Cuenta Marulanda, que el día que asesinaron a Gaitan, él llevaba un arreo de mulas con una encomienda de queso, que su tío le había dado para la venta en el mercado del pueblo, y que a partir de ese momento los conservadores comenzaron una matazón contra todo lo que se sospechara que oliera a militancia, apoyo o simple admiración por el líder de Bogota. Años después, este humilde campesino y vendedor de queso, junto a cuarenta hombres y dos mujeres, cansados de tanta matanza de campesinos, resolvieron entrar en beligerancia, creando un grupo armado y declarando la autonomía de un gobierno popular y revolucionario en el poblado de Marquetalia.
Desde aquellos días hasta el sol de hoy, tanto liberales como conservadores se han mantenido unido en un solo objetivo: no reconocer, ni darle beligerancia a una de las guerras mas largas y cruentas que haya conocido este continente y por supuesto el valeroso pueblo colombiano.
De tal forma, que este tema ni es una herejía plantearlo, ni tampoco ha dejado de existir en el transcurrir histórico de las fuerzas en pugna. Al respecto, ya en 1984 bajo el gobierno de Belisario Betancourt, se firma el primer acuerdo de “cese al fuego, tregua y paz”, mejor conocido como “Los Acuerdos de la Uribe”. También en los Gobiernos de Virgilio Barco y Cesar Gaviria, se producen ciclos de conversaciones con las fuerzas insurgentes y fundamentalmente con el Secretariado de la FARC-EP, ronda de conversaciones estas, que hacen posible que para el año de 1991, se produzca la primera reunión entre el gobierno de Cesar Gaviria y la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, en Caracas, Venezuela y la segunda en Tlaxcala, México a mediado del 1992.
La beligerancia y el reconocimiento de las fuerzas guerrilleras, como hecho político en la vida de la sociedad colombiana, tuvo su máxima expresión en 1998, con la visita del Presidente electo Andrés Pastrana, a los campamentos guerrilleros de la FARC-EP y la entrevista con el Comandante en jefe Manuel Marulanda Vélez. Y lo de más reciente data, del cual el mundo entero sirvió de testigo, se realizó el 7 de Enero del año 1999, cuando quedaron instalados los diálogos de paz, en san Vicente del Caguán, Caquetá, uno de los cincos municipios despejados por el gobierno nacional a exigencias de la FARC-EP para iniciar los diálogos.
En consecuencia y para los desmemoriados perros de la guerra, que rondan la oposición venezolana y fundamentalmente para el Para Presidente Colombiano Álvaro Uribe, el tema de la beligerancia replanteado por el Presidente Chávez, no es ningún extremismo, ni tremendismo en materia internacional, nosotros los venezolanos y sobre todos los que habitamos en los estados fronterizos, sabemos las consecuencia que produce los embates de esta guerra en nuestro territorio. El canje humanitario a la luz del conflicto mismo, apenas son los primeros pasos para la paz en Colombia; sobre todo si tomamos en cuenta el viejo principio del derecho romano: “Alteri ne faceris quod tibi non vis”(No hagas a otros lo que no quieres que te hagan), y miles son los colombianos militantes de los movimientos guerrilleros, que hoy permanecen secuestrados en las cárceles del régimen conservador y liberal, que por mas de cincuenta años ha mantenido a su pueblo bajo el signo de la violencia y la represión.
Álvaro Uribe y su aliado mayor, el guerrerista George W Bush, deben permitir la paz en Colombia, deben reconocer la beligerancia y el carácter político de la FARC-EP y demás fuerzas insurgentes; de lo contrario estos vientos de guerra pueden extenderse por el continente, y de seguro estamos, surgirán muchos Marquetalias y muchos Chávez beligerantes.
Douglas.zabala@hotmail.com