Era preciso de la frecuente contundencia de los actos terroristas que suelen darse, por parte de USA e Israel, en el Medio Oriente para buscar una sustancial reorientación de la estrategia que venía políticamente asumiendo las FARC con la liberación unilateral de rehenes o retenidos.
Con este macabro y vergonzoso acto Uribe definitivamente ha corroborado las verdaderas causas y acciones del por qué el conflicto armado en Colombia se ha mantenido por casi sesenta años. El grado de descomposición moral del gobierno granadino es hoy inocultable y solo comparable con el papel sangriento de los gobiernos de USA e Israel alrededor del mundo.
Este nuevo acto de flagrante terrorismo y de violación territorial por parte del gobierno colombiano debe alertar y preparar de manera urgente a todos los países de la región ante lo que podría ser el inicio de una escalada de nuevos y encubiertos atentados hacia objetivos seleccionados y en la mira del Pentágono.
El rumbo decidido tomado por la gran mayoría de los pueblos latinoamericanos podría ser el motivo suficiente y detonante para estar gestándose en los laboratorios de guerra de la CIA y el Pentágono “quirúrgicos” ataques sobre personajes claves en cada uno de los gobiernos de la región sumados a este proceso de reivindicación popular.
Ante la gravedad y las implicaciones de los hechos convendría a los gobiernos que precian su dignidad a no considerarse ajenos y ausentes de la lista de asesinables que con notoria anterioridad ha realizado el gobierno norteamericano y el Mossad de Israel. La urgencia de los tiempos reclama la contundencia de crear una fuerza militar latinoamericana que de respuesta y coto a esta desafiante pretensión.
Seguramente en este momento el hastío y el dolor acumulado en la conciencia del colombiano común estará siendo llenado de modo aberrante por los acostumbrados barbitúricos ideológicos que no en balde lo han mantenido soñoliento durante estos casi sesenta años de sangrienta carnicería.
La respuesta de Uribe a la posible pacificación en Colombia ha sido contundente. Si realmente el pueblo colombiano ansía la paz deberá de trabajar programática y políticamente por definitivamente acabar con los gobiernos guerreristas de la oligarquía. Para los retenidos y sus familiares ya está todo claro, la posible liberación dependerá del fin de la oligarquía en el poder.
Definitivamente ahora ya no está en manos de la oligarquía colombiana escribir la historia de Raúl Reyes. Al igual que la de muchos la historia y el recuerdo de este guerrillero comienza su peregrinar camino hacia la merecida reivindicación. Ahora es cuando Raúl Reyes se torna temible para los que lo multiplicaron y sembraron en su pueblo. Ya no lo podrán detener las balas y sus bombas.
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