EL QUE VIVE EN LA POBREZA, NO TIENE DERECHO A LA VIDA, REPRESENTA UN VERDADERO ESTORBO A LOS INTERESES DEL CAPITAL Y EL LLAMADO ESTADO, DEBE CONTRIBUIR A DESAPARECERLO
Para las ciencias de la salud, muchas enfermedades pueden conducir rápidamente a la muerte, si no se atienden como es debido. Enfermedades como la hipertensión arterial, la diabetes, el cáncer, sida, peste pulmonar, poliomielitis, tuberculosis, pacientes en diálisis y trasplantados –entre otras- al no administrársele el medicamento que se requiere, no queda otra salida que la muerte.
Y es la misma muerte la que está marcando a la mayoría de los venezolanos dirigida por la mano invisible de los que administran el ESTADO. Es un abandono perverso que el gobierno le tiene a la población venezolana e incluso justifica lo injustificable indicando que el alto índice de mortalidad que se está experimentando por la escases de medicamentos y por los altos costos de la misma, es producto de la llamada GUERRA ECONÓMICA.
Semejante falacia, es fruto de la miseria humana que presentan los encargados de dirigir y administrar el llamado ESTADO, pero esa guerra económica no existe cuando se enferman los familiares de los que saquean y roban la República, eso se le puede preguntar a cualquier funcionario del entorno presidencial y del propio presidente de la República, quienes manejan a su antojo, todos los recursos que son propiedad de los venezolanos.
Todo esto nos indica, nos está señalando una triste realidad: El que vive en la pobreza, no tiene derecho a la vida, representa un verdadero estorbo a los intereses de los que manejan el ESTADO y ese mismo Estado, debe contribuir a desaparecerlos y para tales fines se encuentran los mercenarios que están encargados de la salud para ejecutar y cumplir esta triste y malévola tarea.
Pareciera que la llamada revolución bolivariana diera fiel cumplimiento a la agenda secreta del llamado Club Bilderberg de la necesidad de eliminar de la faz de la tierra cerca de 2 mil millones de habitantes, porque los mismos causaban y siguen causando una grave contrariedad a los fines del capital, pues la alta densidad de seres humanos en el poblamiento del planeta causa conflictividad social, conflictividad social que es producto de la pobreza y la miseria, pues la existencia de una inmensa mayoría de habitantes que no pueden cubrir sus necesidades básicas como la salud, alimentación, el vestido, la vivienda, la educación y el trabajo, es motivo de levantamientos, revueltas, procesos insurreccionales que le causan gran molestia al desarrollo del gran capital y a los gobiernos que están a su servicio.
Lo que está sucediendo en Venezuela, es parte de ese genocidio planificado –duele decirlo- pero es parte de una realidad, cuya responsabilidad se encuentra en una clase política y económica, tanto del gobierno como de la oposición corrompida hasta más no poder y de un sector militar de alta jerarquía, que conforman en la práctica un grupo gansteril, que bajo el nombre sagrado de BOLIVAR, asesina a sus compatriotas y saquea y vende la República.
Entiendo que decir estas cosas, que forman parte de una realidad inocultable, conlleva graves riesgos, pero hay que decirla y más cuando se es periodista comprometido con la verdad, con su gente y con el país que le vio nacer y crecer y que le enseñaron a querer y amar.