¿Porqué contra imbéciles ni los mismos dioses pueden?

Si hace diez años me hubiesen pedido cuantificar el número de imbéciles de mi país habría dicho que no pasaban del millón. Tremendo pelón, sobrepasaban los diez millones. La cosa fue cambiando. Pero con diez millones de imbéciles cualquier canalla podía hacer lo que le viniese en gana: lo hicieron Betancourt, Leoni, Caldera, Caldera, Lusinchi, Luis Herrera, CAP con toda una cohorte de riquitos mantenidos.

Argenis Rodríguez había escrito en 1980, 8 años antes de la reelección de Carlos Andrés Pérez que éste había sido acusado de haberse enriquecido ilícitamente durante sus funciones como gobernante, y con toda la tranquilidad del mundo se lanzó otra vez a la calle a reconquistar a las masas. Que no se perdía un juego de beisbol, asistía a todas las corridas de toros, iba a los combates de boxeo, se caminaba por las calles y levantaba los brazos si alguien lo vitoreaba.

Sin embargo en AD –dice Argenis- lo acusaban de apropiación indebida, de peculador, de haber malversado fondos públicos. Lo acusaban de asociación con tres mujeres que, de simples secretarias se volvieron las más ricas de Venezuela y vivían en el exterior, concretamente en Nueva York.

CAP fresco como una lechuga le decía a la militancia de su partido que se encontraba sereno, que mantuvieran serenos como él lo estaba, que confiaran en la victoria de la justicia. “Si me ven rico llámenme ladrón” decía muerto de la risa, y a decir verdad no es que se le viera rico, sino que parecía y actuaba como el más rico del mundo occidental.

Sigue diciendo Argenis que CAP “era mentiroso, rastrero, inculto, inescrupuloso, putañero, ladrón, negociador de tierras, fragatas, barcos inservibles con los que ganó grandes comisiones. Enriqueció a Cristina Datos, escondida Dios sabe dónde. El Congreso la solicitaba para interpelarla. La Comisión contra el Enriquecimiento Ilícito la buscaba como palito de romero. El juez Marcano Battistini deseaba interrogarla. Pero Cristina Datos no aparecía. Se la tragó la tierra. El único que sabe donde estaba era su amante, el todopoderoso CAP, el temible CAP, el pistolero CAP. CAP amenaza, CAP le grita a sus "compañeros de partido: “-Al que mencione a Cristina le meto un tiro”.

Todo esto lo escribió Argenis en 1980 y casi nadie o nadie le paró ni le hizo caso. Estas cosas nunca las dijo alguien en el Partido Comunista, ni mucho menos Douglas Bravo como tampoco canallas como el Petkoff, Pompeyo o Gabriel Puerta.

Seguía diciendo Argenis en aquel artículo: “CAP le sacó un revólver al diputado Arturo Hernández Grisanti y por poco no disparó. El siempre ha sido así, violento, y en veintidós años de democracia ha ordenado la muerte de unas quince mil personas, sin contar desaparecidos. CAP se dice macho, valiente, fregado. Lo dice, lo pregona. Su casa está blindada. Es un verdadero búnker. Tiene un ejército privado. Controla llamadas telefónicas. Tiene una lista de personas con quienes arreglar cuentas. Porque el matará u ordenará la desaparición de todos aquellos que escribieron contra él y lo llamaron ladrón, putañero, asesino, mantenedor de prostitutas, rico ilegal, cobrador de comisiones, extorsionador, torturador, estafador. Él le arreglara las cuentas a todo aquel que dijo que sus hijas se casaron con estafadores. El hará desaparecer a sus acusadores ante la mirada cómplice de la policía y del doctor Feo que se encargará de justificarlo y defenderlo ante los tribunales. Con CAP están los que se enriquecieron y mataron durante su quinquenio. ¡Ay de aquel que se atraviese en su camino! Se atravesó Jorge Rodríguez y murió en una celda. Fue golpeado hasta morir. Se atravesó el penalista Cardona y fue acribillado a balazos en medio de una multitud que huyó despavorida. Sus hombres asaltaron y ametrallaron una pensión en Valencia y mataron a todos los que ahí dormían. Los asesinos eran alumnos del doctor Feo y el doctor Feo no le rinde cuentas a otro que no sea CAP, su jefe absoluto, su dueño y señor. Los jueces tiemblan ante el doctor Feo y al doctor Feo y a sus jueces y abogados los llaman La Tribu de David. El país está pasando por un mal momento. Los asesinos se han reencontrado porque la justicia quiere atrapar al pandillero Arias, saboteador del avión del candidato presidencial Renny Ottolina y ladrón de los terrenos de Antímano, el Cementerio y Camurí Grande. Y si el doctor Feo es la mano derecha de CAP para los asuntos "legales", Arias es la mano izquierda para los atentados y latrocinios. A CAP lo atacan, pero tímidamente, desde algunas publicaciones. CAP, por eso, se ríe y dice: “Saldré limpio, saldré incólume. Soy víctima de una falacia, de una confabulación.””

Y añade Argenis: “Y como es Senador Vitalicio y cuenta con eso que llaman inmunidad parlamentaria viaja todas las semanas a encontrarse con su amante. Un día se ven en Nueva York. Otro día en Lisboa. Otro día en Marbella, donde bailan hasta el amanecer. Otro día se encuentran en Cúcuta o en Madrid o en Londres o en París o en Oslo y en todos esos sitios tienen chalets, mansiones, casas, apartamentos y su amante es una protegida de los gobiernos del mundo occidental y su cuenta, su fabulosa cuenta, goza del secreto bancario. El Estado Venezolano, por una carta de crédito que firmó la Corporación Venezolana de Fomento, está obligado a pasarle veinte millones de dólares anuales a la Cristina Datos. Mientras tanto aquí dicen: “CAP es un tigre herido. Ya se levantará y sus enemigos no encontrarán donde esconderse.”

“Y la gente ha comenzado a sentirse desamparada porque los jueces, los abogados, los miembros de su partido, el partido socialcristiano y hasta los comunistas, comienzan a darle la razón, a encontrarlo simpático, un simpático que se llama a sí mismo patrimonio nacional y víctima de una confabulación. CAP se ríe porque ya siente la victoria en sus manos. Los periódicos le temen. Ya callan. Es el tigre herido, pero un tigre con una fortuna que nadie, ni siquiera el estado posee. En cinco años CAP, previendo lo que se le vendría por su mal gobierno "administrado" por Feo, Belisario, Arias y Cristina Datos, se enriqueció como nadie lo ha hecho en el mundo. Su fuerza comienza a sentirse por la cantidad de atracos a bancos, joyerías, quintas, asaltos a las instalaciones militares, saboteos al INOS, al tubo matriz de gas. ¿Y qué dice CAP, que exclama? “Este es un gobierno incompetente.” Y la gente que lo escucha ya comienza a darle la razón y a comentar: “-Sí, es verdad, CAP robó pero existía el pleno empleo.”

“Y su "idea" penetra como un taladro y el tigre se crece y cuando comiencen a morir sus adversarios la gente los pateará, los acusará de malos hijos de la patria, de traidores. Porque Pérez, cada vez que puede, y todos los días puede; se llama patrimonio nacional, esto es Libertador y la que anda errante por ahora, regresará como la libertadora del libertador y volverán a gobernar. CAP sabe que la gente olvida. CAP es mentiroso por naturaleza. Soy una víctima, grita en las plazas de toros. Se han confabulado contra mí.”

“Y todo ha ido cambiando para CAP. No es culpable de nada. Ningún juez lo encontró incurso en delito alguno. Cristina Datos no se robó ningún dinero. El doctor Feo no ordenó el asesinato del penalista Cardona. Arias no asesinó a Renny. Esa ha sido la gran confabulación. Y volverán y ya dicen que CAP volverá al poder así como Indira Gandhi volvió al suyo. Dicen que CAP volverá al poder así como Trudeu, allá en Canadá, celebra su victoria. CAP volverá.”

“Las paredes se llenan de pintas. Los sindicalistas visitan a CAP. Los agraristas visitan a CAP. El partido habla del "compañero CAP", verdadero sucesor del maestro Betancourt. (Betancourt a estas alturas se está muriendo de viejo). CAP espera. Yo sé esperar, dice, y cuando ataque voy a tirar al centro. CAP amenaza. Ya no es un tigre herido sino un combatiente, un Bolívar restablecido de un tabardillo allá en una playa del Perú y vuelve a la carga, esta vez con nuevos bríos, con más experiencia, con una pupila afilada y con los aliados que estuvieron siempre a su lado en el momento difícil. Ahora CAP se crece. No hay justicia que lo investigue, pues ya ha acabado con la justicia. Conservo mi influencia entre las fuerzas armadas, declara para la revista Doble Seis. Y ya ha acabado con las fuerzas armadas y por si fuera poco cuenta con los cuatros millones y medio de indocumentados que metió desde Colombia, su segunda o su primera patria. Esto no ha sido dilucidado y los historiadores han comenzado a revisar sus textos. CAP renace de sus cenizas. En nada quedaron sus investigaciones de la CIEI, del Congreso Nacional, de los tribunales penales. En nada quedaron las palabras del ex-presidente Caldera que pedía moralidad y honestidad para los dirigentes políticos. En nada quedaron las patadas que Betancourt le iba a zampar a los corruptos. Se están evaporando las palabras del presidente Herrera que, en un empeño vano, procura limpiar el país de los indocumentados de CAP que lo acorralan con una huelga diaria y un atentado a todo aquel que se ponga a tiro.”

“-Herrera no sabe gobernar-exclama CAP. Y la gente lo corea.
Los indocumentados de CAP, para hacerse temer más de lo que se les teme, asesinan diez personas por día y CAP ríe llamando a Herrera incapaz.”
“-No ha hecho nada en diez meses-dice CAP en una plaza de toros.
CAP vuelve, CAP. Y los que le temen y los que se han dejado engañar y los que han olvidado quien es realmente CAP, esperan la llegada inminente, triunfal, del líder.”


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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