Cobardes

Normalmente no me gusta escribir sobre la filosofía, o hacer “análisis” sociológicos, o morales, o “predicar” sobre los que deberíamos y no deberíamos pensar o hacer – hay suficiente gente a quienes les interesa tocar temas en ese sentido. Prefiero hablar de pensamientos, observaciones, evaluaciones, conceptos, estrategias, acciones, y resultados – pero aquí quiero hablar del aspecto filosófico sobre el tema del perdón, sin entrar en la semántica filosófica en la materia. Esto fue inspirado por el caso de Yván Simonovis el asesino, y las recientes reacciones de varias personas y grupos.

Me recuerdo las tantas veces que Chávez repetías algo como, “Hay que enfrentar de cara a los errores, no inventar, no mentir, sino aceptar y enfrentar.”

Con esta noción, o filosofía, estoy al 100% de acuerdo, eso lo decidí a los 15 años de edad después de ciertos eventos en mi vida que me llevaron a vivir en las calles, donde si uno no enfrenta la realidad, de frente, un no queda vivo mucho tiempo. En la calle, uno tiene que ser verdadero, honesto, directo, real, y no hipócrita. Las calles odian a los hipócritas, a aquellos cobardes que no enfrentan sus demonios. A esos los llamamos “ratas,” y no merecen perdón.

NB: Al contrario de los que mucha gente pueda creer, no todos los que viven en las calles son delincuentes. En realidad, la mayoría no son delincuentes, porque a los delincuentes les gusta el confort, y la calle no es nada de confortable físicamente, aunque lo sea para muchos de nosotros espiritualmente y mentalmente.

Ciertamente hay lectores que me entienden.

De todas maneras, con respecto al perdón, sabemos que Jesucristo, mientras que moria en la cruz, dijo algo como, “Perdónenlos, porque no saben lo que hacen,” pero en ese caso, al parecer, Jesucristo hablaba de perdonarles por lo que le habían hecho a él, es decir, Jesucristo tenía en ese momento la potestad para perdonar a los que le ofendieron. También, me recuerdo de que en algún lado en la biblia, alguien dijo, “Perdonen a loa otros como a ustedes les gustaría que los perdonen.”

No sé que hubieran dicho sobre el perdón las únicas 4 personas con quienes, hasta ahora, he compartido el 100% de las ideas y conceptos de vida – ellos son Hugo Chávez, Mao Tse Tung, Fidel Castro, y Michael Tellinger – pero me imagino que nunca hubieran perdonado arbitrariamente a nadie. Es decir, tendrían, digo yo, criterios muy claros en este aspecto, así como yo los tengo.

1- Antes de perdonar a otros, hay que aprender como perdonarse uno mismo. Para perdonarse a uno mismo, uno debe enfrentar el error, y corregirlo con acciones correspondientes, y aceptar su error frente a todos los que estén involucrados. También hay que reconocer y aceptar que no todos lo perdonarán a uno, y vivir con esas consecuencias. Si uuna persona sana dice que se ha perdonado, pero no ha tomado estas medidas, entonces esa persona es un hipócrita.

2- Siempre hay que perdonar a alguien que esté enfermo, físicamente o mentalmente, porque lo físico y los mental están ligados íntimamente. Por ejemplo, si alguien mata a uno de mis familiares, y se descubre que la persona estaba sufriendo de algo grave que le amenazaba su vida, por ejemplo, el SIDA, cáncer, esquizofrenia, demencia, neuroglicopenia, epilepsia, etc., entonces hay que perdonarlo, porque esa persona no sabe lo que está haciendo.

3- Nunca se debe perdonar a alguien por algo que le hizo a otra persona, porque uno NO TIENE ESA POTESTAD para juzgar bajo esa circunstancia, a menos que uno sea un gran hablador de paja. No me toca a mí perdonar a alguien que violó a la hija de mi amigo.

4- Nunca perdonar arbitrariamente a alguien que esté bien de salud, a menos que esa persona sea intelectualmente discapacitada, porque la gente que tienen bajos niveles de capacidad intelectual, a veces no saben lo que hacen – o que la persona sea demasiado joven o demasiado viejo para entender las repercusiones de sus acciones. Pero a una persona “normal,” nunca perdonarle, a menos que esa persona haya enfrentado su error directamente, y de frente, y haya aceptado que haya cometido el error, frente a todos los que estén involucrados en el asunto, y que esté dispuesto a pagar reparaciones. Pero, aun así, las víctimas tienen el DERECHO natural de no perdonar, y de demandar la reparación que sea. Lo único justo en la reparación es lo que demanda la victima (aunque siempre es bueno negociar con la presencia de un árbitro, por razones prácticas). Pero, las cosas que yo nunca perdonaría, aunque el criminal esté totalmente arrepentido, es, como en Arabia Saudita, cuando el criminal asesina, hiere, o viola a un inocente. Eso, nunca le perdonaría a nadie si yo fuera una de las víctimas. Esto me ocurrió con relaciona un caso de secuestro en el cual yo estaba directamente involucrado, y nunca le perdoné al psicópata criminal que hizo, lo que hizo (más allá del secuestro), muy malo, mientras que estaba completamente consciente de lo que hacía. Nunca. ¡Que se vaya al infierno!

Hablo de todos esto porque hay cosas que no me cuadran.

Mientras que hay gente que no tiene nada que ver con Yván Simonovis y sus MUCHAS víctimas, diciendo que hay que acordarle algún tipo de clemencia a SICARIOS psicópatas como Yván Simonovis, los familiares están tratando de impedir que a esos criminales se les de algún tipo de indulto, eso es su prerrogativa, ellos tienen esa potestad, y nadie más, ni un juez, ni algún político o politiquero, ni la Asamblea Nacional. NO. NADIE más. Les corresponde solamente a las víctimas, lo que incluye de manera DIRECTA a los familiares de las víctimas. NADIE más tiene la potestad para perdonar a esos malvados seres diabólicos. NADIE.

Una cosita más, si yo fuera un criminal asesino de inocentes, como Simonovis y compañía, y que de verdad me arrepintiera, sin ser un maldito hipócrita, NUNCA en mi vida quisiera ser perdonado, porque simplemente no lo merezco, y debo enfrentar mi condena como un ser honrado, y no como un cobarde, así como Simonovis y los otros, quienes siempre andan buscando el indulto.

Cobardes.


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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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