El enemigo del imperio es el socialismo, en la “presentación” que sea: falso, socialdemócrata o revolucionario. El odio del imperio a Maduro no es tanto por sus alharacas y bravuconería, o por su incapacidad por resolver los problemas sociales; eso les es indiferente, tanto al imperio como a los capitalistas nacionales (o la lumpenburguesía de la que habla Roberto el adormilado). El rechazo a Maduro se debe a su lenguaje demagógico socialista, o socialistoide.
El imperio es enemigo del socialismo por oposición extrema, por actuar en dirección contraria a la lógica de la igualdad social. Quién lea la literatura liberal se dará cuenta que ésta está dedicada a demostrar de forma analítica y basados en principios metafísicos lo que ellos consideran el absurdo socialista y comunista. Sus análisis se inventan, mediante su propia lógica, distinta al marxismo, una versión del socialismo, cómoda a sus intereses. El “Socialismo” de Von Mises, por ejemplo, o los Fundamentos de la Libertad de Frederick Hayek, los clásicos del lado de allá.
Estos intelectuales escriben extensos tratados para justificar el libre mercado, la hegemonía capitalista y los privilegios sobre razones místicas y condenan al socialismo como una creación del demonio. No en vano los capitalistas gastan muchísimo recursos y esfuerzos para condenar la sola idea de la justicia basada en la igualdad social. Publican cuantiosa literatura (CATO, Heritage, Mont Pelerant, etc.) en contra del socialismo y los controles estatales, preparan a muchísimos profesionales, comunicadores, psicólogos, sociólogos, politólogos, en infinidades de ONGs, solo para demostrar que el socialismo es una promesa vacía, un excusa de gente perversa para apoderarse de la voluntad de los pueblos, el “caldo de cultivo” de dictadorzuelos y tiranos…, hablamos de ciento de millones de dólares, no es concha de ajo. Es lo que se conoce como “tanques pensantes”, o una parte importante de ellos.
Por eso, el reformismo, el “socialismo en los social” de Maduro tampoco los convence, tampoco se lo van a tolerar, mientras el demagogo hable en nombre del socialismo… A pesar de que una de las caras, en su principal contradicción, sea actuar, en términos concretos, a favor del capitalismo (Maduro pone preso a 34 generantes pendejos de supermercados pero al capitalismo no lo toca, enamorado él, “como una babosa sobre una rosa”). Pero el discurso socialista, por más mamarracho y demagógico que sea, es insoportable por el imperio.
Y tienen razón los capitalistas. La idea de un mundo igualitario y de justicia es esencialmente contraria a la acumulación del capital en manos de un pequeño grupo de humanos privilegiados, para ellos es la viva imagen del diablo. Con capital y poder, unos cuantos locos capaces de destruir el planeta a capricho, van a ver siempre en el resto de la sociedad una amenaza, la única amenaza.
Para el imperio Maduro solo es un bocón, y saben que solo basta con hacer un poco de presión para que afloje (hasta ahora instaló de nuevo al capitalismo). Pero Chávez, siendo pueblo, sí significó para ellos una verdadera amenaza, por eso lo mataron (o mandaron a matar, considerando el vuelco de los acontecimientos en estos cinco años). Hoy dejan que Maduro haga el trabajo por ellos, el “trabajo asqueroso” de acabar con el prestigio del comandante, de calumniar al socialismo y de acabar con el chavismo.
En el caso de Rafael Ramírez, el cuál sí sabe lo que está diciendo cuando habla de socialismo –por lo menos basados en la lógica de su discurso- es distinto. Maduro ha demostrado no ser efectivo ni amenazante en contra del capital. No sabe cómo, o no quiere, administrar la renta en favor de las mayorías, menos puede sostener un discurso coherente o congruente sin caer en contradicciones bestiales, actuando de hecho con la lógica del capital. Maduro termina ofreciendo socialismo a los trabajadores y libertades y apoyo a los capitalistas, así como así, sin ni siquiera darse cuenta lo absurdo que es. Habla de lucha de clase y al tiempo dice que en Venezuela “cabemos todos”. Habla de Paz y sostiene los privilegios de pocos. No sabe cómo hacer ni siquiera para avanzar en el terreno capitalista, obligado a sostener el apoyo popular con un discurso socialista de trazos bastos, torpes, lleno de demagogia y populismo, de mentiras.
En el caso del ex ministro, éste cuenta con el Plan de la Patria de Chávez y promete lealtad a los dos, al Plan y a Chávez, no se va por las ramas en cuanto a las líneas políticas socialistas. Denuncia la falsificación del Plan de Chávez, denuncia el giro reformista de Maduro, hacia la derecha y la entrega del país, la privatización de PDVSA y otras empresas básicas, y lo hace con fundamentos técnicos, históricos y políticos. Y además sabe que el problema se origina en una falta de liderazgo (un presidente que ahora gobierna en contra de su propia gestión, la denuncia, la condena ¡!), en la imposibilidad del reformismo para trabajar de cara a la realidad inventándose otra a la medida, distanciándose de la sociedad, mintiendo, manipulando y reprimiendo. No es el de Ramírez el discurso que quisiera oír el imperio, por eso lo emboscan estre el gobierno y la derecha a la vez.
A Rafael Ramírez lo persiguen no solo por corrupto –el señalamiento del que todos gustan, usan para decalificar y todos sobrellevan a la vez- tampoco lo persiguen por envidia (aunque esta sea una razón mucho más poderosa que la manoseada corrupción), a Ramírez lo persiguen por orden de las agencias imperiales, ellos saben que el ex ministro es mucho más temible y peligroso a los intereses capitalistas que Maduro, el cual solo aspira sostenerse él y sostener a sus secuaces, en el poder. Que, de prender, de renacer de nuevo la idea chavista y socialista de la revolución, en las mayoría chavistas pobres, ahora decaídas, sería mucho más difícil y costoso, casi imposible, quedarse con el país, saquearlo, volver a corromperlo, continuar con el rompimiento de su moral. La resurrección de Chávez en la persona de Ramírez es más costosa y peligrosa para el imperio, que doblegar a Maduro, inclusive que desplazarlo del poder, porque su socialismo es solo una palabra vacía.
Como dicen, una idea justa desde el fondo de una cueva puede más que un ejército. Depende de nosotros darle vida sin mentiras y demagogia, sin falsificaciones.
Marcos Luna 20/09/2018