Venezuela viene confrontando desde hace tiempo un grave problema, éste radica en que los gremios profesionales, casi todos ahora llamados “colegios”, no utilizan las normas éticas por ellos estatuidas, especialmente lo referente a las penas que se deben aplicar a los afiliados que cometen actos deshonestos, circunstancia por la que muchos profesionales confiados en la solidaridad automática que le brinda su institución, defensa y protección sin límite aunque sea público y notorio las actuaciones impropias, maniobran y cometen hechos escandalosos en perjuicio de la decencia y muy especialmente de quienes confían en ellos. Claro, entre las personas inscritas en un gremio existen algunas que hacen su trabajo correctamente, pero lo aconsejable es que el administrador de un ente público, empresa, negocio o persona natural que contrate los servicios de algún gestor no se confíe ciegamente en las diligencias efectuadas por aquel representante; pues mejor es comprobar su estricto desempeño.
Concretamente, en esas lides se consiguen contados profesionales del derecho que ofrecen sus servicios para diligenciar asuntos administrativos y legales con la sana intención de hacer un buen trabajo, dejar satisfecho al cliente y sentirse orgulloso de su actuación como persona de bien, pero también existen muchos otros que tienen premeditados propósitos para proceder deshonestamente y así procurar la mayor ganancia personal posible; sin importarles las consecuencias malsanas que puedan derivarse de su infame conducta. He aquí que la persona que tiene que escoger a quien lo represente en las instituciones públicas y privadas, tendrá que pasar íntimamente por una tremenda dificultad a la hora de nombrarlo, ya que deberá tener gran cuidado y mucho tino al contratar al profesional adecuado; ya que cantidad de veces en este país se ha dado el caso que el mandante queda arruinado debido a un mal manejo de los asuntos encomendados a un apoderado.
Pero peor es cuando una persona va a juicio en la instancia penal, civil, mercantil, agrario o laboral, porque aparte de la escogencia que se tiene que hacer del abogado defensor, esperando sea honesto a carta cabal, tiene que enfrentarse a un sistema judicial que está muy corrompido y que solo los delincuentes saben como opera internamente, muchos de ellos integrantes del organismo oficial, sino ¿porqué aquello de entre abogados te veas? En Venezuela el cargo de juez ha sido muy apetecido por el abogado deshonesto, ya que él conoce que una vez allí puede considerar encontró una mina y que su explotación por pocos años le asegurará, de manera vitalicia, una rimbombante vida. Es verdad que hace pocos años se hizo grandes esfuerzos por adecentar el Poder Judicial, pero con el correr de algún tiempo aquella nueva estructura se vino al suelo y hoy los jueces probos son muy pocos mientras que muchos son los impúdicos, éstos, por haberlo heredado de su prosapia; pues el mal ha estado arraigado en gran número de juristas y ellos lo han transmitido de generación a generación.
El DOCTOR ELADIO APONTE APONTE, en el Tribunal Supremo de Justicia y en la Apertura del Año Judicial 2.006, expone lo siguiente: “En ocasiones, es aplaudido el corrupto que lleva una vida llena de lujos obtenidos aprovechándose de las ventajas del cargo, e incumple con su obligación de sentenciar hasta que se compense económicamente, en perjuicio de quien requiere justicia”. En este otro escrito se vuelve a citar al Magistrado Dr. Aponte, porque seguro él conoce las interioridades de muchos profesionales y su mal desenvolvimiento, y porque al analizar su Discurso uno se da cuenta de la profunda mortificación que le embarga al ver a su patria sumida en tal inmoralidad. El reto lo tiene por delante el gobierno revolucionario y la lucha tendrá que ser efectiva, ésta, para no permitir se consolide el temor que una vez también se apropió del alma de Simón Bolívar y que manifestó a Sir Robert Wilson el 30 de abril de 1.827: LAS MALAS LEYES Y UNA ADMINISTRACIÓN DESHONESTA HAN QUEBRADO LA REPUBLICA…LA CORRUPCIÓN HA VENIDO DESPUÉS A ENVENENARLE LA SANGRE, Y A QUITARNOS LA ESPERANZA DE MEJORA.