La propuesta de indexación salarial no es nueva y se ha aplicado hasta con otros nombres en las contrataciones colectivas, por ejemplo en el sector de la docencia universitaria existían las llamadas normas de homologación, que era un método para incrementar el salario en función del comportamiento de la inflación.
Es común que algunos gobiernos aumenten los salarios, con referencia en el salario mínimo, tanto o más de lo que lo haga la inflación. El presidente Chávez lo usaba como un método para el salario mínimo y de allí derivaban las famosas tablas de homologación salarial. Todo este esquema lo trató de reproducir el presidente Maduro, hasta que finalmente las tablas de homologación fueron sustituidas por el nefasto tabulador de la ONAPRE. Al no tener soporte financiero, entre otros déficits, este método más bien contribuía aumentar la espiral inflacionaria.
Aunque las políticas económicas han incrementado los niveles productivos de nuestro país y se ha obtenido una recuperación económica, mostrada en el incremento del PIB, esto no se traducirá aun en la recuperación del poder adquisitivo de lo más básico que necesita el pueblo. La mayor parte de lo que se consume o la materia prima para la producción de muchos productos es importada, en consecuencia, se requiere una inyección de moneda extranjera para poder cumplir con esas importaciones. De estos recursos, casi en el 100% los aportaba el sector público y mayoritariamente PDVSA. Hoy, al no tener esa inyección de divisas, sólo queda lo proveniente del arco minero, las tímidas exportaciones del sector privado y las importantes remesas producto de la migración venezolana, entre otros rubros minoritarios. Todas estas exportaciones no llegan al 20% de, lo que como mínimo, se requiere para dicho cometido.
El caso real, es que gobierno no tiene los recursos para pagar la nómina pública. Ya en el 2018 cuando se anunció la reconversión monetaria, asumió el pago de toda la nómina tanto pública como privada y cuya carga fue insostenible, la propuesta no funcionó. Hoy algunos factores que acompañan el proceso político, han venido proponiendo la indexación para los trabajadores. Hasta ahora esta propuesta ha tenido muy buen marco teórico pero es muy débil en el análisis de sus antecedentes, prácticamente son desplazados por posiciones positivistas o comparaciones con países con realidad productiva muy superior a la nuestra. Esa propuesta se sustenta en la creación de dinero y hasta que no aparezca una fórmula que supere las experiencias previas, el fracaso será el mismo o peor. Es decir, a estas alturas, volver a tener al país de nuevo habiendo grandes colas para comprar alimentos o tener los anaqueles vacíos, representa un retroceso político y económico.
Omiten los autores de la propuesta de indexación, que el Petro se originó en el respaldo en las reservas petroleras de 5.000 millones de barriles más oro, y que luego cuando se les asignó un petro a los empleados públicos y pensionados, se disparó la inflación a finales de ese año. Fue tan negativo el impacto, que el ejecutivo se vio obligado a devaluar el petro circulante, llegando a costar un 20% de su valor nominal en el propio sistema patria.
Las principales limitaciones de la propuesta se encuentran en la restricción externa (posibilidad para conseguir divisas) y en la debilidad de nuestra moneda ante estos procesos inflacionarios. Analicemos un par de ejemplo que hace inviable una medida generalizada de emisión de dinero para la administración pública:
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Venezuela es uno de los países que consume más trigo per cápita, pero no se produce en el país. Cuando más personas tengan la capacidad de comprar pasta, pan u otro derivado, habrá que importar más trigo. Para importarlo se deben tener los dólares y pagarlo a las empresas internacionales, bien sea a través del gobierno o de las empresas privadas. Para que el gobierno pueda disponer de los dólares, debe reducir la colocación en las mesas cambiarias y los empresarios se verán obligados a buscar en el mercado privado los dólares. Como la colocación de dólares es menor a lo que se requiere, los demandantes hacen que la divisa se convierta en un producto apetecible y su valor en el mercado aumenta, ese incremento estará asociado a la cantidad de Bolívares que existan. Un detalle importante a evaluar acá es que los bolívares que se usan para comprar dólares no es solo el producto de los salarios sino de colocación de los créditos bancarios.
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Existen cultivos que se producen solo una vez al año, ejemplo el café o la caña de azúcar. El primero se puede almacenar y colocar en la medida que el productor lo requiera; ante un incremento de la demanda, las torrefactoras requieren más materia prima. Pero al productor no le sirve guardar Bolívares, a sabiendas que en un mes tendrá unas pérdidas mayores que las ganancias esperadas en un año. En el caso de la caña es obligado cortarla en el periodo que le corresponda para que no se pierda el cultivo. En ambos rubros las empresas públicas o privadas que se encargan de la transformación de esas materias prima, están exigidas a conseguir dólares para pagar al productor o si no el propio productor debe salir a buscar en el mercado paralelo las divisas que representan sus ahorros, presionando al alza de las divisas.
En los dos ejemplos, la solución teórica, que es una verdad de Perogrullo, es el aumento de la producción. Aunque eso no es solo la respuesta, realmente se trata de crear un conjunto de medidas económicas que proteja a los trabajadores y haga que progresivamente se recupere el poder adquisitivo.
Por ejemplo, el año pasado se dio un incremento de salarios, aun pequeño, que mejoró la condición social y las expectativas de bienestar de la población. Las calificadoras económicas más conservadoras daban una proyección de aumento del PIB en un 10%. La inflación se logró mantener controlada por un lapso de cuatro meses, pero luego vino la debacle después que alguien presionó el CTRL+ALT+SUPR de la economía. Es urgente revisar qué falló y explicar al pueblo ansioso que espera soluciones y no anuncios de anuncios o consignas anticorrupción o de recuperación económica que no tienen ningún plan concreto para que se concreten.
El gobierno tampoco se muestra creativo a la hora de gestionar propuestas mejorar las condiciones de los trabajadores, ni para abrir un espacio de discusión con las personas que vienen asumiendo posiciones críticas. También temas como la gran evasión fiscal, la desidia y la corrupción en la gestión de las instituciones públicas, la procrastinación de los trabajadores, así como el desmontaje de la estructura de una parte de los servicios públicos como la educación y la salud, requieren de un punto de quiebre para relanzar el proceso político, aun en medio de la crisis.
Algunos voceros oficiales no han sabido manejar las diferencias de enfoques y terminan desacreditando a los proponentes, desde el gobierno no se ha abierto un espacio de debate serio con interlocutores válidos para la discusión de las propuestas salariales con ellos. No nos referimos a los voceros de los trabajadores que no tienen fuerza o que detentan la representación gremial, ni a algunos que tratan de navegar sobre el barco del descontento y de la crisis salarial, que no han sabido crear una verdadera organización de los trabajadores. La alusión es quienes pueden, con elementos científicos, aportar en las discusiones para mejorar el rumbo de la economía y a las organizaciones de trabajadores que representan efectivamente a sus bases.
Por otro lado, al hacer una oferta engañosa de un salario que no se puede pagar, por un trabajo que mayoritariamente no se está haciendo, se va creando una sensación de existencia de un gobierno antiobrero, proempresarios y para nada revolucionario. Esto trae como consecuencia el socavamiento de una importante base social de apoyo al proceso y que no es conducida a la organización en el propio proceso, al contrario la invita soterradamente a desertar de éste.
Fidel Castro llamó los súper revolucionarios a los que de manera crítica atacaron la flexibilización cubana, que permitió que ingresaran empresas privadas en alianzas, con énfasis en el sector turismo. Con esa apertura se les creó una serie de desviaciones sociales… Es la tesis leninista de un paso adelante y dos para atrás, hoy negada por la crítica política de la izquierda venezolana. Era eso y sacrificar parte del proceso político o sacrificar toda la revolución cubana. Cuando Raúl Castro asumió la presidencia de Cuba, hubo un cese de 500.000 personas en la administración pública, no podían indexar, ni crear dinero y su capacidad de comercio era limitada para conseguir más divisas.
En Venezuela se han venido haciendo concesiones a las empresas privadas, el gobierno aún es fuerte como para dejar que le tuerzan el brazo en ese proceso por los empresarios que quieren vivir del estado, aumentar sus ganancias y reducir los derechos de los trabajadores.
En la siguiente entrega, realizaremos un análisis sobre el salario y un conjunto de propuestas para mejorarlo.
* El autor es docente de la UPTAEB Lara