Basta ya de impunidad

Buena parte de los peligros políticos que acechan hoy a la revolución bolivariana se los ha procurado ella misma al permitir de manera irresponsable toda clase de atentados contra la democracia. El golpe de abril, el sabotaje petrolero o las guarimbas burguesas, han quedado envueltos en la mayor impunidad hasta convertirse en el modelo conspirativo por excelencia de la reacción opositora.

Sólo en esos tres eventos hay material suficiente para condenar a media resistencia, ¿ y que tenemos tras la omisión y el perdón cómplices?, a lo sumo una decena de presos de la cual ya se ha escapado la mitad.

Ojalá hasta allí, pero resulta que los cabecillas de la conspiración canalla siguen confesos sin juicio, hoyando libremente la soberanía nacional, violando reiteradamente toda clase de derechos humanos ante la connivencia insensata de los poderes públicos nacionales y a la sombra financiera del gigante imperial.

Para colmo de males, dichos eventos se han convertido en la excusa ideal para el martirologio con el que la quinta columna infiltrada se cubre de heroísmo al tiempo que frena eficientemente la autocrítica y tapa marramuncias por doquier.

Recientemente solicité por escrito la renuncia del poder moral y la cosa no gustó mucho en ciertas esferas supuestamente revolucionarias, pues resulta que me quedé corto porque a las graves fallas del poder moral deben sumarse el Judicial, buena parte del Ejecutivo y ahora, tras el reciente culí pandeo ante la palangre periodística y el abuso de los medios de comunicación capitalistas imperantes, también el legislativo.

Mientras muchos pendejos hemos ganado puesto en las listas rojas del fascismo, sobran quienes juegan con la revolución y arriesgan nuestras vidas, hundidos en la mayor ineficiencia, amén de aquellos que no pierden tiempo para llenar bolsillos y abusar del poder delegado por el pueblo que traicionan.

Basta ya de complicidades, debemos tomarle la delantera a la derecha recalcitrante y abrir un intenso debate en el marco de la crítica constructiva pero implacable. Es imperativo romper el tabú que protege la sinverguenzura, siempre sustentado en el chantaje de acusar de contrarrevolucionario a todo el que ose criticar lo que a todas luces está fallando.

Debemos convertirnos en los primeros denunciantes de irregularidades, presionar para que las averiguaciones concluyan con celeridad y exigir castigo ejemplar a los responsables. Basta ya de delitos sin culpables e investigaciones que se duermen en el mar del olvido cómplice.

Por cierto, tenemos un golpe de estado mediático en marcha que desinforma descaradamente a la opinión pública, en franca conspiración contra la institucionalidad democrática e irrespeto a todo tipo de autoridades, ¿dónde están CONATEL, la COMISION DE MEDIOS y demás hierbas? 
 
 

cordovatofano@hotmail.com



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Daniel Córdova Tofano


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