El elástico
del pueblo es demasiado firme ya que parlamentarios y gobiernos
–desde Pinochet a la fecha- lo estiran más y más, a sabiendas que
la gente en Chile tiene idiosincrasia
ovejuna y sólo’ le cree a la tele’
Arturo Alejandro
Muñoz
A VECES ME
pregunto si soy yo el que anda perdido en el bosque, o es una significativa
porción de mis compatriotas la que camina sin rumbo fijo bajo la dirección
de conductores mala leche.
Soy consciente
de que el tema que deseo desarrollar puede no tener mayor relevancia
para muchos lectores, pero reconozco que siento profunda molestia cuando
las autoridades lo utilizan como sambenito para embolarle la perdiz
a la mayoría de mis conciudadanos.
Primero fue
el gobierno –que no se caracteriza por saber patinar sobre hielo político-
quien se despachó una opinión de aquellas que deben ser pulverizadas
por la realidad, y luego remachó la tontera esa parlamentaria llamada
Karla Rubilar (¿es hija de la alcaldesa de Renca, Vicky Barahona?..¿sí?..ahhh,
por eso es como es). “Debemos mantener el horario de verano porque
con esa medida se reduce la delincuencia”, dijeron con el desparpajo
propio de aquellos esperpentos que consideran despectivamente a sus
vecinos tratándolos como si fuesen vulgares tarugos.
¿Se da cuenta,
querido lector, que las jinetas temporales permiten a ciertas personas
hablar imbecilidades usando un tono de voz que ya se lo quisieran algunos
catedráticos? El gobierno y varios parlamentarios (no excluyo a muchos
amermelados concertacionistas siempre dispuestos a dar jugo) olvidaron
que los asaltos a locales comerciales, a viviendas particulares, robos
a cajeros automáticos y de automóviles, enfrentamientos a balazos
entre bandas en poblaciones, femicidios, grescas masivas en las madrugadas
después de los ‘carretes’ juveniles, saqueos armas en mano a supermercados,
cowboys disparando a todo lo que se mueva, como Italo Nolli, etc., etc.,
fueron la tónica habitual en los meses de estío con el actual horario
(y con las actuales autoridades, por siaca).
Por otra parte,
cobijándome en mi perenne actitud cartesiana -que me hace poner en
duda todo lo que escucho, oigo y leo-, busqué y busqué hasta
dar con las opiniones de expertos respecto de este tema, las cuales
señalan que toda la faramalla oficial (que se arrastra desde la época
de Frei Montalva) obtiene un pobre resultado en asuntos de ahorro de
energía, el que no supera el misérrimo uno por ciento (1%).
¿Entonces,
de qué se trata realmente esta cuestión? ¿A quién(es) se busca beneficiar?
“Con el horario de verano atravesando parte del otoño, los chilenos
tendrán más tiempo para estar con sus hijos y en sus hogares”, agregó
otro parlamentario con lo boca enjuagada en sorna mentirosa. ¿Más
tiempo para estar en casa después del trabajo, usando el mismo fracasado
sistema de locomoción colectiva que en la capital se conoce como Transantiago?
Señores del gobierno, “acta, non verba”, reza la frase latina;
“acciones, no palabras”. Eso.
Y acciones
fueron las que realizaron -años ha- los gobiernos de la Concertación
para entregar a empresas foráneas algunas de nuestras carreteras
y vías. Concesionar, le dicen. Robar y esquilmar, son mejores verbos.
Y no es broma.
Amigo lector,
realicemos un pequeño juego, algo así como una ensoñación, para
demostrar que esto de las carreteras concesionadas es un vulgar
robo ‘legal’. Supongamos –y sólo supongamos- que yo soy Presidente
de la República y usted es mi amigo. Yo deseo ayudarle. Usted ha sido
un incondicional adherente en mis campañas. Entonces, busco en el mapa
de Chile y decido entregarle -‘en concesión’- la muy transitada
y comercial Carretera de la Fruta, que une la Ruta Cinco Sur (a la altura
de Pelequén) con el puerto de San Antonio, cruzando ciudades y lugares
como Malloa, San Vicente de Tagua-Tagua, Peumo, Las Cabras, lago Rapel,
Rocas de Santo Domingo y Llolleo.
Usted instala
un par de plazas de peaje y… ¡listo!, a enriquecerse se ha dicho.
La carretera ya existe, usted no debe gastar dinero en construirla,
ni siquiera en mejoramientos inmediatos pues el contrato dirá que debe
realizar reparaciones antes de cumplirse un año desde el momento de
la protocolización del mismo…lo cual significa que dispondrá de
10 o más meses para enriquecerse hasta el hartazgo, y después gastar
algunos morlacos en parchar lo que haya que parchar. ¿Capisce?
No crea que
estoy enfermo del mate, porque ello ya ocurrió. Mi salvaguarda demostrativa
no es solamente la actual Autopista Central, otrora ‘Ochagavía’,
sino también la misma Ruta Cinco Sur, y la Ruta Cinco Norte, y…en
fin, para qué seguir si usted, querido lector, sabe tan bien como yo
que esas vías ya existían, y que los empresarios (españoles en este
caso) las recibieron casi gratuitamente…las explotaron un tiempo y
después, cuando contaban con voluminosa cantidad de dinero, procedieron
a mejorarlas y, obviamente, a aumentar los valores en los peajes. ¿Fácil
y rápido, verdad?
Más tarde
apareció el fatídico ‘TAG’ con los portalones electrónicos
‘orwellianos’. Ahí la estafa, el robo, se transformó en esquilma
total y permanente, ya que al ‘negociado’ entraron a tallar también
los municipios por donde atraviesan tales carreteras concesionadas.
¿Por equis motivo –incluyendo la vivarachada inútil- usted no pagó
su TAG ni compró un ‘pase diario’? Bien, pues; al momento
de renovar permiso de circulación para su vehículo le llegará el
‘palo’ legalmente ordenado por la(s) empresa(s) concesionaria(s).
Y vendrá con multas, interés compuesto y otras yerbas.
¿Ya se puso
al día con las empresas de autopistas? Bien, entonces ahora prepárese
para cancelar las infracciones que esas mismas empresas enviaron a los
municipios por donde usted cruzó sin ‘pase diario’ o con el TAG
hecho pebre. ¿Un robo? Claro que lo es…empresarios privados y municipios
exprimiéndolo como limón, pero usted guarda silencio y acepta el cogoteo
con alma de yanacona.
¿Espera que
algún parlamentario presente mociones o proyectos de ley en el Congreso
para poner coto a estos asaltos en descampado? Hum…aguarde sentadito,
porque ello no ha ocurrido y tampoco sucederá mientras la actual manga
de corruptos duopólicos siga siendo mayoría. Ellos juran y rejuran
que ningún país en América Latina es más moderno que Chile, más
civilizado (¿?), más avanzado y más ‘pluralista’…que somos
la envidia de nuestros vecinos, dicen.
Además -y
esto usted lo tiene tanto o más claro que yo- esos mismos parlamentarios
le endulzan la bosta diciéndole que “en Chile somos muy cultos y
civilizados, por ello la gente no sale a la calle a hacer estropicios
como en Argentina, Francia, Italia o Bolivia”. ¡¡Y usted se lo cree,
y calla, y acepta la esquila, e incluso la aplaude!! ¿No me cree? Bien,
pues, ¿qué ha hecho usted amigo capitalino para mandar a buena parte
a las autoridades por ese asco de sistema llamado Transantiago? ¡¡Nada!!
Sólo reclamar al interior de su casa y seguir esperando, pagando caro
y viajando incómodo. ¿O no es así?
Soy consciente de que estos temas –planteados con mordacidad- molestan (y mucho) a los señores congresistas. Me lo han hecho saber…aun más, dos de ellos han andado averiguando por esta Región del Libertador cuál o quién es mi empleador, para presionarlo en mi contra. Lo lamento…no tengo empleador ni tampoco relación con Impuestos Internos, pues soy un jubilado. Deberán acostumbrarse a soportar mis escritos, y aunque hagan lo imposible por aislarme del mundillo político, aún a riesgo de ser ostracisado, no cejaré en mi empeño de correr cortinajes y sábanas que cubren la realidad, pues tal como siempre he dicho: no hay nadie más solitario que la Verdad, ya que la Verdad no tiene amigos. Y el que la dice, tampoco.
arturoalejandro90@gmail.com