José Roberto Duque - Misión Boves
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Cuando yo leo o escucho "Lapi" mi cerebro procesa rápidamente la información y me hace sentir, casi como un sentimiento propio, qué cosa es la injusticia, qué cosa es la impunidad, qué cosa es el asco.
Con la zeta al final, el fonema debería remitirme a la niñez debido a la evocación de los Mongol. Pero ya no hay remedio. Lapi me trae a la memoria un caso de asesinatos en serie, el increíble retorcimiento judicial que permitió que sus asesinos (incluyendo a Lapi, autor intelectual de los mismos) quedaran impunes, y la absolución "moral" de la cual gozó gracias a un compadre suyo y al poder de los medios.
Hacia 1998 transmitían por televisión (por su Erre-Ce-Te-Ve) un programa llamado "Justicia Para Todos", una farsa mediática (reality show, lo llaman, con la esperanza de que suene más elegante) consistente en que dos personas o bandos en pugna simulaban ante las pantallas un juicio oral como los que uno ve en algunas series gringas. Por lo general eran gente del común, muy pobre la mayoría, que al desnudar sus miserias en pantalla frente al seudojuez, un bobo alegre llamado Julio Borges, desnudaba también la miseria de un gentío con problemas similares o meras ansias de verle el hueso a los demás. En el momento más esperado del programa, el Borges vejaba y le gritaba repetidamente "¡Usted se calla!" a la persona que se le iba antojando culpable.
Un espectáculo grotesco. Pobre contra pobre; un pobre salía de allí inculpado, un pobre salía airoso pero señalado y el super juez Julio Borges salía con una imagen pública de héroe de embuste, y también con la cuota inicial del nombre de un partido político. Primero Justicia se construyó sobre el trámite de la destrucción moral de docenas de ciudadanos.
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Un día la cosa prometía cambiar porque ya no se trataba de un caso de pobre contra pobre, sino de un puñado de madres adoloridas contra el entonces gobernador de Yaracuy, Eduardo Lapi, mafioso de mierda y asesino en serie. El caso a ser ventilado en el programa era real y doloroso: las múltiples ejecuciones judiciales (asesinatos, ajusticiamientos sumarios, fusilamientos) en contra de varios jóvenes a quienes la policía del estado etiquetó como delincuentes y condenó a muerte sin fórmula de juicio. Porque todas las policías son así: criminales, brutales, inhumanas. Una de aquellas viejas, destrozada por el asesinato de sus dos hijos, me contó después, allá en El Nacional, la tremenda impresión que le produjo el ver a dos metros de sus narices, en la antesala del set de RCTV (tremendo canal, ojalá que no lo cierren) , como el asesino Lapi y el "juez" Borges se unían en profundo y fraternal abrazo. Los tipos se conocían de antes o de atrás, habían estudiado juntos. La escena estaba servida para el "Justicia Para Todos". Para todos los poderosos hijos de la gran puta de este país.
Ni falta hace recordar el curso del programa: el "¡Usted se calla!" no era para el acusado sino para las madres acusadoras. Al final quedó claro qué entiende la derecha por "Justicia": las acusadas fueron las madres por atreverse a acusar a semejante hombre probo, y quien quedó absuelto por el inmenso poder de los medios fue Lapi. Ni modo: si dicho coñoesumadre fue absuelto por la justicia formal no cabía esperar otra cosa de una justicia de utilería made in RCTV. Lapi Lapi Lapi: cero. Otro tierno juego de palabras infantil que ahora asocio con ideas de repulsión, por culpa de este par de mamagüevos que pretenden todavía controlar las instituciones del Estado.
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Lapi ha sido ayudado a salir de la cárcel por el mismo sistema de justicia que lo absolvió en la vida real. Este país sigue lleno de las mismas policías corruptas, los mismos seudojueces, los mismos seudoperiodistas que ahora celebran la fuga de este criminal como un logro de las "fuerzas democráticas". Aquí huele a Revolución, pero ese olor todavía viene de lejos.
Cada vez va siendo más necesaria la activación de la Misión Boves. Estén pendientes, que esa va. Este sistema hay que derribarlo, o al menos depurar sus ruinas si es que vamos a construir otro. Barrer la podredumbre que nos legó el Estado burgués, y contra la cual no podremos hacer una Revolución, y ni siquiera un Gobierno decente, si seguimos respetando las leyes de aquel Estado.
Somos y seremos chavistas hasta la muerte. Pero antes de que esta tenga lugar hay unas tareas pendientes por cumplir. Ya tendrán noticias.
(*)Misión Boves
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