Y nos encontramos con
un tenebroso contador que va aumentando el número de sacrificados,
sin que se mueva ni un ápice, el correspondiente a los acusados, apresados
o al menos investigados por esos crímenes. Con el agravante de ser
un secreto a voces la probable autoría intelectual de la mayoría de
ellos, pero, igual, no pasa nada.
Nuestra revolución
se autoproclama obrerista y campesina. Pero el solo bautizo no garantiza
que sea así en los hechos. Para que esto se concrete debe existir conciencia
de sí y para sí entre la masa de trabajadores y trabajadoras de los
campos, las fábricas, las industrias, el Estado. De otra manera, el
nombre le quedará holgado y no tendrá sentido. Igualmente, las instituciones
deben responder con eficiencia, efectividad y eficacia ante los atropellos
que vulneren los derechos de estos sectores. Deben estar a su servicio.
Gobernar obedeciendo…dicen por ahí.
Esta cuenta, siniestra
por su manifestación lúgubre, pero muy diestra por los orígenes que
la provocan, tiene que inducir una respuesta contundente de nuestra
parte. ¿Hasta cuando sólo nos dedicamos a mover el contador y lamentar
los nuevos invitados a esta estadística macabra? Me parece que ya es
tiempo que el Estado ofrezca respuestas al campesinado venezolano y
que protestemos enérgicamente por el sistemático asesinato de sus
líderes.
La tierra y su distribución
equitativa es un elemento fundamental para la implementación de programas
y proyectos, enmarcados en la Seguridad y Soberanía Alimentarias. También,
apunta a la desconcentración de población, el mejoramiento de la calidad
de vida de las zonas rurales del país, el logro de una alimentación
sana y nuestra, la superación de los efectos de la crisis alimentaria
mundial y la consolidación de un modelo de producción agrario socialista.
Esto no es poca cosa. Y en este empeño de hacer justicia social, la
cabuya revienta por el lado más delgado: el campesinado.
Basta de crímenes
sin culpables. Basta de impunidad. Basta!
Hoy, digo una palabra
de silencio, para gritar fuerte, para reclamar justicia. Hoy la poesía
de un camarada y compañero de ruta, habla…
Digo una palabra de silencio
Digo una palabra de silencio,
Entretejiendo una lágrima infinita,
Entre 200 muertos en sordina
Entre tierras rasgadas de surcos
y sueños,
Luchas ancestrales por un derecho,
Ríos de sangre, de ingentes pechos
Entre palabras, discursos y hechos,
Cae la noche con su manto estrecho.
Miradas, evadiendo miradas,
Palabras, silenciando palabras
Un sol irradiando oscuridad,
La mentira convertida en verdad.
Murmullos entre tenues destellos,
Trémulos pasos desiertos,
Entre caminos de lienzos,
Se olvidan nuestros muertos.
Roja sangre derramada,
Entre gritos de justicia,
Verde sangre sesgada,
Entre la tierra labrada
La mano del sicario pasa,
Lóbrega azada de criminal paga.
Complicidad e impunidad acallan,
Gritos ancestrales, en manos canallas
Digo en silencio, una palabra
Por cada campesino caído,
Por lo que no se nombra:
Los que para siempre se han ido.
Wilfredo Herrera, 2010
Presidente Chávez,
seguimos rodilla en tierra…la esperanza viva y la confianza en ristre!
Los pueblos sabemos
pa’ donde vamos…
(*) Frente de Izquierda Revolucionaria Alberto Müller Rojas
Movimiento Continental Bolivariano-Capítulo Aragua