¡Me tocó en suerte el juez del caso Afiuni!

Para nada es un caso tan importante y notorio, el mío. Y solo ahora puedo escribir sobre el mismo, sin intentar aburrir a los lectores con mi historia personal, pero sí intentando resaltar la bondad de las instituciones públicas, en este caso el Sistema de Justicia en Venezuela, que ¡funciona bien a pesar de todo!

Apreciados lectores: al poco tiempo de quedar viuda, un ladrón de cuello blanco se apropió del 50 por ciento de los bienes que mi esposo tenía en una empresa comercial, compartida con un socio. Un socio que se decía "amigo", visitaba nuestra casa y hasta la clínica donde la agonía nos cubría.

Como siempre, estos nefastos personajes aprovechan una debilidad para cometer sus fechorías. Y fue la confianza en ese "amigo", al cual dejamos todo en sus manos, mientras atendíamos una invasión a la finca familiar, iniciada descuidadamente (para no pensar mal) por el INTI en el estado Bolívar, justamente al morir mi esposo, quién estaba al frente. ¿Qué casualidad, no les parece?

En este caso de la invasión, también intervinieron muchas instituciones públicas, a las cuales acudimos en defensa de nuestros legítimos derechos. Como le confieso a conocidos, esa fase que duró cuatro años, fue un gran aprendizaje de investigación, que completó mis estudios de Maestría en el IVIC y del Doctorado en la UCV. Yo, la que era acusada públicamente de terrateniente, fui como una hormiguita pidiendo la justicia que hubo que demostrar.

De tal forma que el Ministerio del Ambiente, el mismo INTI, la Defensoría Agraria, Funda Comunal, el Ministerio de Tierras, los Tribunales de Justicia, y hasta la Comisión de Ambiente de la AN dirigida en aquella época por Diosdado Cabello, fueron unívocos y concordaron que era urgente desocupar esa zona ocupada ilegalmente, zona vulnerable que debía ser protegida a toda costa de quemas y talas, siendo atravesada por el vital líquido, de ríos y caños de gran importancia, dando valor y cumplimiento al Quinto Objetivo del Plan de la Patria, propuesto en esos mismos años por el Comandante Chávez.

Objetivo de crucial importancia para preservar la salud del planeta cuando además observamos ahora el agua, en el 2020, ya cotizándose en las bolsas mundiales.

¿Qué hay de común en estos dos casos tan distantes? Por supuesto, mi familia y yo, víctimas de estos dos delitos, pero también el punto crucial común es que, en teoría, se hizo JUSTICIA. Las instituciones involucradas dieron clara respuesta, funcionaron acorde a lo esperado en un país con un estado de derecho.

¿Por qué solo en teoría?

En el caso del Tribunal, donde poco tiempo atrás se había manejado el famoso caso Afiuni, porque si bien no me acompañó un abogado privado, sino la fiscalía pública, el Juez sentenció como ESTAFADOR al personaje ladrón de cuello blanco y con cara de "yo no fui". Y eso, si bien no conlleva cárcel por considerarse un delito menor, es un triunfo a nuestra dignidad, a nuestra perseverancia, a nuestro afán por rendir homenaje a la memoria de mi querido esposo, que además fue generosamente el que facilitó al ladrón, los medios financieros para ingresar a la empresa. Pero no hemos recuperado el dinero, ni el lugar, ni todo lo sustraído a los que nos correspondía como herederos. No era la instancia apropiada.

En el caso de Bolívar, tratado en varias oportunidades en este prestigioso portal, si bien todas esas instituciones concordaron a favor nuestro, las tierras, esas tierras frágiles, preciosas, vulnerables, siguen ocupadas y destruidas, día a día, por los invasores, muchos de ellos colombianos. Protegidos en ese entonces por la Alcaldesa Bolivariana de ese municipio, quien nos amenazó con mandarnos unas cinco mil personas, de todos sus consejos comunales, si ejercíamos las instrucciones del Tribunal.

Como pueden observar, en este último caso, la errada visión de la "política" de esos funcionarios, chavistas y jefes por un momento, lograron más que la decisión de instituciones a cargo de personas preparadas, conscientes y comprometidas con el verdadero sentido de la revolución.

Apreciados lectores, ya a punto de cumplir los setenta años, confieso que se me fueron las fuerzas de la lucha pertinaz, valiente, y corajuda que me asistió años atrás. Fuerza que espero recojan mis hijos para continuar.

Pero sirva esta reflexión para asegurarles que ¡SÍ SE PUEDE! Existen fiscales, jueces, directores, con un enorme compromiso con la justicia, con una alta visión de sus funciones, que no manchan su pulcro trabajo diario, ni sus manos trabajadoras, recibiendo dádiva alguna. Son personas de bien, como el Juez que trató el caso Afiuni, serio, correcto, ecuánime, que forma parte de los venezolanos que, en este momento, están dentro del paquete de los asalariados, pero no caen en tentaciones contra su honra. Un ¡Viva por ellos!

Y hoy, día del Espíritu de la Navidad, sirva la ocasión para desearles a todos ustedes los mejores y más serenos momentos posibles que, con ilusión, esperanza y caridad, podamos crear en nuestro hogar, dentro de la grave crisis económica, y social que vivimos en Venezuela.

¡Feliz Navidad!



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Flavia Riggione

Profesora e investigadora (J) Titular de la UCV.

 flaviariggione@hotmail.com

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