A Federico García Lorca
Se le vio caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
_sangre en el frente y plomo en las entrañas_
...Que fue en Granada el crimen,
sabed _¡pobre Granada!_, en su Granada
(Antonio Machado)
También fue otra madrugada en tiempos de borrascas. En tiempos de poemas, de libros, de brechas y de cantos.
Tiempos de partos y de fuegos.
Amigo que te vimos aquella noche con tu luz serena entre tus cejas alertas. Tu mirada franca curtida por los locos de todos los planetas. Lo mendigos de aquellas horas, los artesanos que zurcieron sus manos con tus manos y con tus obras. Nunca tantos desharrapados tomaron con sus pinceles los espacios de los oligarcas y colgaron sus caballetes de ilusiones en los corazones del pueblo.
Nunca hubo tantos fervorosos cantos, ni tantas sonoridades de violines como música de los cielos; ni tantas orquestas como escuelas de ángeles; ni tantos estallidos dorados sobre los cielos de estos campos y estas montañas andinas.
Fuiste un alborozado consuelo para tantos poetas hambrientos, para los embriagados solitarios de siglos, ocultos en sus covachas, despreciados por los cuerdos satisfechos del sistema; tu presencia Giandomenico Puliti fue una insólita y fugaz creación que como guiño de luces pasó por nuestros más caros y felices ensueños.
Para todo tuviste una sonrisa, quizá hasta una dudosa sonrisa compasiva. Quizá un comprensivo abrazo en la estela de las nuevas guerras.
Tú viste los destellos de las nuevas guerras contra la patria: el combate cruento del golpe, fuiste a la cárcel, prisionero por una brutal jauría y también perdonaste, también sin rencor volviste a tomar las armas para volver al mismo frente de batalla.
Ya estaba marcado para siempre.
Y como salías de abajo, con los de abajo siempre te quedaste.
Son los de abajo los que dan su sangre por los grandes cambios.
Son los de abajo los que nunca se rajan.
Son los de abajo los que verdaderamente defenderán este proceso. Son los de abajo los que no pierden el pulso y los que te llevan en el alma.
Ellos no te olvidarán nunca, Giandomenico.
Porque eras poeta te volviste peligroso.
Porque amabas a los desahuciados, fuiste señalado.
Porque fuiste de los que descubriste que la cultura brota de entre el puñado de los desplazados de siempre.
Porque descubriste que la cultura es la sangre del pobre.
Que cultura es rabia tenaz que exige justicia.
Que aquello que llamaban cultura en el pasado, controlada por una elite, era la consagración de la muerte, de la vileza, de la estafa, de la explotación y la mentira. Tú fuiste testigo de excepción de los que expoliaron a Juan Félix Sánchez, y por eso una de tus primeras medidas fue proteger sus obras.
Y para ti, tus mejores amigos siempre fueron los de zurrón bajo el brazo, los curtidos de dolor por los foetazos de la miseria, los condenados de la tierra.
Giandomenico, cumplió el mandato de Martí, de que con los pobres de la tierra su suerte quería compartir.
Y por eso hoy te buscamos por donde te vimos: por los barrios, por las covachas de los harapientos y raposos, por entre los ojos sufridos y cansados de los que resisten en el frente.
Ahí estás tú Giandomenico, eterno, firme, glorioso, creativo, todavía haciendo tu más formidable y batallador poema.
Brevísima reseña bibliográfica:
Nació Giandomenico Puliti en Mérida el 10 de abril y hoy apenas tendría 51 años. Hijo de esos inmigrantes italianos que escogieron esta tierra para laborar, para sembrar y amar. Y pocos venezolanos puede decirse le han dado tanto a esta tierra como lo han hecho los Puliti. No puedo menos que recordar que en una ocasión el etnólogo francés Jean Marc De Civrieux me dijo: “-Yo soy más venezolano que muchos que han nacido en esta tierra, no les ha quedado otra cosa que nacer aquí”. Y tanto Jean Marc De Civrieux como los Puliti dieron todo su arte y su industrioso saber a esta sagrada tierra que les acogía.
Al cumplir Giandomenico un año de edad, su familia se traslada a Tovar. Su padre, Arnaldo Puliti, junto a Giustino Sciamanna y Cósimo Salvemini, funda el Taller Roma.
Yo tuve la suerte de conocer un día al señor Arnaldo y compartir con él un café. Ya era todo un revolucionario, y afectuosamente compartimos una larga conversación sobre el destino político de Venezuela en aquellas horas borrascosas de finales del siglo veinte.
Dirigía el señor Arnaldo una de las empresas metalúrgicas, de las más reconocidas y de más trayectoria en el Valle del Mocotíes. Para entonces, cuando conocí al señor Arnaldo, esta empresa tenía más de cuarenta años de permanente actividad económica e industrial en la región.
Giandomenico cursó todos sus primeros años de estudios en Tovar: empezando por el antiguo Colegio Padre Arias, luego en el Grupo Escolar Claudio Vivas; más tarde en el Liceo Félix Román Duque y en el Ciclo Diversificado José Nucete Sardi. En éste último obtuvo su título de Bachiller en Ciencias.
Corría el año 1977. Gobernaba en su primer período Carlos Andrés Pérez; se proyectaba la llamada Venezuela saudita, y aunque el barril de petróleo llegaba a los 32 dólares, el país se ahogaba en la más espantosa de las frivolidades, y la nota más distinguida era tratar de comprar una casita o un apartamento en Miami. Se produjo la mayor enajenación de todos los tiempos que aún estamos pagando con creces. De aquella locura nacieron los primeros gérmenes de la gusanera de estos tiempos.
Aquella locura anti-venezolana, el desarraigo, la bebedera de whisky fino y caro a toda hora, el desamor por lo nuestro mientras en los barrios pobres cundía la más aterradora miseria…, todo aquello debió afectar la sensibilidad de aquel poeta en ciernes que era Giandomenico.
Mientras Giandomenico estudiaba, comenzó a interesarse por el deporte, dedicándole especial atención al ciclismo. En esta difícil disciplina deportiva destinó 12 años de su más vigorosa adolescencia y juventud.
Fue integrante de destacados equipos, vale decir: Brandy Martell, Lotería del Táchira y Cadafe Uribante Caparo, entre otros.
Formó parte de la Selección Nacional Juvenil en Campeonatos Panamericanos y Mundiales de Ciclismo.
Estuvo compitiendo en Italia, Colombia, República Dominicana, Uruguay y Norteamérica.
Estudió en la Universidad Católica Andrés Bello del Táchira. En la Universidad de Los Andes obtuvo el título de Licenciado en Letras.
Cursó estudios de postgrado en Literatura Iberoamericana en el Instituto de Investigaciones Literarias Gonzalo Picón Febres de la Universidad de Los Andes.
Fue articulista de fina y encendida pluma, escribiendo para periódicos regionales y nacionales. Sus trabajos han aparecido en revistas de amplia circulación, y durante más de nueve años mantuvo una columna en el diario Frontera.
Cumplió Giandomenico labores educativas en la Escuela Juan Picón González de la Parroquia El Amparo, y en el Colegio Nuestra Señora del Carmen en Santa Cruz de Mora. Formó parte del personal docente del Liceo José Nucete Sardi. Fue Director Administrativo en el IPASME-Tovar. Y luego pasó en comisión de servicio para desempeñarse como Presidente del Instituto Merideño de Cultura del gobierno regional.
También fue Director General en la Fundación para el Desarrollo Cultural del Municipio Tovar (FUDECUT). Director del periódico Quórum con el Arte y la Cultura y la revista Casa de la Fragua, órganos divulgativos de FUDECUT, así como Director de la revista Solar.
Formó parte del Directorio de la Corporación Merideña de Turismo (CORMETUR), de la Zona Libre, Cultural, Científica y Tecnológica (ZOLCCYT). Representó al Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) en la Subcomisión de Ilícitos y Fraude Aduanero de la Aduana de Mérida. Fue también Presidente de la Fundación para el Ciclismo del Estado Mérida (FUCIMER), además de Coordinador del Movimiento Quinta República en el Municipio Tovar.
Cuando arreglaba todos sus papeles para establecerse en una batalla para lanzarse como alcalde de Tovar, dejó a su amigo Alexander Javier Roa en Dirección de Cultura del Estado Mérida.
Él fue el candidato a la Alcaldía del Municipio Tovar por el MVR, PPT, PODEMOS, PCV y MEP.
EL CRIMEN
Los periódicos escuálidos de aquella hora en Mérida esgrimían todos al unísono, victoriosos, que el móvil del asesinato en la persona de Giandomenico Puliti había sido el robo. Se generó en este sentido una bochornosa declaradera de funcionarios de la policía que desfiguró desde un principio lo que debió ser una seria investigación de los hechos. Un crimen que por muchas razones se parece tanto al de Berruecos contra el Mariscal Antonio José de Sucre, sobre todo porque entró en el misterio más horrendo.
A Giandomenico lo asesinan entre las 12:30 y 1 de la madrugada del día sábado 8 de mayo, y ya para las 5 de la mañana, de ese mismo día, al caso prácticamente lo tienen resuelto. Se encontró al supuesto asesino, incluso con el arma incriminada, un revolver 38.
El asesino cantó todo, de la manera más natural: se puso nervioso y se le salió un tiro, y resulta que para los expertos, el disparo que acaba con Puliti lo ejecutó un hombre altamente experimentado en el uso de armas de fuego. Un solo tiro hizo este monstruo: Disparó de noche a un carro en movimiento con vidrios ahumados, dispara a la ventana detrás del piloto y le da en la nuca.
El carro, según versiones que se toman como oficiales, queda a la deriva, y no se lo llevan, como tampoco se llevan nada de sus objetos personales.
A las pocas horas, y en el sector de El Mirador, que no dista del lugar del asesinato unos tres kilómetros, unidades de la policía detienen al asesino prácticamente con el arma homicida en su haber, cuando todo el mundo sabe que lo primero que hace un criminal es deshacerse de esta prueba tal evidente (vital para incriminarlo en el delito). No sólo eso, sino que el tipo, al parecer lo encuentran celebrando, echándose los palos. Parece un cuento para idiotas, porque reza en el informe: “El sujeto se encontraba en el sector “El Mirador” al avistar a la comisión policial lanzó una chaqueta blue jeans hacia la parte posterior de un muro, prenda en la que los efectivos encontraron un revolver cañón corto, marca Ruger, modelo 357 Mágnum con seis cartuchos sin percutir en su interior”. ¡Coño, qué burdo cuento! El asesino estaba cumpliendo una condena de 28 años por dos homicidios más (entre 1993 y 1994), con un prontuario criminal que eriza los pelos y gozaba del beneficio de trabajo y acudía cada tarde al centro del Internado Judicial de Mérida situado al lado de la Comandancia General de la Policía, en Glorias Patrias. Según el informe, aparece que el asesino había firmado el ingreso a prisión, de modo que debió encontrarse en su celda y no tranquilazo urdiendo un mortal golpe con una arma costosísima. Y además él mismo cuenta, de que lo contrataron para buscar a un Fiat Palio y ejecutar la mencionada acción.
Analicemos un poco más la tesis del robo: Sale un alto criminal a robar, necesariamente porque necesita dinero, llega y mata de un solo disparo a un hombre que va en un carro por cierto nada lujoso. Pero en cometiendo el delito, que por cierto le sale de maravilla, deja tendida a su víctima en plena calle y se va; seguidamente, no huye a El Vigía o se enconcha lejos de la escena del crimen, sino que se queda por ahí mismo, como tampoco toma ninguna precaución por cuidar la prenda suprema “que le da sustento” y poder que es el arma, que además debía millones de bolívares. Si alguien sostiene que el arma pudo ser alquilada o prestada, peor todavía porque entre los asesinos las cuentas tienen que llevarse muy claras. Además, no usa cualquier bala, sino una bala expansiva, de las más caras, y que por cierto en aquellos momentos ninguna armería las estaba vendiendo. Añádase que según muchas versiones, al monstruoso personaje lo encuentran tranquilamente tomando licor. Un forjado cuento para idiotas o para imbéciles.
Esta es la más burda historia de una calidad macabramente cursi que nadie se tragó en Mérida. Lo que sí se dijo en Mérida, fue que corrió mucho dinero. Resulta que la policía no se paseó por el hecho de que a este criminal lo pudieron haber usado como parapeto para el horrendo homicidio, lo cual a esta bestia nada le costaba, dado el cúmulo de terribles delitos que se le imputaban y por los cuales ya estaba pagando condena.
No se investigó
tampoco el hecho de que Giandomenico había estado en dos ocasiones,
recientemente hospitalizado, por lo que nunca se conoció un informe de los médicos
que lo atendieron, para atar cabos y ahondar en todos los posibles escenarios
de un hecho tan grave y extraño.
Nuestra policía no ahondó mucho menos en que podía tratarse de un hecho
político, siendo Giandomenico era una figura descollante en el debate
ideológico de altura; que criticaba con severidad a la iglesia, a la actividad
de la CIA en Venezuela y al sionismo internacional.
Nuestra policía no fue al aeropuerto a investigar quienes habían entrado los días previos al crimen y quienes habían salido el mismo día sábado en los vuelos tempranos de la 6 de la mañana.
Nuestros policías se congratulaban de que el caso se había resuelto prácticamente en 48 horas, y la verdad es que no interrogaron a casi nadie, sobre todo a los que vieron a Puliti poco antes de que lo mataran. En los amplios comentarios difundidos por la ciudad se percibía que nadie tenía ninguna confianza en los fiscales ni en el juez que llevó el caso.
Lo preocupante de este crimen fue la manera como en pocas horas se enredó todo y se marearon los elementos de manera tal para que pasase como un hecho de delincuencia común, y con este mismo velo, perfectamente preparar las coartadas para que quedase impune. Hasta dejar desierta y condicionada cualquier salida moral o espiritual que de algún modo pudiese propiciar un movimiento político en la región que contundentemente exigiese justicia.
Porque todas nuestras desgracias y perdiciones han provenido siempre de que no hemos sido lo suficientemente radicales como lo exigía Simón Bolívar, y como siempre lo ha pedido a nuestro partido el Presidente Chávez.
Sencillamente se echó a un basurero el caso, como otro cangrejo policial más y lo pintaron como un supuesto robo, con visos de accidente, y lo más deprimente fue que hubo algunos camaradas que contribuyeron con su torpeza a darle crédito a estos inventos.
Para mí, no cabe la menor duda de que en este asesinato estuvo metida la red de paramilitares de la Coordinadora Democrática, los mismos que tenían conexión con los campamentos en Baruta, Carabobo y en el Estado Anzoátegui. Igualmente se sabía que cerca de Mérida, por la zona de El Vigía y el Páramo, en algunas fincas, existían campamentos paramilitares, cuyos actos criminales se desplegaban con harta facilidad por todas partes, principalmente por la capital del Estado. Y eso es lo que más profundamente debió investigarse en este caso.
¿POR QUÉ Y QUIÉNES LO ASESINARON?
Giandomenico Puliti era el más brillante intelectual del MVR en todo el Estado Mérida. Era incorruptible, y hacía duras críticas a su propio movimiento. La noche que lo mataron, refiere el profesor Mario Peralta: “Cuando Giandoménico Puliti se acercó a conversar (luego de la presentación del libro de la FBU, “La Universidad en entredicho”, efectuado aquel viernes fatídico), nos comentó la denuncia de que 32 legisladores, el 11-A habían saltado la talanquera. “En particular se refirió a uno de ellos diciéndome que lo único que le interesa es el dinero (el ex magistrado Luis Velásquez Alvaray). Luego se unió a la conversación Sant Roz y posteriormente se marchó aproximadamente a las 9,30 pm”.
Giandomenico fue seleccionado para eliminarlo por muchas razones: hombre culto, muy bien enterado de la situación política mundial, y con una manera propia y profunda de analizar lo que se estaba debatiendo en aquella Venezuela asediada por el imperio; surgía nuestro país como líder de la transformación planteada desde hacía 180 años en Latinoamérica. Yo lo divisaba como un político con proyección nacional y más allá de nuestras fronteras. Lo del tiro en la nuca fue profundamente revelador. Cumplida la orden macabra, los asesinos se evaporan como si nada. De modo que el móvil jamás pudo haber sido el robo como salieron a decir funcionarios de la policía a las pocas horas del crimen.
A las pocas horas de aquel crimen el canal abominable canal Globovisión, a través de su corresponsal en Mérida, lo presentó como un simple crimen por robo, sin tener él ninguna clase de pruebas, y si que la policía hubiese emitido ninguna declaración sobre el caso.
Todo, sin duda para empantanar de la manera más sucia las investigaciones, exactamente lo que se hizo simultáneamente a este crimen con el hallazgo de los paramilitares en la finca Daktari del cubano agusanado Robert Alonso, catalogándolo de montaje y de show, cuando todo el mundo sabía que los únicos expertos en confeccionar tales laboratorios y manipular los todos los elementos para lograrlo eran en aquel momento los poderosos dueños de la Jineteras.
Cuando Giandomenico asume una lucha frontal contra los altos jerarcas de la podrida iglesia venezolana, entra en el terreno más peligroso de la ultra-derecha. Es allí donde se encuentra el más obtuso, enfermizo y negro campo de los elementos de Opus Dei, que en Mérida ha fructificado con fuerza y terror. Y Baltazar Porras no es hombre de perdones ni de andar contemporizando con las verdades que día tras día se fueron desvelando sobre esas actividades golpistas de la ultra-derecha. No es hombre con el temperamento ni la fortaleza para corregirse, ni para perdonar ni mucho menos evitar el rencor y la venganza. Estuvo en Miraflores el día del golpe, se mantuvo firme al lado de la Coordinadora Democrática que mantuvo una virgen como estatua de la libertad en la Plaza de Altamira, y que la colocaron dizque para desagravio “por la acción de los Círculos del terror”. Giandomenico era odiado por esa ala oscura de la reacción oligárquica exactamente como pasó con Federico García Lorca. El poeta siempre es peligroso por su luminoso don de luz sagrada en medio del odio y la venganza; Giandomenico fue el blanco de la ira sanguinaria de la ultra-derecha, por su cada vez más comprometida posición al lado de la revolución bolivariana. Por su fino humor y su penetrante juicio analítico, las bestias del terror se ensañaron contra su honestidad; fue otro Abel, al que la abominable oligarquía no podía perdonarle su pureza.