Las FARC-EP son invencibles

La muerte en combate del comandante Alfonso Cano, constituye un episodio más en la trayectoria invencible de las FARC-EP y hace honor al concepto guevarista, “en la lucha revolucionaria se muere o se triunfa”.

 La guerra revolucionaria en Colombia mantiene la vigencia que tenía hace sesenta años en la conquista de los derechos cívicos del pueblo colombiano, aunada a la crisis del capital a escala mundial y la amenaza implacable del imperialismo contra la soberanía de los pueblos, como acaba de ocurrir en Libia.

 Desde su nacimiento, en las zonas conocidas como “repúblicas independientes” (Marquetalia, Guayabero, El Pato), las FARC han estado sometidas a bombardeos, campañas y cercos militares.

 Hace sesenta años, como mecanismo de autodefensa, las guerrillas liberales surgen, para enfrentar la violencia desatada por el gobierno godo de Ospina Pérez, que condujo a la muerte de Jorge Eliecer Gaitán. Violencia acentuada por Laureano Gómez con sus “chulavitas” (copia de los cristeros mexicanos), preámbulo de lo que han sido los paramilitares del narco político Álvaro Uribe. La diferencia entre “chulavita” y “paramilitar” (ambos cristeros), radica en que aquellos practicaban el “corte de franela” y el “corte de corbata”, con machete, en tanto los “paramilitares” adoptaron el descuartizamiento con moto sierra, la desaparición en crematorios, en los ríos, o en las mandíbulas y estómago de los caimanes.

 Esta ha sido la trágica, lúgubre, triste historia de Colombia bajo el gobierno de la oligarquía, de su aliado incondicional la jerarquía católica, y con el asesoramiento/financiamiento del imperialismo yanqui. La muerte de Gaitán se gestó en los púlpitos, las sacristías y los confesionarios. Eso explica el asesinato de curas y quema de iglesias en varias ciudades y pueblos de Colombia, el 9 de abril de 1948, como expresión de la ira popular contra sus opresores.

 Son 60 años de guerra de la oligarquía contra el pueblo colombiano para negarle, impedirle el ejercicio cívico de sus derechos ciudadanos. La comunidad internacional acaba de presenciar en varios pueblos, el domingo pasado (30 de octubre), el rechazo al fraude electoral que, desde siempre, cobija todas las elecciones nacionales, departamentales y municipales.

 Por el camino del éxito electoral, llegó la orden de exterminio de la Unión Patriótica. La oligarquía no aceptaba que miembros de la Unión Patriótica salieran elegidos alcaldes, concejales, diputados y senadores al Congreso Nacional. El éxito electoral de la Unión Patriótica llegó acompañado del decreto de “guerra a muerte” contra sus militantes (5.000 asesinados o desaparecidos).

 Por medio de estas políticas criminales y fraudes electorales,  la oligarquía se ha mantenido en el poder. Para alcanzar el clímax del cínico descaro, el ministro de la defensa en el gobierno de Uribe y actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, inventó los “falsos positivos”, práctica criminal que ha consistido en secuestros de jóvenes por medio de la oferta de trabajo en otra región, donde al llegar son asesinados, disfrazados de guerrilleros y mostrados a la prensa como éxitos militares, para justificar el financiamiento de miles de millones de dólares del “Plan Colombia”.

 ¿Por qué recurrir a los “falsos positivos”? Es la forma de ocultar la derrota de las campañas militares contra las FARC y la desmoralización de las fuerzas armadas. Desmoralización que tiene su origen en el pavor de los generales y sus subordinados, a la guerrilla, que en 60 años de enfrentamiento, ha derrotado todas las campañas y cercos dirigidos a exterminarla. La imposibilidad de derrotar la guerrilla, condujo a la oligarquía y sus generales, a renunciar a la soberanía nacional, a renunciar a la defensa de la soberanía frente al invasor extranjero en cumplimiento del juramento que hacen ante el altar de la Patria. Hoy, el pueblo colombiano por decisión de la oligarquía, la jerarquía católica y los generales de las fuerzas armadas, no tiene Patria, son colonia gringa, con tropas extranjeras y bases militares en territorio colombiano. ¡Qué humillación para el valiente pueblo colombiano que acompañó a Bolívar en la gesta libertadora de América.

 Durante 60 años el respaldo mayoritario del pueblo a las guerrillas ha hecho posible su invencible existencia. Para exterminar su base social, primero se crearon los “chulavitas”. Luego, con Álvaro Uribe, los paramilitares. Para unos y otros, la misión ha consistido en la matanza de campesinos en las zonas rurales, en amenazas de muerte para obligarlos a huir, arrebatarles las tierras, obligarlos al desplazamiento hacía zonas urbanas (cuatro millones), o hacia países vecinos (Venezuela 5 millones, Ecuador 500.000).

 En 1964, en respuesta al cerco militar conocido como Plan LASO, Manuel Marulanda y Jacobo Arenas fundaron en Marquetalia las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC-EP). Aquel pequeño frente, se transformó en numeroso ejército guerrillero, que extendió y acrecentó su poder de lucha por todo el territorio colombiano y se transformó con el respaldo del pueblo, en numerosos frentes que realizan ataques a las fuerzas militares y de policía - con un promedio de 15 acciones diarias - le inflige bajas de oficiales y soldados, le toma armamento, le derriba aeronaves, le ataca instalaciones militares. Ante ese asedio constante de la guerrilla y la imposibilidad de derrotarla, la oligarquía y sus generales, con el asesoramiento de militares y mercenarios gringos, han tomado el camión del exterminio, igual que en Vietnam, Afganistán, Irak y ahora en Libia, donde el imperio (EE.UU./OTAN) movilizó su arsenal de portaviones, fragatas misilísticas, submarinos atómicos, aviones no tripulados, para destruir las ciudades libias, impedir todo refugio y asesinar al Guía de la Revolución Verde, Muhamar Kadaffi, líder antiimperialista a escala mundial. De igual manera, para asesinar a Raúl Reyes, el Mono Jojoy y ahora el comandante Alfonso Cano, la oligarquía, con la tecnología militar gringa instalada en siete bases militares, bombardea de manera indiscriminada, zonas campesinas. Con esas mismas tácticas, salieron derrotados de Corea, Vietnam, Irak, Afganistán y sufrirán la derrota del pueblo libio que con el ejemplo del Guía inmortal Muhamar Kadaffi, retomará el camino de la lucha e independencia nacional.

 Los apátridas y mercenarios libios - igual que ocurre con los generales colombianos - no podían derrotar la resistencia del pueblo libio liderada por Kadaffi, sólo avanzaban detrás de los bombardeos. Si no es por los bombardeos de la OTAN, los apátridas y mercenarios libios no habrían avanzado ni un kilómetro. Igual ocurre con los generales colombianos.

 Pensar que la oligarquía colombiana y su ejército de generales  van a derrotar a la guerrilla de las FARC-EP y del ELN, es una hipótesis imposible. No podemos olvidar que los gringos, donde quiera meten sus narices imperialistas, salen derrotados (Corea, Cuba, Vietnam, Afgansitán, Irak, Paquistán, Colombia).

 La guerrilla de las FARC-EP y del ELN no puede ser derrotada, son invencibles por cuanto cuentan con el respaldo del pueblo colombiano y la solidaridad internacional. Las mayorías nacionales de América Latina, en Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay, Argentina, Uruguay, Brasil, Venezuela, Cuba, Nicaragua, Centro América, y el Caribe, le brindan solidaridad a la guerrilla en su lucha contra el invasor extranjero.

 A la guerrilla se va, a triunfar o a morir, por ello el guerrillero es la expresión más sublime del hombre en la ejecución de sus ideales y está presente en héroes como Sandino, Zapata, el Che, Manuel Marulanda, Raúl Reyes, el Mono Jojoy, Alfonso Cano, Muhamar Kadaffi, Lumumba y tantos héroes anónimos que a decir del poeta, “pueblan más la inmortalidad, que la tierra”.

 La muerte en combate del comandante Alfonso Cano, es un evento más en la trayectoria invencible de las FARC-EP. Es la pérdida lamentable de un líder curtido en treinta años de combate, pero, es un ejemplo de lucha a seguir y detrás de él, está la línea de mando, perfectamente definida y lista para ocupar la trinchera vacante.

 Las FARC-EP y el ELN, ahora, no son sólo la guerrilla que lucha por la tierra, los derechos de los campesinos y de las mayorías nacionales, sino, es la Fuerza Armada del pueblo colombiano que libra la lucha contra el invasor extranjero. La guerra en Colombia se ha transformado en guerra de liberación nacional para expulsar al invasor extranjero. Un nuevo ingrediente que se suma a la lucha.

  En Venezuela, debemos tener siempre presente, que la vanguardia de la lucha por nuestra soberanía está en los frentes guerrilleros colombianos. Si la guerrilla colombiana llegara a ser derrotada, al día siguiente nuestro país sería invadido por el ejército imperial para apoderarse de las riquezas naturales que guarda el subsuelo (petróleo, gas).

 Las FARC-EP y el ELN, no sólo son la garantía de lucha del pueblo colombiano, sino, que es nuestro mejor aliado en la defensa de la soberanía de Venezuela.

 Honor y gloria inmortal al comandante Alfonso Cano, muerto en combate, como mueren los héroes.

 Odio y más odio de los pueblos del mundo, es lo que cosechan los Estados Unidos y la OTAN, por sus políticas económicas y guerreristas. Ya ni en su propio país los quieren.

leonmoraria @gmail.com


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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

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