Lo que la pasó a Francia el viernes 13, “es lo que hemos vivido en Siria por más de 5 años”- Bashar al Assad. Muy aterrador el momento vivido por los parisinos la noche del viernes; que nos deja una impresión de impotencia de la población ante el acecho terrorista; lo mismo pasó con el avión ruso en el Sinaí, las bombas en Beirut. Se mira que estos actos van saliendo del viaje de ida y vuelta que lleva consigo la promoción y la lucha contra el terrorismo.
Independiente de quien los planifica y los realiza, ha habido en la historia contemporánea acciones similares que terminaron en destrucción de los países señalados como generadores de tales actos: las dos torres, condujo a la destrucción de Irak, donde fueron asesinados más de 1 millón de ciudadanos; hundir la corveta Cheonan sirvió de justificación para romper los logros de reconciliación alcanzados entre Corea del Norte y corea del Sur; una película realizada en un país árabe, de matanzas provocadas por el gobierno libio, terminó en destrucción del país, el asesinato de más de 100 mil ciudadanos y en el inhumano magnicidio de Gadafy y su familia.
Como se ve en esta lógica, lo que viene es seguro: la invasión imperialista sobre Siria, un signo de ello es que la agenda del G20 giró a la lucha de todos contra el terrorismo.
Ahora bien, pensando en las zonas geográficas y los pozos petroleros controlados, por el momento por el Estado Islámico, no cabe la menor duda, que la reacción del G20 apunta al control y repartición de esas zonas.
Una cosa es cierta, que a los imperialistas en ese viaje de ida y vuelta terrorista no les importa la destrucción de hermosas ciudades y su cultura, masacrar la población civil, ni el perfil paradojal antropológico resultante de culto y temor al militarismo y a la guerra.
Sin embargo, hay una variable que podría impedir mayor masacre y destrucción: La presencia de Rusia en el terreno y los avances militares del ejército gubernamental sirio.
¿Cómo le van hacer los imperialistas con esto?