieran desenvolverse con igual éxito en los otros campos de la actividad humana, es decir, como médicos, electricistas, ingenieros, técnicos, etc. Pero lo que sí estaba completamente descartado del el proyecto inicial es lo que ha venido sucediendo desde hace mucho tiempo, esto es, que los niños, encandilados por el falso espejismo de la grandes ligas, dejaran los estudios y corrieran el riesgo de fracasar y convertirse en unos seres frustrados, incapaces de ser útiles a sí mismos, a la familia y a la sociedad.
En tal sentido,
nosotros no concebíamos el deporte infantil como una competencia en
la que un adversario tenía que humillar y destruir al otro. Queríamos
por el contrario, que el deporte sirviera no para destruir, para crear
rivalidades, sino para fomentar en los niños el sentimiento de la amistad
y la confraternidad. Por eso, nos opusimos de una manera intransigente
y resuelta a que los integrantes de un equipo vieran en los del otro
a rivales y adversarios irreconciliables. Todo lo contrario, repito,
poníamos todo el empeño posible para que se sintieran partícipes
de una empresa de beneficio común. De allí el sentido de colaboración,
de tarea colectiva, que queríamos que tuviera el juego. Al cambiar
los rufianes de la Saplez estos objetivos y promover el deporte infantil
con fines meramente utilitarios –el béisbol por el béisbol mismo-,
¿cuántos niños habrán visto frustrado su futuro? ¿Por qué las
autoridades del estado han permitido que bajo el patrocinio de esa inescrupulosa
mafia que la dirige, la Pequeña Liga se haya convertido prácticamente
en una sucursal de las mayores y que los niños de esa organización
piensen más en el béisbol que en los libros? Esta es una criminal
y grotesca deformación del deporte menor, el cual, para que pueda justificarse,
debe estar al servicio de un armónico y equilibrado desarrollo de la
persona humana. De lo contrario se convertiría en una actividad deformadora,
absolutamente indeseable tanto para el individuo que lo practica como
para el país. De vagos y vividores ya tenemos suficiente con los políticos.
Pero regresando
al tema, por fin la banda de aventureros, capitaneada por el ingeniero
felón logró ponerle la mano a la Pequeña Liga. Y lo primero que hicieron
fue tratar de destruir el prestigio y la influencia que los fundadores
criollos pudieran tener en el ente deportivo. Con ello buscaban, además
de consolidar el control sobre el organismo, neutralizar la oposición
a prácticas tan aberrantes como esa de poner a los niños con potes
en la mano a pedir dinero por las calles de la ciudad. Esa fue la razón
por la que, en infame contubernio con algunos periodistas de Panorama,
ignoraron por completo a los fundadores criollos, a los que jamás tomaron
en cuenta. Sólo se referían al gringo, que se encontraba ausente,
porque creían que, por su condición de tal, convenía tenerlo como
aliado, o mejor dicho, como secuaz, ya que este sujeto era más fácil
de sobornar.
Y hay que reconocer
que desde el punto de vista estrictamente mercenario, tenían razón.
Porque tan excelentes resultados les dio la táctica –me refiero a
tener al gringo como una especie de santón o fetiche-, que les ha permitido
permanecer más de cuarenta años al frente de la Sociedad de Amigos
del Dinero; lo que equivale a más de seis lustros recibiendo
riales a manos llenas de diferentes sectores públicos y privados de
la región. Esto en realidad no tendría nada de particular si no fuera
porque en su mayoría esas contribuciones no son espontáneas, sino
arrancadas a las víctimas mediante la extorsión, es decir, mediante
la amenaza de campañas de difamación y desprestigio a través del
canal Once (Niños Cantores). Además, habría que agregar que todas
las cuantiosas cantidades de dinero tan inmoralmente recaudadas, las
manejan a su completa discreción y sin rendirle la más mínima cuenta
a nadie. Hechos que, en un país de corruptos como este, donde el que
menos puja bota una Saplez –como sucedió con los sorteos amañados
del depravado canal de televisión-, permite determinar de antemano
la suerte que puede haber corrido –y corren- una gran cantidad de
esas gigantescas y “espontáneas” contribuciones. Tan espontáneas,
que pienso que el caso de la Lotería del Zulia fue, aparte de otros
manejos dolosos del hoy flamante ministro de la familia, el factor que
más contribuyó a su quiebra.
Pero si el truco
del gringo les permitió a los aventureros perpetuarse en
el al frente de la Saplez, en cambio en el intento de ignorar y desconocer
la decisiva labor cumplida por los pioneros criollos de la Pequeña
Liga, no tuvieron la misma suerte. Resulta que paralelamente a la creciente
expectativa que entre la población fue generando la organización infantil,
también fue en aumento en esa misma población el deseo de saber cómo
se formó y quienes la hicieron. Para contestar estas insistentes pregunta,
cuyas respuestas él mismo ignoraba, Gilberto Ocando Yamarte, con el
mayor desprecio por la verdad y por el rigor que debe caracterizar toda
obra seria, incurrió en tantas inexactitudes y contradicciones que
nadie, ni los de su misma casa, lo tomaron en cuenta. Luego, con la
complicidad de algunos periodistas de Panorama, periodistas que deshonran
y prostituyen la profesión y la convierten en una actividad de rufianes,
siempre dispuesta a venderse por cualquier precio, divulgó otros “datos”
cuyas intenciones no eran ya atribuirle exclusivamente al gringo la
paternidad de la Liga, sino endosarle también esta acción a
su mujer. De modo que para este miserable lambucio, ya el creador de
la Pequeña Liga no sería únicamente Frank sino también su mujer.
En vista, pues,
de esta bochornosa situación que constituía una burla imperdonable
contra un público que tenía el derecho a conocer sin distorsiones
interesadas el origen de algo que había llegado a formar parte de la
historia deportiva de la región, escribí “Tiempos de Siembra”
Un relato pormenorizado y coherente de las actividades que se realizaron
y que finalmente cristalizaron en la creación del organismo deportivo.-.
Tips:
El viernes o sábado de la semana pasada, se realizó en ciudad Guayana
una nutrida concentración de trabajadores de las empresas básicas
que operan en esa parte del país. La misma tuvo por objeto expresar
el apoyo de los participantes en esa movilización a algo que se conoce
con el nombre de “Control Obrero”. En ese acto público intervinieron
varias personas y entre ellas el canciller Maduro. Este funcionario,
de entre las cosas que dijo, se destaca la que tuvo que ver con
la figura laboral mencionada. Al respecto dijo, palabras más, palabras
menos, que el Control Obrero iba a permitir sacar del marasmo
a unas empresas que debido a conflictos y rivalidades de todo tipo estaban
trabajando con muchas dificultades.
La verdad es que
la actuación hasta ahora del ente creado con la finalidad de “acelerar
la transformación socialista en nuestro país”, no permite ser nada
optimista. Todo lo contrario, se ha convertido en un factor más de
los muchos que entraban el funcionamiento normal de las empresas y agudizan
los alarmantes problemas financieros de las mismas.
Pero ¿qué es
el Control Obrero? Bueno, como ya dije, es una figura mediante la cual
se deja en manos de los trabajadores de las empresas del estado y, en
particular, las de Guayana, la administración de las mismas. Y entre
las atribuciones que se les han encomendado están la de establecer
la política comercial, la política laboral, el manejo discrecional
de los cuantiosos recursos financieros, no los que las empresas producen,
porque lo único que esas industrias están produciendo son grades pérdidas,
sino los que les suministra el estado, o mejor dicho, porque estado
es mucha gente, los que les suministra el gobierno, Y finalmente, la
política salarial.
¿ A quien
se le puede ocurrir que los trabajadores de las empresas de Guayana,
sin ninguna capacitación técnica adecuada; que ignoran los sutiles
entresijos del comercio internacional, que sólo los especialistas conocen
y que son capaces de manejar, puedan desempeñarse exitosamente al
frente de esas empresas? Pero eso no todo, porque los desaciertos del
gobierno nacional en esta materia van mucho más allá de lo dicho.
Me refiero a que los trabajadores del Control Obrero también tienen
la prerrogativa de establecer la política salarial de las industrias.
Es decir, que son ellos los que se fijan sus propios sueldos y salarios.
¿Se puede
pensar que los trabajadores harían un uso racional y responsable de
este increíble privilegio? ¿Que quienes como casi todos los venezolanos
enmarcan su comportamiento conforme al al precepto filosófico
de la viveza criolla, podrían administrar juiciosamente esta atribución?
¿Podrían actuar sensatamente y no abusar de la facultad de aumentarse
los sueldos y salarios cada vez que se les antoje? No lo creemos. Y
no lo creemos por lo siguiente:
Hará como
uno o dos meses atrás estos trabajadores realizaron un paro como presión
para obtener un incremento de sus remuneraciones salariales. Y
esto lo hicieron a sabiendas de que las empresas para las cuales trabajan
operan con crecidas pérdidas económicas. Unos trabajadores conscientes,
que sepan que unas empresas que operan en estas condiciones no son viables,
actuarían de una manera diferente; es decir, que en lugar de estar
solicitando aumentos que las empresas no están en condiciones de satisfacer,
aceptarían una rebaja de sus remuneraciones. Como lo hicieron en los
Estados Unidos, por ejemplo. En ese país del coño, donde por la quiebra
masiva de empresas y bancos se produjeron despidos masivos de trabajadores,
hasta los gerentes rogaban que por dios no los despidieran. Que los
colocaran de choferes, ascensoristas, porteros, pero que por dios no
los dejaran sin trabajo. ¿Por qué solicitaban esto esos gerentes?
Porque lo terrible para ellos, como para cualquier otra persona con
obligaciones, era quedar sin trabajo. En cambio, aquí no, aquí se
van a un paro -que como todos los paros son ilegales- en demanda de
mayores beneficios y, contra toda lógica, obtienen del gobierno nacional
lo que piden. Con lo cual no sólo se compromete la estabilidad económica
del país sino hasta la de ellos mismos.
Pero como si lo
que obtuvieron los trabajadores fuera poco, unos cuantos días después
el gobierno nacional le inyecta a ese barril sin fondo que son las empresas
de Guayana, unos cuatrocientos millones de dólares. Esto se hizo y
que para modernizar las empresas y mejorar de esta manera su rendimiento
y productividad. Intento fallido, en primer lugar, porque aquí no todos
los recursos que se destinan para un determinado fin llegan a su destino,
y en segundo lugar porque la diferencia entre costos e ingresos es tan
colosal, que nada de lo que se haga podría mejorar la alarmante situación
deficitaria de las empresas.
En este sentido,
valdría la pena recordar lo que ya dijimos en un artículo publicado
en este mismo medio, y que dio lugar a una agria polémica con un ingeniero
mecánico de Alcasa. En esa oportunidad, expresamos que de acuerdo con
una información que logramos obtener, el costo de producción de una
tonelada de aluminio era, para ese momento, de 4 mil dólares. Ahora,
como esa misma tonelada en el mercado internacional tenía un precio
de 1.500 dólares, la empresa registraba una pérdida en moneda norteamericana
de 2.500. Multiplíquese esto por el total de toneladas producidas diariamente,
y se obtendrá las pérdidas diarias que registra Alcasa como resultado
de sus operaciones.
Se necesitaría
ser bien irresponsable, carecer de todo vestigio de racionalidad y detestar
como nadie a este país, para ponerse a promover conflictos en demanda
de beneficios que las empresas no están en condiciones de satisfacer.
Y que si se satisfacen, tendría necesariamente que ser a costa de toda
la nación, de una nación que tampoco puede hacerse cargo de este enorme
compromiso sin desequilibrar seriamente las finanzas públicas. Y si
no, ¿por qué se cree que el gobierno tuvo que recurrir a una devaluación
como la que se hizo para superar el tremendo déficit fiscal que gastos
irracionales como estos habían provocado? Sencillamente, porque de
no haberse recurrido a la devaluación, no se hubiera podido continuar
con las políticas sociales que el gobierno viene adelantando. Aunque
lo desfavorable dicha devaluación, hay que decirlo, implicaba un alto
sacrificio para la población que vio dispararse el costo de la vida.
Y ya para terminar,
creemos necesario volver alertar acerca de una peligrosa situación
que se está dibujando en el horizonte, y que obliga al gobierno a ser
extremadamente comedido en el manejo de los recursos provenientes del
petróleo. En efecto, en el artículo titulado “A los escuálidos”,
hablamos de que si los Estados Unidos llegaban a apoderarse del petróleo
de Libia, muy probablemente la OPEP desaparecería y que, si la OPEP
desaparece, se desencadenaría una guerra de precios que llevaría los
mismos a niveles ridículamente bajos. Pues bien, los Emiratos Árabes
acaban de anunciar que aumentará unilateralmente su producción de
crudo. Lo cual indica que al violar la cuota de la OPEP, estos pequeños
países quedarían fuera automáticamente de este organismo.-
En vista de que Mario Silva
y su compañero de programa golpean pero no rematan, es decir, que ni
arriman ni golpean, le dirigí el siguiente mensaje, el cual como
acostumbra hacerlo ni siquiera mereció un acuse de recibo.
En vista, señor Silva, de
que ustedes golpean pero no rematan, les envío el siguiente texto titulado
¿Sabías Tú?, donde se demuestra los terribles estragos ocasionados
en Argentina por las privatizaciones realizadas en el marco de una política
neo-liberal.
No basta con cuestionar las
privatizaciones de las empresas y los servicios públicos, es necesario,
además, decir por qué son funestas para los países que las aplican.
De esa manera se crearía una verdadera conciencia contraria al liberalismo,
que debe ser el papel que los medios identificados con el Proceso deben
desempeñar.
Por ejemplo, ustedes dicen
que las privatizaciones son malas sin explicar por qué. Pero por otro
lado tenemos a una oposición que las reivindican como buenas. Ante
una situación como esta, en las que nadie razona sus planteamientos,
las personas se inclinarán por una u otra posición de acuerdo con
sus inclinaciones políticas.