La banca londinense viene apoyando y asesorando a sus patronales bancarias y banca privada en un trabajo estricto de relaciones públicas, con el fin de elaborar estrategias empresariales desde su área corporativa y lograr una solvencia estable que permita sobrepasar los test de resistencia por el sistema global de comunicación y mercadeo que permitan elaborar facturas a Latinoamérica y a las instituciones europeas. De una manera unilateral, no comprometida con Estados Unidos, de allí el gran problema entre la primera ministra Ángela Merkel y el gobierno republicano estadounidense. El Banco Santander- antiguo Venezuela en mi país y algunos españoles- han descartado la posibilidad y el sentido de contratar una agencia directa con características al Reino Unido porque, estas agencias suelen cobrar honorarios muy altos. Lo que implica que un salario en libras esterlinas se eleva en un 30%, (Treinta por ciento) por encima de la media española, de allí que el BBVA, el provincial en nosotros, limite sus carteras de créditos y poco asesora a los Estados Socialistas porque las mercancías adquiridas para exportación e importación es regulada por cláusulas distintas y que tienen una base o nivel hipotecario, donde pueden ser declaradas nulas por algún gestor internacional de finanzas.
José Luis Zapatero. El PSOE, Luis María Aznar y el PP le facilitaron a España muchos créditos públicos, vía extrajudicial, permitiendo la ejecución de hipotecas, sin pasar por los juzgados referente a mercancía de exportación.
La Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico, viene vaticinando desde el martes pasado un crecimiento para el mundo europeo de 2.8% para Europa y un declive del 1.7% para el mundo occidental, lo que trae como consecuencia, el descarrilamiento de diversos factores de desarrollo y, que la economía mundial viene siendo arrastrada por un débil crecimiento y una severa desigualdad económica tras la reciente crisis financieras mundial de hace cuatro años, donde el presidente Hugo Chávez Frías supo aguantar y sostener un posible declive en su país de origen, Venezuela. El proteccionismo, inseguridad por piratas del mar, contradicciones entre las fuerzas políticas que rigen el destino de algún país, es parte de esos elementos que distorsionan nuestra relación económica a todo nivel.
El comercio internacional esta delicado, sobre todo el impacto económico en los productos básicos y dieta diaria, por ejemplo, España viene combatiendo una bacteria en el sector aceitero que prácticamente dañó todos los olivos en la península, aumentando el precio del precio del aceite por galón por los nuevos estudios y análisis efectuados y, lo más sorprendente es que el origen de esta bacteria proviene de California, ( Estados Unidos) y recibe el nombre científico de Xylella, por lo menos, se calcula en 216000 hectáreas afectadas.
Esto origina preocupación y expectación para América Latina. Porque los Baleares es la zona más afectada y los vientos que salen del Mediterráneo con su gama de químicos por las bombas lanzadas en Medio Oriente y las de origen nuclear por rompimiento de los filtros de seguridad en Japón como Fujiyama ya viene llegando a las costas americanas del centro y sur de América de una manera silenciosa dañando la vegetación y los tubérculos y oleaginosas, más los árboles frutales.
En Chile, aparecieron una oleada de langostas a comerse los cultivos, estos insectos son portadores y causantes de graves epidemias y generan en el ecosistema, una erosión de suelos terribles, dañando la cubierta vegetal., son plagas que están a un nivel de depredador terrible y la banca mundial, no quiere apostar con los campesinos en cultivos, cuya inversión puede resultar riesgosa.
Las empresas de cooperación latina son en su mayoría fantasmas, gracias a Obredhet, para lavar dinero en las grandes capitales, por lo tanto, incumplen la ley porque no dan asesoramiento por parte de su administración internacional a sus compradores y los convierten en pésimos proveedores.
Los laboratorios, en sus fases de investigación vienen creando focos de contaminación por la carencia de mística en su personal y, en sus experimentos, muchas bacterias e insectos se mutan para crear nuevos focos de perturbación en los ecosistemas. Ya, los agentes químicos lanzados a Libia, Irak y Siria han cruzado el Mediterráneo hacia nuevas fronteras. El asunto es estar preparado para el choque y propagación de las enfermedades por efectos de microorganismos dañinos a la sustentación del ser humano.
Ya, el costo de un litro de aceite, tiene el valor de una habitación de hotel.
Hay que adecuarse a las nuevas tecnologías y sistema alimenticio. Y dejar atrás el sueño de las franquicias, en un principio era un musculo de soporte a la nueva proyección de alimentos procesados, pero, se convirtió en una arista del capitalismo salvaje que hace del consumidor un adicto verdadero de un sistema estructural agroalimentario.
La democracia liberal es el único sistema de gobierno que ha emergido del convulsionado siglo XX con legitimidad global. Sin embargo, sus principios fundacionales se encuentran hoy bajo ataque en las democracias industrializadas. ¿Cómo explicar este fenómeno? Un nuevo contexto global, caracterizado por la relocalización de la producción industrial, impulsa a los votantes a respaldar liderazgos crecientemente radicalizados. La experiencia latinoamericana sugiere que estos gobiernos intransigentes erosionan los derechos políticos y las libertades civiles de sus adversarios. Los intentos por renovar la democracia a menudo conducen, inesperadamente, a veladas formas de poder autocrático. Y, es el peligro nuestro, los políticos quieren ser militares, industriales y tener huertas con una avioneta cerca de su finca. El Estado, mientras tanto, explosiona quebrantando desde adentro su propia economía, viene pasando con Cuba y Venezuela. Donde, la agricultura está muy por debajo de su nivel normal, ejemplo nuestro Guárico y Cojedes, regidos por dirigentes banderas o de símbolo en la revolución de éste tiempo. Los principios de la democracia liberal se encuentran cuestionados en los países del Atlántico Norte que representaron su baluarte durante la segunda mitad del siglo xx. En Estados Unidos, Donald Trump ganó la elección presidencial con un discurso hostil al ideal de diversidad que fue motor del desarrollo democrático desde 1965. En Europa, los partidos tradicionales que dominaron la política de posguerra están perdiendo votos en beneficio de una derecha nacionalista que resiste la integración regional y rechaza la tolerancia cultural. Esta fuerza ascendente incluye al Frente Nacional en Francia; al Partido del Pueblo en Suiza (svp, por sus siglas en alemán), el más votado desde 2003; al Partido de la Libertad (fpö) en Austria, e incluso a los Demócratas de Suecia, que ya controlan 14% de los escaños en el Parlamento.
Resulta paradójico que esta crisis se manifieste en los países centrales precisamente cuando la democracia liberal parece ser el único sistema de gobierno con legitimidad global. Algo más de la mitad de los países del mundo tienen hoy gobiernos democráticos, un nivel récord en la historia humana. Incluso los regímenes autoritarios contemporáneos –excepto raras excepciones, como Arabia Saudita– simulan tener credenciales republicanas. Este es, sin duda, el gran legado político del siglo xx.
Este legado será disputado en el siglo que viene. El argumento central de este ensayo es que la relocalización global de la actividad industrial que ha producido una segmentación creciente del mercado de trabajo en los países centrales. La exclusión de importantes sectores del electorado de las cadenas de producción genera un riesgo para las democracias industrializadas. Algunas experiencias recientes de América Latina sugieren que este contexto resulta favorable al surgimiento de líderes con discursos radicalizados, quienes promueven la concentración del poder en el Ejecutivo y la erosión de las libertades civiles. El principal riesgo para la democracia del siglo XXI no son los líderes abiertamente autoritarios, sino aquellos que proponen reformar el sistema a partir de un discurso intolerante.
La democracia, ni la revolución es en juego, exige seriedad y protagonismo
Para comprender este problema, es necesario establecer en qué consiste el sistema actualmente en disputa. La forma de gobierno conocida como democracia –con elecciones regulares, partidos políticos y vociferantes tertulias en televisión– podría describirse con mayor precisión como una república liberal de masas. Tres elementos definen este régimen. El primero, central para los debates del siglo xix, es la idea de un gobierno ejercido a través de instituciones representativas en que los líderes ejercen poder por tiempo limitado. Las monarquías parlamentarias aceptaron transformarse en repúblicas de facto al entregar el gobierno a un gabinete sujeto a elecciones periódicas. El segundo elemento se manifiesta en la idea de derechos constitucionales que protegen a toda la ciudadanía y limitan el ejercicio del poder por parte de los gobernantes elegidos. El tercer principio justifica la invocación de la democracia ateniense: existe un derecho a la participación popular expresada a través del sufragio «universal». Las fronteras de esta «universalidad» han sido renegociadas a lo largo de dos siglos para incorporar a los hombres sin propiedad, a las mujeres, a votantes jóvenes y a grupos étnicos excluidos por las poblaciones de origen europeo.
Es importante destacar la novedad de este arreglo institucional, así como su contingencia histórica. Este modelo, vagamente inspirado en la República romana, era desconocido a fines del siglo xviii y emergió progresivamente como resultado de la experimentación institucional durante los siglos xix y xx1. La Segunda Guerra Mundial transformó la república liberal de masas en el modelo «oficial» de los países capitalistas del Atlántico Norte, y el fin de la Guerra Fría permitió su expansión a Europa del Este, su fortalecimiento en África y su estabilización en América Latina.
El mundo de posguerra ofrecía una afinidad electiva entre producción industrial y república liberal de masas que las ciencias sociales interpretaron en claves diversas. La teoría de la modernización propuso, desde fines de la década de 1950, la existencia de una relación causal entre desarrollo económico y democratización. La teoría de la dependencia interpretó este mismo patrón desde una perspectiva menos optimista, como conflicto entre un «centro» conformado por democracias industrializadas y una «periferia» de democracias inestables y dictaduras productoras de materias primas. Esta concepción del mundo está hoy en cuestión.
El mundo que inspiró las teorías de la modernización y la dependencia fue alterado por el desplazamiento de la producción industrial hacia la periferia y por la desaceleración del crecimiento en los países centrales. Este proceso comenzó lentamente con la instauración de un modelo de desarrollo industrial orientado a las exportaciones en Japón, Corea del Sur y Taiwán, y se aceleró con las reformas realizadas por Deng Xiaoping en la China de los años 80. El delta del río de las Perlas representa hoy en día una de las mayores concentraciones urbanas e industriales del planeta. Se estima que China produce actualmente 70% de los teléfonos móviles y 60% de todos los zapatos que se venden en el mundo .La ventaja de estos competidores, centrada en un costo laboral menor al de las democracias industrializadas, fue reproducida posteriormente por México y parte del Sudeste asiático. Una empresa del Medio Oeste de EE.UU. paga a sus operarios industriales unos 20 dólares por hora. En México, la misma empresa paga actualmente unos 5. Una planta de 2.000 operarios ahorra, migrando hacia el Sur, unos 60 millones de dólares. Una explotación verdadera anuales en salarios. De este modo, la educación de nivel secundario que garantizaba a los votantes estadounidenses condiciones de vida de clase media en la segunda mitad del siglo XX, se derrumba.