Imagínense que Julio Soto, Presidente de la FCU de la Universidad del Zulia (LUZ) hubiese sido agredido (no muerto) en una confrontación entre jóvenes del PSUV y de la Oposición. Imagínense ahora, el escándalo que pudo haberse formado desde la universidades y la cantidad de remitidos y pronunciamientos colocados en los medios por parte de las autoridades universitarias para repudiar el hecho y condenar a los violentos de rrreeegimen.
De haber sido este el caso, la mentira de la nariz golpeada de “yongo” quedaría como un ligero rasguño y el escándalo estaría hoy en pleno desarrollo, sirviendo de combustible para facilitar el calentamiento de las calles.
No hubo oportunidad de sacarle provecho a este crimen, porque se percataron que el lamentable hecho tenía la marca de un ajuste de cuenta entre caimanes de un mismo pozo o caño. Efectivamente, el asesinato de Julio Soto no es un hecho para cargárselo completamente al proceso de violencia que confronta al país, porque es un asesinato con ingredientes muy particulares que están más allá de esa circunstancia. Se utilizaron elementos de la violencia para ejecutar el asesinato, pero ese hecho no puede explicarse sin considerar las perversiones que la autonomía universitaria ha introducido en los espacios universitarios, especialmente en la ULA y LUZ
Las Universidades autónomas del país transcurridos ya algunos días de este lamentable incidente, se han mantenido de muy bajo perfil y con un silencio tan ruidoso que prácticamente se ha transformado en una declaración de responsabilidad en el hecho, porque Julio Soto es un producto de esa manera tan particular que ha venido asumiendo la autonomía universitaria. Logra diferenciarse de Nixon Moreno por ejemplo, porque Julio Soto fue actor y víctima de ese proceso y el desempeño de Nixon Moreno cubre la función de actor y victimario, pero independientemente de los papeles/funciones; la autonomía universitaria se ha constituido es un recurso politiquero para hacer alianzas partidistas y de grupos, que deja lo académico en un segundo plano.
La Federación de Centros Universitarios dejó de ser un espacio para que la juventud alimentara proyectos y se ha convertido en un mecanismo para negociar cargos, cupos y aprovecharse de la torta presupuestaria de la universidades. Mientras en muchas escuelas y núcleos faltan los insumos mínimos necesarios para el trabajo diario; los miembros de las Federaciones de Centros disfrutan de prebendas, recursos y flotas de carros para los realizar los respectivos paseos que programan durante sus reinados al frente de la federación y ese “beneficio”, es parte de los negocios (compra/ventas de conciencias) que se tranzan en las universidades para no alterar el “orden” existente en las casas del saber.
Este sistema medio perverso no se generó sin el concurso de actores que a lo interno de las universidades han creado un “orden” para aprovecharse de la autonomía. Este segundo asesinato en la Universidad del Zulia, pudo haber sido ejecutado por delincuentes pagados por sujetos que se disputaban parte de la torta del pasaje estudiantil, pero eso no deja a la autonomía universitaria fuera de responsabilidad. El silencio de los Consejos Universitarios es tan bullicioso, que no hace falta decir repudiamos el hecho.
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