Raúl Bracho, no eres el colofón

Que triste noche para mi, la de anoche. Por mi manera de ser, había puesto en veda mi tristeza, pero anoche se levantó esta prohibición que tenía sobre mi congoja, porque mi ánimo merecía un escape. Mi querido hermano de vida, Raúl Bracho, joven militar bolivariano fue cobardemente asesinado en una celada, montada en esta maldita guerra que se libra, contra los que trafican con la despensa del pueblo, con los que socavan las esperanzas, con los que consideran el hambre como mercancía.

Nos conocimos en los albores de la revolución bolivariana en el año 1992 y junto al desaparecido camarada y hermano Bernardo Filliaggi, nos asentamos en el Sur del Lago de Maracaibo. Raúl proveniente de la tórrida comunidad de Casigua-El Cubo, Bernardo y yo de la serrana y templada Mérida. El era un chamito, Bernardo y yo teníamos universidad encima. Llegamos a una ciudad como Santa Bárbara de Zulia que se había detenido en el tiempo, sumida en el conformismo y el miedo impuesto por los poderosos de la tierra que compraban ganado y la vida de la gente. Fuimos perseguidos, encarcelados y amenazados por tener un terrible tufo chavista que perfumaba el estercolero de esta extensa planicie plagada de terratenientes feudales. En esas condiciones, fundamos el Frente Estudiantil Bolivariano Universitario 27 de Febrero (FEBU-27) y que posteriormente se cambió en FEU-27 dentro de la excluyente y privada Universidad Sur del Lago, convirtiéndonos en una alternativa política en el mero centro de la derecha ganadera. Fue el primer movimiento estudiantil bolivariano que ganó a nivel nacional una elección universitaria, antes que el Compañero Comandante Chávez asumiera la presidencia. Luego, en mayo del año 1994 como parte de nuestro trabajo en el MBR-200, nos correspondió recibir al Comandante Chávez en esta zona, recién salido de las mazmorras de Yare.

Asumimos la vice-presidencia y presidencia del Centro de Estudiantes de esa casa de estudios y Raúl Bracho, se convirtió de igual manera en elecciones posteriores, en el presidente de los estudiantes de esta Alma Mater. Estos eventos permitieron a través de la lucha continua e incansable, promover de manera tangible el pase de una universidad donde privaba el ingreso de los hijos de los obreros, para ser decretada universidad pública incluyente por el Camarada Comandante Chávez el 8 de mayo de 2000 y esta transformación no solo fue de la universidad, sino todo el Sur del Lago que floreció bajo la sombra benigna de esta casa formadora de juventud progresista. Raúl Bracho ya era soldado desde entonces, con el uniforme del estudiante contestatario y rebelde y como anécdota me acuerdo que nos encontrábamos en la ciudad universitaria de la UCV en Caracas sitiada por todos los flancos por la guardia pretoriana que nos disparaba no solo gas del bueno, sino plomo del malo y teníamos una reunión con el entonces ministro de educación Antonio Luis Cárdenas y el me dijo que fuera yo junto a otros compañeros, porque el no quería una reunión con el sujeto que quería eliminar nuestra universidad y convertirla en un abandonado núcleo de la ULA, que el mas bien se quedaba con el grueso de los compañeros que combatía en la calle a las huestes represoras del gobierno. Su mano como catapulta fue una de las tantas que lanzó piedras de dignidad. Eran otros tiempos, cuando el gobierno estudiantil era del pensamiento humanista, de la izquierda esperanzadora, no como ahora entregado a la derecha fascista contra natura y de espalda a la realidad social, solos encerrados en la fortificadas ermitas de la mas rancia cofradía contrarrevolucionaria.

Nos graduamos en julio del año 1998, el de licenciado en administración de empresas agropecuarias y yo de ingeniero. Me quedé por aquí y el acudió al llamado de su alma, al llamado del ejercito de la patria, donde aparte de librarse de su cabellera que tanto cuidaba se enamoró del destino que asumió como derrotero. Le hicimos saber medio en broma y medio en serio, que no veíamos un “tirapiedras revoltoso” como el, enfundando un uniforme y la disciplina castrense que ello conlleva. Nos equivocamos, no tiraba piedras, era disciplinado, pero su talante contestarlo hacia la injusticia estaba intacto. Era una de las pocas personas que me sacaba una carcajada, cuando el blanco de su burla era yo. Como todos, tenía defectos, quien no los tiene; pero, coño, ese mar de virtudes los remojaban.

Se que ha sido muy personal mi escrito, pero hay que ponerle humanidad a los titulares de la prensa. Nuestros muertos duelen y que jode, pero este es una victima nacional y queremos que nuestro gobierno revolucionario busque el arma de donde salió el plomo que cauterizó esta vida, si es una bala que lo defiende o la bala que lo mata. Raúl no debe ser un mártir, una referencia numérica o jerárquica, era un valioso ser irreverente y bien “pilas” para que lo hayan asesinado de manera tan alevosa, sin tiempo a defenderse como soldado que era, no solo de formación sino de convicción hacia la defensa de la vida.

Al escribir sobre la partida física de alguien a quien queremos, hacemos uso de lugares comunes o frases muy trilladas. Lo único que puedo decir es que lo vamos a extrañar mucho, sus tres chamos y su compañera Nelly sus viejos aun mas. Y esperamos, que el contingente de nuestro Gobierno Bolivariano y del Ejercito Nacional Bolivariano tengan este trágico acicate para redoblar el combate contra los enemigos del pueblo, los visibles y los camuflageados, para que Raúl Bracho no sea el colofón de este escrito, ni de otros, ni de la lucha emprendida por el y los iguales a el.

No doy para más hoy.

Sin Chávez no hay Revolución, porque Chávez es la Revolución. Y todos somos Chávez, porque está Revolución es Chavista.

Ingeniero

cajucont@gmail.com

cajucont@yahoo.com.mx


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Carlos Contreras


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