Para continuar protegiendo intereses transnacionales y sojuzgar al país, el Depto. de Estado norteamericano ya no confía en el pánico que los fascistas, derechistas y algunos ‘socialistas de ocasión’ sienten en Chile por la democracia verdadera.
Arturo Alejandro Muñoz
LO ACAECIDO al presidente boliviano Evo Morales en su viaje de regreso desde Rusia tiene olor y forma de “asalto armado”. Un grupo de decadentes gobiernos -de una también decadente unión europea- echaron mano a sus servicios de contraespionaje para protagonizar una aventurilla al más puro estilo hollywoodense, negándole autorización de uso del espacio aéreo a la aeronave donde viajaba un mandatario sudamericano, democráticamente electo y respetuoso de la Constitución Política de su nación.
Una vez que esa aeronave informara su crítica situación ante el evidente agotamiento del combustible, se le autorizó descender en un aeropuerto vienés (Austria), aunque todavía Francia y Portugal le negaban autorización para surcar el espacio aéreo de esas naciones. Fue así que debió permanecer catorce horas en Viena, ya que el gobierno francés solicitó a las autoridades austríacas verificar el número de los integrantes de la tripulación para permitirle al Pdte. Morales continuar su viaje por territorio aéreo francés, pues París sospechaba que en la aeronave viajara el ex agente de Inteligencia norteamericano (Edward Snowden), buscado y perseguido tenazmente por las autoridades estadounidenses por revelar "secretos de estado".
En el ínterin de este absurdo, el embajador de España en Austria tuvo la osadía -firmemente rechazada por Evo Morales- de hacer un intento por subir al avión para inspeccionarlo, antes que Madrid diera su visto bueno (luego de muchas idas y venidas y llamados y consultas con la embajada norteamericana en Madrid) para que la aeronave repostara combustible en la Gran Canaria.
Como es dable comprobar, muchas de las naciones europeas se han convertido en el nuevo “patio trasero” de EEUU, agregándole a esa característica geográfica-económica la calidad de obsecuentes cascarrias de un imperio que, sin lugar a dudas (habida consideración de los datos reales y duros), se encuentra en el inicio del corto camino hacia el derrumbe, el que habrá de producirse no bien la misma comunidad económica europea se venga al suelo ante la carencia de los recursos naturales que conforman la energía vital que permite a los seres humanos subsistir y crecer.
¿Cómo es posible intuir la caída de un imperio? La respuesta más directa se obtiene analizando la Historia de Egipto, Persia, Alejandro, Roma, ya que en esos lugares las contradicciones internas jugaron finalmente como factor decisivo que gatilló el debilitamiento de sus instituciones y su poderío. Así ha sido siempre, y así seguirá siendo.
La paranoica saga de declaraciones y acciones realizada por el gobierno de Obama y sus aliados europeos (Portugal, España, Francia, Italia, Alemania), dan cuenta del estado real en que se halla la economía de Estados Unidos, misma que exige a sus políticos, industriales y militares llevar a cabo invasiones utilizando cualquiera sea el pretexto, pero que le agencien al país del norte nuevos recursos naturales ya que ninguno de los gobiernos, desde Eisenhower al actual, pudo poner coto al desmedido consumo de una nación –y una población- cuyo único credo ha sido considerar al planeta como propiedad personal.
Últimamente el gran imperio ha sufrido severos tropiezos al sur del río Bravo, donde mucha gente le sale a al camino dispuesta a desobedecerle y mandarle a buena parte. Es lo que acaece con la postura que varias naciones latinoamericanas han adquirido respecto de sus relaciones con el imperio norteño, asentado ello en que las voces de millones de sudamericanos se han alzado exigiendo independencia, respeto a la soberanía y a las raíces de cada país, como es el caso de Ecuador, Venezuela, Bolivia y Argentina.
En medio de la desesperación, Washington instó a quienes aún se mantienen arrodillados ante la Casa Blanca (léase: Chile, Perú, Colombia y México) integrarse a un ente parido por el establishment norteamericano cuyo único objetivo es contrarrestar el crecimiento de organismos como UNASUR y ALBA.
De ese modo, Santiago, México, Lima y Bogotá, casi sin chistar -ni menos aún consultar a sus respectivas ciudadanías- ingresaron a “La Alianza del Pacífico”, organización que sin duda alguna existe para intentar detener el avance de aquel grito libertario que vocearon, hace más de doscientos años, los padres de las patrias sudamericanas, y además privilegiar los intereses transnacionales y estadounidenses incluso por sobre los propios… lo que en buen castellano significa optar ‘voluntariamente’ por dar bienestar y comodidad a las sociedades del hemisferio norte híper desarrollado en detrimento de los propios habitantes del hemisferio sur.
Pero, el horno no está para bollos ni el agua se encuentra hervida, pues al menos en Chile la sociedad civil despertó y ha aislado a los políticos del duopolio Alianza-Concertación (indiscutiblemente socios en corruptelas, traiciones a los electores y ‘compadres’ en la venta del país a manos privadas). Por ello, Estados Unidos, siempre ‘bien’ dispuesto a sufragar gastos si se trata de ayudar a políticos y gobernantes putrefactos que sean entreguistas fieles a Washington, observa con mirada estupefacta que poco ha servido esta vez su política de chorrear dólares entre los asistentes al Congreso y los moradores de La Moneda, ya que ellos han sido incapaces de detener la oleada de indignación que sacude a Chile.
El temor de los analistas norteamericanos, sitos en la CIA y en el Pentágono, reside en que esta vez sí es posible –concretamente posible- que la derecha no sólo pierda sin apelación en los próximos comicios presidenciales, sino, peor todavía, que ella reciba en la elección parlamentaria una paliza de tamaña envergadura que su participación y presencia en el Congreso Nacional caiga por debajo del 30%, poniendo en serio peligro los quórum calificados, tanto como el derecho a veto que durante estos 23 años le ha permitido ‘mantener a raya’ todo intento legislativo por derribar el sistema binominal, avanzar hacia una nueva Constitución Política, cambiar el sistema previsional, redactar un nuevo Código del Trabajo y recuperar –para el país- las riquezas básicas.
Junto con lo anterior, los miedos “washingtonianos” apuntan también a que un nuevo gobierno chileno opte por consultar a los ciudadanos respecto a la participación del país en algunos determinados organismos supranacionales, como es el caso de la ya mencionada “Alianza del Pacífico”, y además revisar los Tratados de Libre Comercio que, dicha sea la verdad, no han servido en nada a la población chilena; muy por el contrario, la han atado a obligaciones que benefician única y directamente a poblaciones de países desarrollados, tanto como a los predadores de siempre, esos que se mantienen pegados a la piel de la nación para chuparsu sangre y vivir del endeudamiento y desgracia de 16 millones de personas.
Lo mencionado en estas líneas no es un desvarío, pues la propia prensa oficial chilena ha publicado opiniones de encumbrados dirigentes derechistas, quienes no se ahogan al expresar sus temores llegando incluso a amenazar con “la salida a la calle de las fuerzas armadas” si la ciudadanía, democrática y soberanamente, decidiese estructurar una Asamblea Constituyente para cambiar la actual carta fundamental, redactada entre cuatro paredes e impuesta a fuerza de bayonetas y engaños. Ante esta posibilidad, el fascismo criollo y la derecha dura -como también algunos ‘socialistas de ocasión’ (es el caso de Camilo Escalona)- manifiestan públicamente sentir pánico por la democracia y prefieren continuar ‘protegiéndola’ del pueblo y de la libertad.
A esos esperpentos políticos (anti chilenos, vendepatrias y anti latinoamericanos), Washington les aplaude calurosamente por su decisión de seguir engañando, explotando, estrujando y expoliando a millones de chilenos en beneficio exclusivo de intereses que, aunque alguien no lo crea, son atentatorios contra el desarrollo armonioso de nuestra sociedad.
Pero, no basta ya el simple aplauso, pues cualquier periodista experto en asuntos internacionales sabe que en Chile la derecha -y sus aliados- se encuentran en pleno proceso de “Pre-Mortem” política, y aquello de lo cual no se tiene certeza absoluta es si la agonía será larga… o durará sólo hasta noviembre próximo, mes en el que se realizarán las elecciones parlamentarias, y la presidencial.