Que íbamos a esperar viendo lejos como idiotizados, que el mundo se venga encima por temor al qué dirán, y que setenta victimas del terrorismo se eleven a ciento cuarentas caídos por indolencia de ese órgano acusador del Estado, que en vez de impartir oportuna justicia, prefiera meterse los ojos donde nunca llega el sol. Si realizáramos una ligera encuesta, precisamos que la inmensa mayoría de los venezolanos piden a grito que le pongan los ganchos a quienes en el Ministerio Publico se hacen la vista gorda, mientras continúan enlutándose inocentes hogares, quienes en ningún momento solicitaron que fueran inmolados en un Circo Romano.
Me cuento entre los millares de ciudadanos que aprueban el exhorto del Ministro de la Defensa, Padrino López, pues definitivamente alguien tenía que atreverse a ponerle el cascabel al gato. Y como a falta de pan cazabe, entonces que sea el Fiscal General Militar, Edgar José Rojas, quien ponga orden en casa, para lo cual deberá comenzar por enjuiciar a los irresponsables del Ministerio Publico que por inacción se comportan como cómplices de esta tragedia griega que amenaza con desmoronar a instituciones fundamentales de nuestro Estado. Que chillen la ONG tarifadas, y cuatro locos en la MUD muestren su ridículo histerismo, eso importa menos que sacrificar vidas útiles que nos harán falta cuando reconstruyamos el país, hoy seriamente afectado por el manguareo de quienes se pasaron a la acera del frente. Por ello. Se impone hacer valer el imperio de la ley, o la anarquía nos llevara directo al holocausto.
A todas estas nos preguntamos: ¿qué pasaría si una turba de drogados se atreve asaltar las instalaciones del Pentágono en EEUU? ¿Acaso habría quedado un solo vivo para echarnos el cuento? ¿Que alguien también me diga que suerte habrían corrido quienes osaron atentar contra la Base Aérea de La Carlota, si en Venezuela estuvieran gobernando los gorilos-puntofijistas? Carajo, ¿Verdad que bueno es cilantro, pero no tanto?