Rechazamos con todas nuestras fuerzas el vil asesinato de nuestro compatriota Robert Serra, símbolo de la juventud nueva, del liderazgo nacido bajo la revolución, diputado a la Asamblea Nacional y referencia de opinión pública. Deplorable siniestro que debemos valorar en su sagrada dimensión devida humana más allá de las circunstancias terribles en las que ocurre. Para quien esto escribe nada existe más importante que preservar la vida y enaltecerla hasta llevarla con dignidad. Todas, absolutamente todas, tienen el mismo valor; incluso la del preso o el delincuente que cae abatido y luego reseñan los medios con un mote y celebrando que se trata de “uno menos”. Algunos han criticado la amplitud de la cobertura y del impacto de la noticia y han querido restarle importancia, alegando que son muchas las vidas que se pierden a diario por la violencia criminal en Venezuela. Y sin duda que a todas hay que hacerles justicia porque la impunidad no es buena consejera social; pero la de Robert reviste unas condiciones verdaderamente preocupantes.
Hasta ahora nuestra revolución Bolivariana y la contra/revolución habían mantenido una polarización con episodios difíciles. Personalmente en alguna ocasión viví la intolerancia que casi nos lleva a un enfrentamiento fratricida: los días previos al golpe de estado en abril del 2002 y en medio del paro/sabotaje petrolero de finales de ese mismo año. Sin embargo la paz tomó sucauce y no se desbordaron las pasiones. Recientemente hubo conatos que revivieron aquella atmósfera socio/política cuando en abril del 2013 con el mismo espíritu envenenado se llamó a desconocer la victoria del Presidente Maduro, y en febrero/marzo de este añocon la guarimba que dejó sus cicatrices. En ambos eventos ganaron la civilidad y la convivencia. En el caso de Robert la saña con que actuaron los asesinos, el desprecio que mostraron por su condición, así como el protagonismo del joven diputado, entre otras razones, hacen del caso un hecho gravísimo, no porque no sea igual que otro venezolano víctima de la violencia, sino por la investidura que albergaba y su impacto en el chavismo social. La historia reporta eventos que desencadenan una vorágine de violencia que ha envuelto a varias generaciones y de los que no se sale tan fácil. No hace falta ir muy lejos, basta mirar al lado lo que pasó desde el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán.Por eso el hecho del asesinato de Robert tiene implicaciones aun indescifrables.
Atemos cabos: la amenaza del video de Lorent Saleh hablaba de asesinar de manera selectiva a “20 muñecos”, a líderes populares que tienen contactos en los barrios, su relación estrecha con Álvaro Uribe, la funesta historia de éste con el paramilitarismo, dejan abierta la sospecha de que lo ocurrido con Robert guarda mucha relación con el macabro manual de actuación de los paramilitares. Que lo digan los más de tres millones de colombianos desplazados por estas prácticas, muchos de quienes han encontrado refugio en nuestro país. Colombia ha vivido más de medio siglo con el terror en el cuerpo especialmente el movimiento popular. ¿Los asesinos de Robert apuestan a esto?
Todo este cuadro social de descomposición que trajo la guerra en Colombia durante muchos años pareciera se ha trasladado hacia Venezuela.La violencia criminal ha tomado formas extraordinarias y ha mutado más allá de la delincuencia común. Creo que su combate no puede ser de la manera convencional.Hay un desborde peligroso en ciertas áreas del país, el Zulia es uno de ellos, en los que la ola de sicariatos, la penetración del paramilitarismo y la proliferación de mafias criminales dejan ver que estamos en presencia de otra cosa. Urge tomar medidas también extraordinarias.No podemos combatir esta realidad con las mismas normas y procedimientos que rigen contra la delincuencia común. El Estado en toda su extensión debe tomar medidas extraordinarias en el marco de la Constitución y el respeto de los derechos humanos para defender el anhelo de la sociedad venezolana a la paz y la convivencia.
henrymaracaibo@hotmail.com
Diputado PSUV Zulia-Maracaibo
@henrymaracaibo