El retiro de las FARC y el ELN de la lista de Bush y la paz

El desarrollo de la operación Emmanuel, su interrupción el 31 de diciembre, la aparición del niño en un instituto oficial en Bogotá, revelación hecha de manera dramática y hasta oportunista por el presidente colombiano, al fin la feliz entrega de Clara Rojas y Consuelo González, generaron diversas informaciones y opiniones que dejaron en entredicho la credibilidad de algunos factores envueltos en aquellos acontecimientos.

Y la proposición reciente del presidente Chávez, acerca de la conveniencia de sacar a las FARC y al ELN de la lista de terroristas que no es otra que la elaborada por Bush, para justificar invasiones y agresiones, ha dado pie para que adversarios del primero estén divulgando la matriz de opinión, segùn la cual, estaría en connivencia o contubernio con los grupos guerrilleros colombianos. Esto mismo nos pasa a quienes, como el primer gobernante nacional, hemos venido escribiendo nuestras opiniones a favor de la búsqueda de la paz en el hermano país.

Nuestro reciente artículo “Uribe quedó como el gran embustero”, publicado en Aporrea.org y apicalternativa.com, reproducido por “El Nuevo Diario”, de Santo Domingo, produjo reacciones favorables y no, pero sobre todo, alguno que otro lector restó valor a las informaciones dadas, tomadas de fuentes serias como AFP, la prensa venezolana cuya posición nada amistosa frente al gobierno es harto conocida y los testimonios de fuentes actuantes como el profesor Moncayo, vertidos a través de los distintos medios de comunicación.

Es cierto que las FARC, es un grupo que hace prácticas que nosotros repudiamos desde siempre. Entre estas, podemos mencionar la de secuestrar con distintos fines a civiles, que nada tienen que ver con la guerra que se desarrolla en Colombia. Porque así como reconocemos lo injusto e inhumano de esa conducta, también lo hacemos con el hecho inocultable que el país hermano, está envuelto en una confrontación armada entre factores que representan dos proyectos políticos diferentes. Y eso acontece pese a los deseos de paz que en uno prevalece. Y esas cosas que caracterizan al conflicto colombiano son del conocimiento público por evidentes.

Pero también es verdad que el presidente venezolano, desde que ocupa el cargo, ha estado preocupado por ese conflicto. Por la sencilla razón que él, con nosotros, cree en el proyecto de unificar a nuestros países, por intereses más allá de lo mercantil o materialista y, para eso, la paz en Colombia es fundamental o mejor indispensable. Y por supuesto, porque poner final a las acciones armadas es un homenaje a la vida y la conquista del derecho de los colombianos a vivir como hermanos. Y porque es por demás conocido cuanto afecta a Venezuela aquella guerra, que no va a desaparecer llamándole de otra manera, intensificando las acciones militares e incorporando a ellas fuerzas regulares y mercenarias de Estados Unidos. Fuerzas estas que tienen sus propios intereses que nada tienen que ver con el pueblo colombiano y latinoamericano.

Bien se sabe, que pese a estos deseos de paz, existen otros en contrario. Hay quienes quieren que el estado de guerra se mantenga en Colombia. Ello permite mantener los privilegios y los abusos que han llevado a más de 3 millones de nacionales a buscar refugio en otros países. Y por supuesto, esto tan importante que vale la pena repetirlo aunque canse, justifica la desmesurada presencia militar norteamericana, lo que obedece a un plan de la política de “Guerra Preventiva” del presidente Bush.

Y para lograr la paz es necesario abrir el dialogo. Esto es muy elemental. Y siendo así, uno toma como bueno, plausible, que las FARC hayan optado de manera unilateral, entregar dos rehenes lo que de paso, o por carambola, condujo a la ubicación del niño Emmanuel. Es un absurdo, incomprensible, a riesgo que a uno le califiquen como cómplice de las guerrillas, aceptar como valida la respuesta de Uribe, segùn la cual “continuará la lucha hasta derrotar a los terroristas”, al gesto de buena voluntad de la guerrilla, la oferta de repetirlo y la proposición del presidente venezolano. Lo que revela que por la cabeza del mandatario neogranadino no pasa la idea de abrirle cauces al diálogo y menos a la paz concertada y reitera la idea que puede alcanzarla acabando con el movimiento guerrillero por la vìa de las armas, en un país donde éste domina una parte sustancial del territorio y la guerra sobrepasa los cuarenta años.

Después de escuchar estas declaraciones o toma de posición, quién puede dudar que la oligarquía colombiana, Uribe, su alto mando militar y asesores, privilegian la guerra y esos gestos pacífistas, para decirlo en la jerga popular venezolana, les resbalan.

¿Còmo dudar entonces que hicieron todo lo que pudieron para evitar que la operación Emmanuel se concretase el 31 de diciembre?

¿Cómo no creer que en todo este asunto Uribe haya estado mintiendo?

Para no repetir argumentos que antes hemos manejado, agreguemos dos de producción reciente.

La señora Consuelo González, pese a toda su discreción e interés en no aparecer contradiciendo a su gobernante, confirmó a los medios, incluyendo una emisora colombiana y Telesur, que para el día 30 de diciembre, la zona donde ellos se encontraban, la que el gobierno colombiano “suponía sería la de entrega”*, estuvo sometido a bombardeo. Esto es radicalmente distinto a lo que el presidente del vecino país dijo en el discurso del 31 de diciembre desde Villavicencio, que allí desde hacía varios días no se había “disparado un solo tiro”.

El profesor Moncayo “el caminante por la paz”, quien declaró, al saber de la interrupción de la “Operación Emmanuel”, que Uribe siempre encontraba los medios para frustrar sus aspiraciones, en lo que respecta al intercambio humanitario, denunció a la prensa que, habiendo recogido durante su recorrido por el territorio colombiano y presentadas a las autoridades competentes más de dos millones de firmas, para solicitar que el gobierno procediese al canje humanitario, segùn lo dispuesto por la ley, tal como siempre le alegaron, se las rechazaron porque “deberían estar avaladas por el Registrador y figurar en un formato único. Y nos pidieron que las volviésemos a recoger. Esa fue una burla” (2)

Entonces, con estos nuevos elementos, no queda otra cosa que sacar conclusiones. ¿Quién miente?

(1) El Tiempo, Pto. La Cruz, 12-01-08

(2) Últimas Noticias, Caracas, 13-01-08 Pág. 39

*AFP, reporte de esta agencia de noticias.

pacadomas1@cantv.net


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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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