A mis hermanos del Rodeo

Hermanos muy queridos, no permitan que el “rodeo” sea de muerte, quiero verlos rodeados de Vida, la vida que solo da Dios cuando dejamos que sea él quien dirija nuestros destinos.

Reconozco la realidad de ustedes hermanos encarcelados, acepto que viven en situación inhumana, acepto y condeno la lentitud procesal viciosa y corrupta que hace más largos sus días en la cárcel. Pero también reconozco  la presencia de pecado dentro de los penales cada vez que se introduce en ellos la droga maldita y las armas asesinas. Con ellas entra la muerte en sus recintos,   mientras un minúsculo grupo de demonios viven afuera derrochando el dinero mal habido que ustedes les han entregado a cambio de la muerte.  No se dejen engañar hermanos ¡no lo permitan! por Dios y por  sus familias que es lo más preciado que tienen.

Hermanos ¿quién les ha envenenado el alma? Jesús nos enseña en el Evangelio que donde está nuestro tesoro allí también estará nuestro corazón. Si nuestro tesoro es la droga o las armas, el materialismo y la maldad, ello nos llevará a sembrar el mal y el dolor a nuestro alrededor, estaremos optando por la muerte que es todo lo contrario del mandamiento de Cristo. Él, Jesús de Nazaret,  también nos dice que cada cristiano debe optar por la vida, por el bien, ese debe ser nuestro tesoro. Si optamos por la vida, por el bien, por aquellas cosas que agradan a Dios como la amistad, la solidaridad, el servicio desinteresado al prójimo y todo el bien que podamos hacer, entonces todo irá bien y nuestras cárceles se convertirán en templos. Hasta las incomodidades se superan cuando hacemos de la fraternidad, de la paz, de la armonía y del respeto a la vida del otro, nuestra norma de vida.

Hermanos reclusos, depongan esa actitud, no permitan el comercio de la droga y de las armas los convierta a ustedes en una mercancía. Busquen el bien y les irá bien nos enseña el salmo 1. Pero si escogemos el mal nos irá mal y nuestra vida será llanto y dolor porque, se cosecha aquello que se siembra.

El padre Tito Brandsma, un carmelita holandés, fue encarcelado hasta su muerte por los nazis y en medio de sus dos metros cuadrados que tenía su celda cantaba, reía y nadie le podía robar su alegría porque estaba lleno del espíritu del bien, el Espíritu Santo. Pidan ustedes hermanos encarcelados a Cristo que ilumine sus corazones con la bondad y la sensatez para que todo este infierno existencial termine y volvamos a la paz.

No permitan que los  traficantes de armas, los multimillonarios de la droga se sigan enriqueciendo cada día más a costa de la vida de venezolanos inocentes. Su libertad solo la alcanzarán el día que alcancen su libertad espiritual, su libertad interior para decir NO a todo aquello que no contribuya para su felicidad. Denuncien discretamente pero denuncien a quienes los están llevando a la muerte, de modo que quien esté implicado sea castigado y excluido de sus filas. Solo así la felicidad y la paz podrá acontecer en sus vidas. Recuerden que el cielo o el infierno nos lo creamos nosotros mismos  aquí y ahora, no hay que esperar la otra vida, es aquí y ahora cuando estamos llamados a ser protagonistas de cielos nuevos o de nuevos infiernos, de nosotros depende. 

De corazón he ofrecido en cada uno de estos días mi oración por ustedes y pido al Dios infinitamente bueno que los ama tanto, para que cuide de sus vidas, pido por su libertad plena, pido para que se enderecen los entuertos malignos, esos que generan los retardos procesales que son, entre otros, el detonante para que las fuerzas externas del mal,  vengan a pescar en rio revuelto.

Dios los bendiga hermanos

numamolinasj@gmail.com



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Padre Numa Molina


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