Ponga cuidado, señor Fiscal General de la República, Tarek William Saab. Le voy a echar un cuentico. Pero antes deseo felicitarlo por la acción profiláctica que lleva a cabo desde que asumió el cargo que la Asamblea Nacional Constituyente le otorgó. Caray, Fiscal usted se ha batido como si estuviera jugando a la piñata. O sea, le ha echado palo a todo al que se le atraviesa. O sea, a los malvados que bajo la impunidad hicieron lo que le dio la gana. Mientras la ex Fiscal miraba para los lados. Siga destapando esa olla podrida que dejo Luisa, la inefable, Luisa Marvelia, y metiendo preso a todo culpable en hechos de corrupción. Y precisamente mi cuentico tiene que ver con corrupción. Fiscal: desde hace años viene operando una mafia corrupta en las empresas llamadas básicas de Guayana, las mismas que hoy día presentan un panorama sombrío y se encuentran unas quebradas y unas pocas en vías de caer en un foso de no retorno.
Yo llegué aquí, a Guayana, en 1985. Conozco el historial de la Corporación de Guayana como la palma de mi mano. Estuve al lado del ingeniero Leopoldo Sucre Figarella, quien condujo con manos firmes y mente visionaria las riendas de la CVG y sus empresas filiales. Fue una época de oro para el desarrollo y crecimiento de Guayana y sus empresas. La muestra está a la vista de todos: vías sólidas y amplias, puentes y autopistas. Obras en Ciudad Bolívar, en Puerto Ordaz y en el vasto territorio del estado Bolívar. Había empleo seguro y estable. Había mística de trabajo. En general, había progreso. Alguien podría decirme, que también había corrupción. No lo dudo. Es más no lo niego. Pero se le veía el queso a la tostada. Fue una época boyante. Las empresas producían y la región y sus habitantes se beneficiaban de eso. Todo fue de lo mejor hasta que llegó Hugo Chávez al poder. Allí comenzó la decadencia. No por culpa del Comandante, sino por la gerencia que tomó el timón de la CVG y sus empresas. Los arribistas no tardaron en aparecer. Vinieron de otras partes. Muchos empleados de segunda y tercera categoría tomaron por asaltos a las empresas. Gente que no era de aquí. Gente que no le dolía la región. Gente que no le importaba un carajo le región, sino despilfarrar los recursos, y llenarse los bolsillos, y luego irse para el carajo, para que otros viniera a hacer lo mismo.
Señor Fiscal: Venga a Guayana. Meta la lupa. Pregunte. Pida informes y jurungue hasta el fondo para que usted vea con que se va a encontrar. Me consta que el presidente Chávez entregó millones y millones para la recuperación de las empresas. Luego vino el presidente Maduro y ha hecho lo mismo. Pero los dineros se esfumaron. La mayoría de los gerentes y presidentes de esas factorías vinieron "corriendo y cayendo". Y alzaron vuelo. ¿Qué queda hoy día de esas empresas? Sólo cascarones vacíos. Comenzando por la CVG, que languidece sin tutelar ni a un kiosco de los que abundan a cien metros del edificio sede de ese organismo, en Alta Vista. Mire, señor Fiscal, la corrupción sigue vivita y coleando. Empresas, como Carbonorca, está de capa caída, pero los chupa sangre están allí, sacándole lo que se puede. ¿Y Venalum? Otrora tacita de plata de la CVG? ¿Y Sidor? La emblemática empresa productora de hierro y acero. ¿Y Ferrominera Orinoco? Sólo para nombrarles esas pocas. Las demás… ¿cómo están y dónde están?
Señor Fiscal: sí usted ha quedado boca abierta con lo que ha encontrado sobre corrupción en la Faja del Orinoco, en Petro Zamora, en Cadivi y el Cecoex, entre otros casos, aquí en Guayana se va caer para atrás como Condorito. Por favor, no espere que nadie se lo cuente. Obvie mi cuentico. Sólo mande a unos fiscales bien apretados, con instrucciones precisas para que vayan hasta el fondo de esta olla que está súper podrida, esperando que alguien la destape. Por cierto, agradezco a los trabajadores de Carbonorca, quienes me enviaron un correo que dice mucho acerca de los desmanes contra los trabajadores, y sobre la corrupción. Preguntas que dejo en aire: ¿Cuántos años lleva el presidente de Carbonorca en ese cargo? ¿Qué hace el ministro Juan Arias? ¿Qué se han hecho los millones, millones, millones y millones de bolívares y de dólares que se han entregado para la recuperación de las industrias básicas? ¡Se cansa uno!
Agregado:
¡Atención, atención, atención! Señor Fiscal, nuestra jubilada de la CVG Ester Duran sufrió un accidente. Fue llevada a una clínica de Puerto Ordaz, y ¿sabe qué? No la atendieron porque la CVG no ha pagado al seguro. O sea, señor, los empleados y empleadas, así como los jubilados y jubiladas, no tienen seguro en estos momentos por culpa de este organismo. Por ser maula. Es decir, mal pagador. Pregunto: ¿Dónde están los reales que el Estado envía a la CVG? ¿Quién responde por lo que pueda pasarle a Ester Durán? ¿Quién aboga por los trabajadores y trabajadoras, cuya salud peligra? Ahora mismo señor Fiscal, en este momento en que termino de escribir, nuestra compañera espera por la colecta que se está haciendo entre los trabajadores de esta institución, o dicho más acertadamente, de lo poco que queda de la otrora poderosa Corporación Venezolana de Guayana. Hasta los viejos pinos que la circundan lloran de tristeza.