Javier Antonio Vivas Santana

"Tu mejor maestro es tu último error"

Ralph Nader

 

El odio ha convertido a un número importante de opositores, en verdaderas fieras de la política. Cada rato, muestran su terca y enfermiza decisión de ofender fuera de los límites de la sana convivencia, aún, cuando en algunos momentos, digan verdades en contra del gobierno. Se dan casos, en el cual inventan mentiras, y las dan, como un tubazo –como dicen– en el ambiente periodístico, y terminan con una verdadera mamarrachada, que los marca para siempre. La periodista Ibéyise Pacheco, fue protagonista de un episodio bochornoso en la política venezolana, al querer pasársela de avispada, y terminó frenada por la justicia venezolana, dándole una lección, y queda de su parte asimilar esa valiosa enseñanza.

La lista de estos incontrolables opositores al estilo de la Pacheco, se sigue ampliando, y en esta oportunidad termina por anotarse Javier Antonio Vivas Santana, quien, viene haciendo de la escritura una sepultura para enterrar las penas, amarguras, y frustraciones al no ver rodar al Presidente Nicolás Maduro; más allá, que en algunas opiniones tenga razón, pero en muchos casos se pasa de los límites permitidos por la constitución del país; sin embargo, lo han dejado desahogarse, como niño malcriado. La última payasada nadie puede entenderla, más en una persona que presenta un currículo muy llamativo en una profesión tan importante: la educación de un país. Perder la poca reserva para juzgar, al salir publicando fotografías de una dama al desnudo sin su consentimiento–independientemente de su profesión –por el simple hecho de pertenecer a las FAB, es una señal de no andar en sus cabales.

En los últimos días, han aparecido algunos defensores de este columnista, pero con argumentos impregnados con la desenfrenada pasión política, sin buscar la verdad, la razón y el motivo por la privación de su libertad. Han tratado de presentarlo, como un mártir, y ha faltado poco para librarlo de toda culpa, y terminar de atribuirle al gobierno toda la responsabilidad, echando a la basura el legítimo derecho de aplicar la justicia, cuando se atenta contra la moral y las buenas costumbres en perjuicio de una mujer.

Uno de estos alegres "abogados", presentó un escrito, lo que comúnmente llaman los jodedores: un arroz con mango, queriendo tapar la causa por el cual se encuentra detenido, con especulaciones fuera de la constitución, llegando a la ingenua idea de hacerle una recomendación a la funcionaria: "La oficial realmente debe culpar al régimen por lo que pasó, si piensa bien el asunto. No agarrarla con Javier para vengarse". Es tal el grado de ceguera de estos señores, al hacerle oposición al gobierno, que ellos mismos acomodan la soga. Presentar a Vivas Santana, como si fuera un indefenso maestro de escuela (epiléptico, casi ciego. Sin recursos económicos. Maestro. Intelectual. De izquierda. Chavista pero anti-madurista) es justificar la metida de pata. Con razón el fallecido escritor Eduardo Galeano, hizo una interesante y bien explicada defensa de la manera de gobernar el comandante Chávez, con cierta picardía: ¡Extraño "dictador" este Hugo Chávez! Estas mismas palabras las podemos utilizar: ¡Raro el "dictador" Nicolás Maduro!

En varias oportunidades he cuestionado directamente la actitud de este profesor, a través de algunos escritos, pero en ningún momento he utilizado alguna palabra ofensiva propia del vocabulario de este señor. No podemos aceptar los problemas de salud para justificar todo lo que le venga en ganas; porque de ser así, estamos abriendo el camino para la anarquía, el objetivo inmediato del imperialismo para intervenir directamente en nuestro país. Por eso el gobierno de Trump, ha puesto a Guaido, como un ratón de prueba, cuando se presentan en manada destrozando alimentos, y les empiezan a poner veneno: mandan al más viejo, si regresa, siguen; de lo contrario, toman sus precauciones.

Vivas Santana, apenas representa una mínima partícula dentro de los adversarios del gobierno: empezando por el poder del imperialismo, que ni siquiera en medio de una pandemia han cesado los ataques despiadados. Lo que, sí, es cierto, es que este asiduo escribiente se ha metido en la cabeza una caja de sorpresa, creyéndose un perseguido político, y al ver que nada le funciona, recurre a estas travesuras de colegiales, y después los padres responden por ellos. Estoy seguro, que sus derechos están siendo respetados, y al salir de su corta estadía entre rejas, tiene que recordar sus deberes, como ciudadano.



 



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Narciso Torrealba


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