Moncayo ha salido de los campamentos de la FARC, y se ha unido a sus familiares, pero no está libre, ahora es un secuestrado más del gobierno narcoparamilitar del capo Uribe, quien ha secuestrado al 80% del Pueblo colombiano sumido en la pobreza, el desplazamiento forzoso, el sicariato, el negocio imperialista de las drogas, la privatización de la Educación, la salud, y el hambre.
El bandido de Uribe está muy molesto porque el sub oficial de su ejército, entregado a las órdenes y al capricho del imperialismo, no lo nombró a él ni a su gobierno de pacotilla; en aquella larga lista de agradecimientos que Moncayo reconocía en la improvisada rueda de prensa convocada en el aeropuerto, momentos después de su arribo.
Los mentados periodistas, casi todos entregados incondicionalmente al aparataje mediático imperialista, tenían las preguntas preparadas, pero el sargento les respondió bien, y hasta parece que hubiese estudiado en las escuelas de la FARC, dada la soltura y la coherencia con que respondió; y qué bien le salió aquello de la innegable presencia de la Guerrilla dentro de una aparente invisibilidad.
Los periodistas palangristas del imperialismo, borregos y ladinos como son, se hicieron los locos para no preguntarle a Pablo Emilio porque no había dado agradecimientos a Uribe y a su gobierno de medio pelo y de protectorado de la sinverguenzura. Ni tontos que fueran, el sargento mejor preparado de todo ese ejército vendido al amo imperialista, hubiese sabido responderle apropiadamente.
Tragicómica era la cara de ese vocero con cara de bufón con marcadas indefiniciones sexuales, que escogió el inefable general Freddy Padilla de León, en coordinación con el capo, por supuesto. Esta caricatura de humano con voz de opereta, dio un discursito al final regañando a Telesur, y a todos los protagonistas, de aquel acto mediante el cual el sargento Moncayo salía de la selva para incorporarse como víctima, al secuestro nacional.
Pablo Emilio ya esta sintiendo los rigores de ese secuestro nacional, único en toda la historia de la humanidad. En estos momentos sigue bajo interrogatorios de una cáfila multidisciplinaria, para usar un vocablo muy utilizado por el charlatán de Edgar Morín, que está tratando de sacarle hasta qué punto ha calado en su ánimo el síndrome de Estocolmo. Con toda seguridad las preguntas serán recurrentes: ¿Estudió con las FARC? ¿Qué le enseñaron en las escuelas de las FARC? ¿Usted tiene su corazoncito por la Guerrilla? ¿Por qué usted va abandonar el Ejército de Colombia?
Dentro de ese grupo de esbirros, está uno de esos que llaman Psiquiatra; el es el encargado de firmar el certificado de locura de Moncayo, en caso de que no lo puedan someter por medio del chantaje, la extorsión, la intimidación, o el sicariato. Este loco fabricante de locos, sabe bien que ese nivel de formación alcanzado por Pablo Emilio no es propio del Ejército colombiano, un cuerpo de peleles mandaderos del imperialismo.
Es un caso urticante el del sargento Moncayo, sin duda el más teñido de pueblo de todos los prisioneros de guerra que han estado en poder de las FARC. Su discurso en el terminal aéreo y su manera de considerar la realidad que le envuelve, es una derrota para la llamada seguridad democrática del gobierno de Uribe, el perro drogomercachifle lame suelas de su amo imperialista; y es por supuesto, una preocupación muy grande para la estrategia mediática del Departamento de Estado. Moncayo suelto por ahí, hablando como habló en el aeropuerto, es un peligro que compromete seriamente el posicionamiento de la mentira imperialista con respecto a la realidad nacional de la FARC en la vida social de Colombia, en los últimos 60 años de su sangrienta historia.
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