Concepción del mundo del estudiante burgués

Corría el año 1973. Los tripulantes de cabina de Viasa pernoctábamos en el Madrid franquista y en una noche loca, invitado por dulce compañía, asistí a una conferencia sobre Nietzsche en el Instituto Goethe de Madrid. Apenas el prolijo conferencista utilizó, como era de esperarse, el término alemán Weltanschauung,  desde el fondo de la sala un jodedor gritó “¡Mande!”, y  ya no hubo conferencia posible. El público era de estudiantes ácratas descreídos del universo mundo, que mostraba su total falta de respeto por la academia de Francisco Franco Bahamonde “Caudillo de España por la Gracia de Dios” y la puta madre que lo parió. 

WELTANSCHAUUNG

La palabreja alemana, decentemente traducida como “concepción del mundo” (o cosmovisión) no tiene la culpa de la pedantería de quienes la usan sin traducir. Además, “concepción del mundo” describe bien la globalidad totalitaria del pensamiento dominante que en la sociedad dividida en clases es el pensamiento de la clase dominante. El mundo en que vivimos es el mundo traducido al pensamiento burgués, un mundo cuya lógica secreta es la lógica de la mercancía, un mundo donde el espectáculo del consumo y el consumo del espectáculo componen la principal producción del capitalismo crepuscular.

Viendo a los “manitos blancas” balbucear contra la nueva Ley de Universidades no puedo sino responderles con una definición sobre ellos mismos y su ridículo papel en esta época que transforma aprendiendo y aprende transformando. Recordaré lo que sobre ellos se dijo en los 60, porque tienen medio siglo de atraso.

INICIACION

El estudiante burgués es un consumidor en estado de iniciación. Esta iniciación encuentra de nuevo, mágicamente, todas las características de la iniciación mítica. Permanece totalmente separada de la realidad histórica, individual y social. El estudiante burgués es un ser dividido entre un estatuto presente y un estatuto futuro netamente separados, y cuyo límite sólo va a ser mecánicamente traspasado en el momento de la “graduación”. Mientras tanto, su conciencia esquizofrénica le permite aislarse en una "sociedad de iniciación", ignorar su futuro y maravillarse de la unidad mística que le brinda un presente al abrigo de la historia.

En un tiempo en que una parte creciente de la juventud se libera cada vez más de prejuicios morales y de la autoridad familiar para entrar lo antes posible en las relaciones de explotación o de liberación social, el estudiante burgués se mantiene a todos los niveles en una "'minoría de edad prolongada", irresponsable y dócil. Si bien su tardía crisis juvenil lo enfrenta un poco a su familia, acepta sin dificultades ser tratado como un niño en las diversas instituciones que rigen su vida cotidiana. Acepta ser manipulado cruel y descaradamente por los operadores políticos de la derecha, sin siquiera detenerse a pensar en lo siniestro de sus intereses ni en la incoherencia de sus consignas. 

CUADROS DESOLADOS  

Las exigencias del capitalismo moderno hacen que la mayor parte de los estudiantes sean simplemente cuadros inferiores (es decir, el equivalente de lo que en el siglo XIX era la función del obrero calificado). Ante el carácter miserable, fácil de presentir, de este futuro más o menos próximo que lo "resarcirá" de su vergonzosa miseria del presente, el estudiante prefiere volverse hacia el presente y decorarlo con encantos ilusorios. Pero  esta compensación es demasiado lamentable para ser atractiva; intuye que los días que le vienen no serán alegres y que fatalmente, se sumergirán en la mediocridad de sus padres, después de flotar en un presente irreal. 

“LA AUTONOMIA” 

Recogiendo unas migajas de prestigio de la Universidad, el estudiante burgués todavía está contento de ser estudiante. Demasiado tarde. La enseñanza mecánica y especializada que recibe está tan profundamente degradada (en relación al antiguo nivel de la cultura burguesa) como su propio nivel intelectual en el momento en que accede a ella, con la particularidad de que la realidad que domina todo esto, el sistema económico burgués, reclama una fabricación masiva de estudiantes incultos e incapaces de pensar. El estudiante burgués   ignora que su Universidad se convirtió en una organización institucional de la ignorancia, que la "cultura académica" se disuelva al ritmo de la producción en serie de profesores, y que estos profesores son unos cretinos que provocarían la pita de los alumnos de cualquier liceo; él estudiante burgués los escucha respetuosamente con la voluntad consciente de perder todo espíritu crítico a fin de comulgar mejor de la ilusión mística de haberse convertido en un "estudiante", alguien que se ocupa seriamente de adquirir un saber serio, con la esperanza de que un diploma lo hará superior a los demás. Es una menopausia del espíritu. Todo lo que sucede hoy en los anfiteatros de las escuelas y facultades de las universidades dominadas por la mafia académica, es despreciable y despreciado por el pueblo organizado y en marcha.  

Pero el estudiante burgués no ve porque no entiende y viceversa: se traga feliz el revelador término de “autonomía financiera” que usan los estafadores de la Academia para medrar en su nombre, en la mayor estafa en la historia de la educación en Venezuela. Pero es normal que todo debate se le escape totalmente, como se le escapa el conjunto de su vida y la vida en su conjunto. El estudiante burgués no se ha dado cuenta que la historia alcanzó a su irrisorio mundo "cerrado", que el Poder Popular toca las puertas de su universidad. El estudiante burgués da pena, el estudiante burgués da risa. 

MODERNIZACION

La famosa "crisis de la Universidad" parte de una crisis más general del capitalismo moderno, tema de un diálogo de sordos entre diferentes especialistas. Dicha crisis universitaria traduce simplemente las dificultades de un ajuste tardío de este sector especial de la producción a una transformación de conjunto del aparato productivo. Los residuos de la vieja ideología de la Universidad liberal burguesa pierden importancia en el momento en que desaparece su base social. La Universidad pudo disfrutar de un poder autónomo en la época del capitalismo librecambista y de su Estado liberal, que le dejaba una cierta libertad marginal. De hecho, dependía estrechamente de las necesidad de ese tipo de sociedad de dar a la minoría privilegiada que estudiaba la cultura general adecuada, antes que alcanzara las filas de la clase dirigente de la que apenas habla salido. De ahí el ridículo de los profesores nostálgicos, amargados por haber perdido su antigua función de perros guardianes de los futuros amos por la actual, mucho menos noble, de perros pastores que guían las hornadas de futuros licenciados (y licenciadas) hacia sus fábricas y oficinas respectivas. Son ellos quienes oponen sus arcaísmos a la tecnocratización de la Universidad y continúan suministrando imperturbablemente las sobras de una cultura llamada “general” a futuros especialistas que no sabrán qué hacer con ella. 

ADAPTÓGENOS

Más serios, y por consiguiente más peligrosos, son quienes reivindican laprivatización y adaptación de la Universidad a las necesidades del capitalismo moderno y las normas del Imperio. Mientras tanto, en la Universidad Central de Venezuela y otras en poder de la derecha, las diversas facultades y escuelas pasaron de dispensadoras de "cultura general" para los hijos, conformistas o rebeldes, de las clases dirigentes, a fábricas de enseñanza rápida de cuadros medios e inferiores. Lejos de oponerse a este proceso histórico que subordina directamente uno de los últimos sectores relativamente autónomos de la vida social a las exigencias del sistema mercantil, estos “progresistas” protestan contra los retrasos que sufre la tecnocratización. Son los defensores del Campus cibernético de los tiempos de la fallida globalización neoliberal. El sistema mercantil, el imperialismo y sus modernos lacayos, he aquí al enemigo.  

Las desmitificaciones prácticas del movimiento histórico liberan la conciencia revolucionaria de los fantasmas que la obsesionaban; la revolución de la vida cotidiana se encuentra cara a cara con las inmensas tareas que debe realizar. La revolución, así como la vida que anuncia, comienza a reinventarlas el poder popular. Y al pensamiento dominante que se vanagloriaba de su permanente modernización, ahora le toca bailar pegado con el pensamiento crítico, con el pueblo organizado que le late en la cueva, con la negación modernizada que el mismo produce. Es tiempo de revolución, allá los muertos que entierren a sus muertos. 

Si el proyecto revolucionario sigue siendo fundamentalmente el mismo: la abolición de la sociedad de clases, es porque en ninguna parte han sido radicalmente transformadas las condiciones en que se forman las clases. Se trata de continuar la lucha con un radicalismo y una coherencia acrecentados por la experiencia del fracaso de sus antiguos protagonistas, a fin de evitar que su realización parcial entrañe una nueva división de la sociedad. Para esto la disolución de la Universidad burguesa y su reinvención son fundamentales.  

El debate sobre la nueva Ley de Universidades enfrentó los partidarios de la universidad-negocio productora de técnicos y cuadros medios con pensamiento acrítico, y los partidarios de la universidad crítica orientada a la promoción y defensa de los principios antiimperialistas de la Nación y de los intereses estratégicos del Poder Popular.

La Universidad, como la República, debe ser reinventada y fundada a cada paso y a cada contradicción. Recordemos que si el proyecto revolucionario sigue siendo fundamentalmente el mismo (abolición de la sociedad de clases) es pórque en ninguna parte han sido radicalmente transformadas las condiciones en que se forman las clases. Se trata de continuar la lucha con un radicalismo y una coherencia acrecentados por la experiencia del fracaso de sus antiguos protagonistas, a fin de evitar que su realización parcial entrañe una nueva división de la sociedad. 

Así  como en el siglo XIX el proletariado era el heredero de la filosofía, ahora se ha convertido, además, en heredero del arte moderno y de la primera critica consciente de la vida cotidiana. El proletariado no puede suprimirse sin realizar, a la vez, arte y filosofía. Transformar el mundo y cambiar la vida son para él una sola y única acción, el santo y seña inseparable que acompañará su supresión en tanto que clase económica, la disolución de la sociedad presente en tanto que reino de la necesidad, y finalmente la ascensión posible al reino de la libertad: la sociedad humana o humanidad socialista. No es un proyecto para estudiantes burgueses. 


rotheeduardo@hotmail.com



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Eduardo Rothe


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