El presidente Correa entabló hace algunos meses una demanda, por injuria
calumniosa, contra los propietarios y el editor del diario el Universo, a
raíz de un artículo publicado en dicho diario bajo el título “No a las
mentiras”.
En una actitud que en nada se parece a la de los funcionarios del gobierno
venezolano (que ignoran las injurias), el Presidente salió a defender su
honor y exigir una rectificación del diario, de su editor y de sus
directivos.
La prensa mercenaria ecuatoriana calificó de inmediato el hecho como un
ataque a la libertad de expresión, en un claro mensaje de que los medios de
comunicación tienen derecho a calumniar, vilipendiar, injuriar y
desacreditar a quien les venga en gana, sin que los agraviados puedan
defenderse; pues de hacerlo estarían cometiendo el delito de “limitar o
atacar la libertad de expresión”… ¿No les parece conocida esta historia y
esta actitud?
Es que en Venezuela, en Ecuador y en casi todo el mundo los medios de
comunicación no son más que empresas a través de las cuales se impulsa y se
defiende la ideología y los intereses de sus amos; ideología que hacen
suyas unos periodistas de pacotilla, que por lo general se tragan el cuento
de que forman parte de una “familia” de la cual los dueños son la cabeza.
Bueno, el caso es que los dueños y el editor se negaron a rectificar y en
su lugar atacaron nuevamente al Presidente acusándolo de tener pretensiones
de reyezuelo. Correa fue a los tribunales como un ciudadano más y exigió
cárcel para los mencionados y 80 millones de dólares de indemnización.
La prepotencia de quienes por siempre estuvieron acostumbrados a imponer su
criterio y ejercer el poder a través de la amenaza de destruir con sus
medios a quienes osaran contradecirlos, comenzó a desmoronarse en la medida
en la que avanzaba el juicio y se presentaban pruebas y argumentos.
El primer recule vino cuando “en un acto de rectificación y sacrificio” el
editor renunció con la esperanza de que el Presidente se diera por
satisfecho y retirara la demanda. Poco conocen a Correa quienes creyeron
que esa burda estrategia de sacrificar al peón podía influir en la
decisión del Presidente de poner en su lugar a unos ricachones
acostumbrados a pasar por encima de la ley y de la dignidad de los seres
humanos.
En la etapa final del juicio, los dueños de EL Universo demostrando en
primer lugar su culpabilidad, y en segunda instancia que carecen de
dignidad y que lo único que les importa es preservar el poder y el dinero,
cuando tragándose su orgullo y su prepotencia, ofrecieron que fuese el
propio Presidente quien redactara, a nombre de El Universo, el texto de la
rectificación en los términos que le satisficiera, seleccionara su
ubicación en el diario y escogiera los días en que quería fuese publicado.
“Tarde piaste pajarito” habría dicho mi tía abuela Auxiliadora, ya no
cabían rectificaciones, lo que único que procedía era asumir las
responsabilidades por los delitos cometidos. A tres años de prisión y al
pago de 40 millones de dólares fueron condenados los calumniadores.
¿Y cuál supone usted que ha sido y será la reacción de los medios, sus
dueños y sus periodistas a sueldo?
Periodistas como los de RCTV llorando por sus patrones y exigiendo una
rectificación. Editores argumentando que se trata de un acto de
subordinación de la justicia y un atentado a la libertad de expresión.
Medios montados en una campaña de descalificación y de desestabilización.
Nada diferente a lo que estamos acostumbrados a ver y oír en Venezuela,
pero ¡bravo por Correa! que tiene las bol… para enfrentar a los poderosos y
lo que es mejor golpearlos donde les duele… en el bolsillo.
arellanoa@pdvsa.com