AUNQUE NO SEAN IMPORTANTES LOS DOS O TRES MUERTOS DE NUSTRAS BASES QUE POCO A POCO SUMAN EL OBJETIVO DEL ENEMIGO, POCO A POCO SE CONVIERTE EN SU REALIDAD DESEADA.
El Paramilitarismo comenzó en Colombia con el asesinato de 32 mil activistas de alto y de medio rango de los partidos de izquierda por las décadas del 70-80. Los analistas internacionales generalmente, sólo mencionan esta estadística ignorando obviamente, los cientos de miles de campesinos, obreros y estudiantes de base los cuales pueden sumar muy tranquilamente, más de un millón. Después de haber exterminado lo que la comunidad mundial catalogó como la masacre de la UP, (Unión patriótica) se continuó matando uno que otro campesino que generalmente pasaba como asesinado por venganza o por una “columna” guerrillera.
Yo soy oriundo de la zona de Urabá, cuna del Paramilitarismo en Colombia y conozco al pie de la letra los miles de asesinatos que se cometieron y se siguen cometiendo. Asesinatos de las formas más alevosas que la impunidad con el tiempo finiquitará. La comunidad internacional conoce los crímenes que por el alto número de muertos fueron noticia nacional e internacional. Se conocen los 45 muertos del municipio de Apartadó, los 30 de Necoclí, los 60 de Bojayá y los 20, 15 y 12 de aquí y de allá. Pero la comunidad internacional ignora que selva adentro, los crímenes fueron y son de gran magnitud. No se conoce de los cientos de muertos de zonas como Salaquí, del Bagre, del norte de Antioquia y de las poblaciones lejanas de toda la zona de Urabá. También se ignora las matanzas de los llanos orientales, de la costa del Pacifico y gran parte de las masacres de la costa atlántica. ¿Por qué tomó fuerza el paramilitarismo en Colombia? Porque la bien planeada impunidad comenzó a tomar su lugar como la cómplice principal. Porque el terror cada vez paralizaba. Porque los asesinos se convirtieron en potentados empresarios, ganaderos, senadores, congresistas, alcaldes, gobernadores y… hasta presidentes. Pero la mayor fuerza que esa vergüenza tomó en Colombia, fue el miedo, que en la medula de colombianos de base se incubó.
¿Por qué hago este pequeño recuento? Porque el paramilitarismo está tomando la misma fuerza en nuestra Venezuela, que poco a poco se convirtió para Colombia en la más grande de las vergüenzas y ha sido y seguirá siendo el problema que también afectará tarde o temprano el desarrollo democrático de toda la región si no se toman los correctivos necesarios y contundentes.
En uno de mis artículos anteriores anotaba las muertes selectivas de nuestras barriadas y me comentaba algún lector, que las muertes que estaban ocurriendo en algunos sectores caraqueños como Petare y Catia, no tenían características de ser el hampa “común”. Análisis que la gente se hace.
De la misma forma que nuestro comandante pide acelerar el motor revolucionario en muchos frentes, es la misma velocidad que éste problema merece, porque a mi modo de ver, el paramilitarismo es de los peligros más grandes de esta revolución, y está tomando su lugar poco a poco convirtiéndose con seguridad en un problemón.
¡Patria socialismo o muerte!
Chávez es socialismo!
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