Después de transcurrir una semana de la deportación ilegal del comunicador popular Joaquín Pérez Becerra, en muchos espacios y medios de comunicación alternativos, se continua con un importante debate alrededor de la política exterior del gobierno nacional; y su colaboración con el gobierno paramilitar de Colombia representando por Juan Manuel Santos el mismo que, desde el ministerio de la defensa en el gobierno de Álvaro Uribe, bombardeo Ecuador y promovió la criminal política de los falsos positivos. Ese debate, ahora, se enmarca en la respuesta ofrecida por el presidente Chávez ante las manifestaciones y críticas en repudio a la deportación ilegal del referido camarada.
La respuesta de Chávez, en resumidas cuentas, fue un duro ataque al Partido Comunista de Venezuela (PCV); sosteniendo que él asume la responsabilidad de la deportación de Joaquín Pérez Becerra, que sus ministros no tienen la culpa y que estos marxistas-leninistas que apoyaron a gobiernos neoliberales como el de Caldera y se creen más papitas que el papa, deben criticarlo directamente a él. Sin nombrarlo, directamente, enfoco su respuesta-ataque en el PCV.
Entonces, me parece muy evidente que el presidente Chávez, sin argumentos revolucionarios para responder ante la entrega de un camarada refugiado político, intentan descalificar las demostraciones de repudio ante la referida acción. Primero, reduciendo la posición crítica al PCV algo que es totalmente falso porque: Vladimir Acosta, James Petras, Eduardo Rothe, Carlos Lozano, Juan Carlos Monedero, Nestor Kohan, Narciso Isa Conde, Atilio Boron, entre otros intelectuales de la izquierda mundial críticos de la medida, no son militantes del PCV; además, La Unión Nacional de Trabajadores (UNETE), el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora, la Coordinadora Simón Bolívar, el Frente de Creadores Militantes, entre otras 35 organizaciones que repudiaron la medida, tampoco son apéndices del PCV.
Por lo tanto, es muy claro que no se puede restringir las justas manifestaciones de repudio a la medida de deportación ilegal al PCV; sin embargo, con valentía y coraje los militantes del PCV y de su juventud asumimos los ataques, pero reconocemos que no somos los únicos críticos de la deportación ilegal. Hay muchos más revolucionarios en Venezuela y en el mundo preocupados por las actuales relaciones carnales entre el gobierno paramilitar de Colombia y el proceso bolivariano; que están generando una clara derechización de la política exterior del gobierno venezolano.
Al mismo tiempo, se intenta descalificar y deslegitimar las manifestaciones de repudio por el apoyo electoral realizado por el PCV, al expresidente Caldera en las elecciones del año 1993; descontextualizando una decisión táctica del PCV, que aunque podamos calificarla posiblemente de errónea. Debemos manifestar que coadyuvo al sobre-seguimiento y puesta en libertad del presidente Chávez y, además, que ese apoyo se mantuvo hasta la aplicación del paquetazo neoliberal denominado “Agenda Venezuela” por parte del gobierno de Caldera.
Es así como, sin defender esa decisión del PCV en ese momento histórico de profunda debilidad de las fuerzas revolucionarias, no es correcto que de forma oportunista se saque en reiteradas oportunidades esa decisión táctica cuando el PCV critica una decisión del gobierno nacional; pero cuando el PCV asume y acompaña una política de la dirección del proceso bolivariano, por el contrario, se recuerden los otros 80 años de lucha del Partido Comunista de Venezuela.
Hoy, después de los ataques del presidente Chávez, muchos sectores no quieren acordarse de las luchas del PCV; en contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y la conformación de la Junta Patriótica. Se olvidan de la siempre rememorada exclusión del PCV por parte de los partidos pro-imperialistas y oligárquicos del Pacto de Punto Fijo, que supuestamente era la garantía de la democracia; pero se constituyo en el mecanismo para excluir y combatir a los comunistas. Tampoco rememoran hoy a los jóvenes militantes comunistas que, para bien o para mal, se fueran a las montañas de Venezuela a luchar por el socialismo y, desafortunadamente, regresaron derrotados. Se olvidaron de los militantes del PCV, asesinados y torturados por la falsa democracia como Alberto Lovera y Livia Gouverneur; esos muertos que salen a relucir en las campañas y discursos del alto gobierno, para denunciar la violación de los derechos humanos en la denominada “Cuarta República”. Menos recuerdan las luchas desarrolladas por Argimiro Gabaldon con los campesinos venezolanos o, por lo menos, los actos en honor de Pedro Ortega Díaz realizados por el presidente Chávez; ante el fallecimiento de ese gran comunista venezolano. Tienen tan poca memoria algunos, que hoy se pliegan al más burdo anti-comunismo similar al desarrollado por María Corina Machado, que no se acuerdan de los doce años (y los que faltan) de apoyo continuo al presidente Chávez y al proceso bolivariano.
Esa falta de memoria es muy oportunista, es una expresión de macartismo reaccionario; se constituye en un cortafuego reformista, que intenta aislar a los auto-críticos del proceso bolivariano y debilitar la incidencia en las masas de los marxistas-leninistas venezolanos; que por cierto hay muchos en el PSUV. Pero, sólo podemos concluir que a pesar de los burdos ataques hacia los comunistas venezolanos, por presentar nuestras auto-crítica; nosotros no vamos a permitir que el Gallo Rojo deje de seguir cantando claro: los errores y desaciertos del proceso bolivariano.
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