Pederasta no efebófilo

Dice Ratzinger, viendo que las revelaciones de las vilezas de sus discípulos amenazan con cagarle la muceta, que esos son chismes de pasillo. Los arzobispos que hacen vida en el imperio yankee, aclaran que ellos no practican la pederastia, que lo que son es efebófilos. La palabreja que no aparece en el DRAE pero sí en Wikipedia, describe el gusto o atracción hacia adolescentes pasada la etapa de la pubertad. Parece que los mercaderes del templo tienen hoy en día tantos nichos de “mercado” entre la feligresía, como gustos carnales.

Seguro veremos nuevos escándalos, tal vez por efectos del “complejo de lolita” o cualquier otra parafilia, sin dejar de lado a los sádicos y homosexuales, que se creen inadvertidos por meterse con gente de su tamaño. O a los donjuanes, que hacen de las suyas entre señoras y señoritas ¿Verdad, Baltasar?

La pederastia de Michael fue reseñada por los medios de todo el mundo en forma desaforada. Ahora muchos de ellos actúan modositos con esta sarta de engendros disfrazados de santidad ¿Mojigatería comunicacional? No lo sé, pero tengo por cierto desde hace tiempo que los mercaderes del templo predican el perdón numismático de los pecados. Es infeliz el argumento de que no hacen nada con niños, sólo con mancebos. Además, la cronología de los hechos y las denuncias señalan que mienten. Ningún gesto denota contrición; una renuncia a lo sumo, una excomunión quizás, aparecen como señuelos para los incautos que asumen el temor de estos demonios de arder en el infierno, sin notar sus sardónicos rostros.

Sucede eso y más en muchas franquicias de la casa fundada por Pedro. La cúpula eclesiástica oculta su podredumbre y sus vicios entre santos y milagros, entre mártires y beatos, pero sobre todo entre el silencio de fieles obtusos, quienes creen a ciegas en la palabra de un truhan ensotanado o asumen que denunciar a estos aberrados conlleva a contrariar la voluntad de un Dios cuyos heresiarcas posicionan en la mente del rebaño como terrible castigador.

No logró imaginar lo que debe vivir un niño que va a esos predios en busca de fe y lo que consigue es un laberinto de contradicciones y sufrimiento, muchas veces sin resolución durante su tiempo terrenal. Ah! Pero sus príncipes han servido con impudicia y total devoción a las más conspicuas tiranías de la era cristiana, atesorando a su paso, bienes materiales y capital, antítesis de la palabra de Jesús. Sus inquisidores ya no achicharran inocentes en arrumas de leña, oran de espalda a las hogueras que el imperio prende por el orbe, en su neo cruzada llamada “guerra preventiva”.


pladel@cantv.net


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Plácido R. Delgado


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