ESTADOS UNIDOS
A Aurelisa*, una caraqueña avecindada en el Estado de Florida, sólo le ha caído peor que el huracán Irma el desprecio y asco que sabe que le inspira a todos los muy correctos ciudadanos. No soporta, y le provoca es salir corriendo, que el cubano cajero de supermercado, a quien ha sorprendido varias veces mirándole el culo, se niegue a hablarle en español: Only speak english, le dice el gusano en un patético graznido anglosajón.
David, antiguo diskjockey del sifrinaje palograndero caraqueño, aguanta las náuseas mientras lava una poceta repleta luego de una noche de farra niuyorkina. Mientras, responde el wasap diciendo a sus panas que “se está tripeando bello a la Gran Manzana".
MÉXICO
Ernestico, zuliano de Cabimas, se puso en el DF a hablar paja del gobierno mexicano, entusiasmado por unos tequilas y la cháchara de unos sinaloenses. Por eso se cayó de patrás cuando Pancho, el bigotón, lo agarró por el pecho y le dijo con un aliento fétido: Mira pinche venezolano, en mi país tú no hablas de nuestro gobierno, te quedas calladito, güey.
PANAMÁ
Yorley, una capachera de Los Andes tachirenses, lo dice sin ambages: No sean toches. Aquí todos creen que uno viene a este país es a putear o a montar trampas con los mafiosos que abundan por aquí. Además, hasta hay unos pelaos que les dan premios a la gente por darle unos coñazos a los venezolanos. No mijito, me quedo con mi Táchira así la vaina esté arrecha.
COLOMBIA
Ramón, un niño vago que en Macapo vivía durmiendo todo el día y que en Bogotá le toca preparar 100 pizzas por turno, tiene el brazo entumecido por las altas temperaturas del horno y la salud desguazada por una jornada de 15 horas diarias. Además llora en silencio cuando lo discriminan. Y casi estalla de furia cada vez que su casera le toca la puerta cuando se está bañando porque “ya el veneco está gastando mucha agua”.
ECUADOR
Alexis, un catire ojos azules famoso en su barrio porque quería ser modelo sin ser marico, no entiende, no digiere, no intelige, que a un hombre tan bello como él, llegue un indiecito a ponerlo a trabajar como un burro, a pagarle poco por las extenuantes jornadas y a recriminarle cada vez que el catire se queja: Bueno señorito, ¿Porqué no se devuelve a su país? Gran frustración para el muchacho, quien un mes después de estar en Cuenca le dijo a su pana: "Verga chamo, yo no sabía que aquí en Ecuador había que trabajar, yo quería era enchufarme con los políticos de aquí para entrar en los guisos".
PERÚ
Anabel vende arepas a diestra y siniestra por las calles de Lima y, no puede negarlo, le va bien y pronto traerá a su hijo de un año que se quedó en Puerto La Cruz con su mamá vieja. Pero a veces llora y añora las jodiendas en Mochima y a su novio Rubén, quien prefirió quedarse pescando y militando en el chavismo. Pero no tolera las baboserías de palabra y toques vulgares que recibe en las calles y cree que Laura Bozo pronto aparecerá para gritar: ¡Qué pasen los desgraciados!
CHILE
"Me va bien, incluso ya tengo polola", confiesa el barquisimetano Luis Ángel, quien es programador de sistemas y pegó rapidito en una empresa de software. “Pero aquí se parte uno el espinazo porque el gobierno no da nada gratis, todo debe ser sudado y, por los precios, creo que nunca estudiaré mi postgrado. Además me estremezco a cada rato porque Chile es un país de permanentes y atemorizantes movimientos sísmicos”.
ARGENTINA
"Mirá pibe. No te molestés si alguien te dices cosas por ser negro". Así le dice la vendedora de cigarros a el perplejo Chema, un barloventeño de 2 metros de alto.
*Todos los nombres fueron cambiados. La historias son ciertas.
