Y vinieron por Vivas Santana

Qué sorpresa, de las malas, entrar después de mucho tiempo a "aporrea" y quedar doblemente abrumado. La primera sorpresa no fue la que me llevó a escribir, sino la segunda: Javier Vivas Santana, quien ha sido privado de su libertad.

Pocos lo conocerán, yo tampoco sé más de él que sus artículos en la página. Si no estoy mal, es un docente, podría decir "revolucionario", en vista a que siempre se identificó con la revolución pero también desde el primer momento en que se asomaba toda la furia sádica y fascista del supuesto gobierno revolucionario, le daba batazos con sus artículos, también enfurecido, al mismo, reconociendo con aguda visión desde el primer momento a la élite que hoy se lucra de forma enfermiza con el padecer de los que llama morbosamente "suyos".

Hace tiempo recuerdo que hice la adaptación del poema del pastor Martin Niemoller, si lo recuerdo hoy es por su origen, pues iba dirigido a la necesaria empatía que debe sentir todo aquel que, siendo diferente, tiene como enemigo común al fascismo, pero, otra vez, desde aquella primera derrota en democracia al chavismo -las victorias posteriores del gobierno ni siquiera se pueden llamar "democracia"-, la revolución de los Alonso Quijano está más pendiente de derribar gigantes que ver su precaria condición y la necesaria organización de sus prioridades.

Y fue mi primer sabor amargo entrar a la página y ver casi como notas pequeñas los problemas del país, que en cambio deberían resonar en coro si tuvieran conciencia de sus prioridades. Que la gente esté padeciendo por insumos de primera necesidad, que el trabajo (¡El trabajo! Tesis sagrada en la ortodoxia marxista) esté completamente subvalorado, y donde los que carecen de medios de producción son los que más padecen, en un gobierno que se dice revolucionario, mientras la mayoría de los que allí redacten se centren en los grandes problemas del mundo, eso es enajenación pura, casi esquizofrenia.

Vivas Santana justamente demostró ser, una vez más, más revolucionario que muchos, pues mientras veía a sus seres cercanos padecer, no picaba cuando el gobierno apuntaba hacia "el imperio" para dispersar la necesaria indignación de aquellos que soñaron un país más justo, inclusivo y soberano.

Cuando di el primer vistazo fugaz a la página, inmediatamente, espontánea, me vino la imagen de a un famélico Alonso Quijana cabalgando su revolución rocinante, soñando liberar damiselas, embistiendo pobremente a gigantes. Quizá más enajenado aún, pues habría que ver si el original dejaría caer presos a sus "Sanchos" -que Santana no es el único-, quienes son los que podían darle un poco de realidad a sus desvaríos.

Ayer leí un artículo de la bbc sobre un homenaje en libro que se hacía a Las Venas abiertas de América Latina, libro que recomiendo como un ensayo de carácter histórico, y no, el autor no se arrepintió de él (su critica hacia el libro era por la retórica que usaba y, además, por la pretensión que tuvo de hacer un ensayo de economía política, para la cual reconoce su investigación quedó corta), el que hizo el homenaje resaltó una particularidad y error de los procesos revolucionarios en latinoamerica, y es el temor, justamente, a que le arrebaten o le sigan arrebatando sus recursos.

Y así veía y sigo viendo a los "revolucionarios" de la nación maldecida por el suelo desbordante en riquezas que pisan: apoyaron cualquier barbaridad por el temor a que les quitaran el petróleo, y así se fueron secando para defender hoy sus charcos solo en la piel y en los huesos, ignorando incluso a aquel que le dice: "oye, para, que yo estoy contigo, pero antes necesito comer y curarme ¿si solucionamos eso primero?".

Es muy triste ver como el que fue el más reciente de los epicentros de ese discurso de sueños y esperanzas, sismo a nivel mundial, se haya extraviado tanto tras la muerte de un hombre, lo que demuestra que tan bisoños estábamos para una revolución tan ambiciosa. Los líderes deberían ser circunstanciales en una revolución verdadera, esa vieja tesis marxista-leninista del necesario liderazgo solo ha alimentado los clichés de muchos, así como provocado muchos males.

Aún así, tengo la esperanza de que tras todo el caos no terminemos asfixiándonos en el poco espacio que la supervivencia deja a lo humano. Y que del actuál caos el germen de la revolución -justamente, el mismo germen de lo humano: la esperanza, de la justicia, de la libertad, y el amor; esa "vocación ontológica del ser"- pueda sobrevivir ante el devenir de un país que apunta en una suerte de trauma a un nuevo fascismo más tradicional y recalcitrante.

 

richardg.ninob@gmail.com

 



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Richard Niño

Socialista Democrático. Artesano y promotor de lectura. Estudiante de Letras (Universidad Central de Venezuela)/ Comunicación Digital (UTEL, México). Aspirante a poeta.

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