Es un hecho que todas, absolutamente todas, las acciones gubernamentales de estos regímenes burgueses están viciadas de intereses proselitistas con miras a la perpetuidad en el poder, si no del gobernante de turno, de su partido político, de su programa correspondiente, del sistema económico bajo cuyos amparos financieros y sociales llegan al poder los mandatarios y sus jerarcas políticos, o de estos cuatro beneficiarios, juntos o armoniosamente combinados.
Resulta verdaderamente absurdo y hasta da pena ajena seguir oyéndoles a unos Ministros de Educación y Universitarios sus mismas excusas para no honrar de una vez por todas la Deuda Social que este Estado mantiene con sectores de servidores públicos que se hallan en la cuenta regresiva de la vida. El cuento de que no presentan listas de sus compromisos es un disco rayado.
Es un hecho de la más pura comisión de malversación de fondos, de corrupción por omisión, figura penalizada en teoría, incurrir en pasivos teniendo fondos suficientes con qué cancelarlos oportunamente.
El FIDEICOMISO UNIVERSITARIO -aunque sus beneficiarios son pendejos, y esto lo explicaría todo- por ejemplo, representa una deuda arrastrada durante los últimos 5 lustros de la IV República. 1975-1998 (60%, aprox., de toda su historia en el poder), y es un pasivo público que continúa arrastrado durante los doce años del presente gobierno (100% de su historia cumplida por ahora en el poder). ¡Caramba!, el Presidente Carlos Andrés Pérez fue castigado por mucho menos, valga la acotación.
Hablamos de los Jubilados Nacionales, y particularmente de los Jubilados de esos centros de estudios universitarios y de la empresa más importante del país, como lo es Pdvsa. En esta materia, el Estado debería ser un pelito más responsable ya que de lo contrario está pecando de corrupción por omisión.
Una omisión que comete el mandatario principal cuando se vuelve incapaz para ejercer la suficiente presión administrativa, si no penal, como lo hace cuando le interesa reforzar su programa político extrafronteras, o cuando lo hace en beneficio de su propia continuidad gubernamental, pero, precisamente, el mandatario aquí peca de optimista porque ponemos en duda que las plausibles medidas económicas que ahora asume el gobierno con motivo de las desgracias naturales acaecidas a finales del año pasado, y todavía siguen ocurriendo, que son acciones justificadas por todos sus costados, dudamos , lo decimos, que tengan la efectividad política aspirada porque, entre otras causas, dentro de sus beneficiarios como inquilinos y propietarios de vivienda, se hallan numerosos jubilados, y porque si lo que hacemos con la derecha, lo desbaratamos con la izquierda, entonces Pitágoras da su acertada respuesta.
La omisión corrupta que comete el Estado es tal que, para sorpresa de muchos, ahora la bancada legislativa de la IV república pretende hacer suya la bandera del pago de la Deuda Social que nos ocupa, cuando que fue bajo esa misma y retrógrada república cuando sus funcionarios universitarios y del Ministerio de Educación cometieron tales malversaciones y otros actos de mala praxis administrativa, como tan ampliamente demostró y divulgó el ex Ministro Samuel Moncada.
En estos tiempos de activo teatro parlamentario, con unas interpelaciones donde no termina viéndosele “el queso a la tostá”, sería bueno que llamaran de nuevo a capítulo al Ministro Universitario y a los Rectores del caso.
Sólo nos queda reconocer que así como un Presidente es urgido a que indulte a delincuentes por crímenes cometidos, y así lo hace en Navidad, así mismo debería compelérsele para que agilice este pago y así cese la camisón de malversación en la que él está incurriendo al permitir que la Deuda Pública crezca sin parar durante cada uno de los segundos que se mantenga pendiente de cancelación total, teniendo con qué honrarlas, ya que de lo contrario el pueblo inferirá que “está ganando indulgencias con escapulario ajeno”, que está resolviendo el problema habitacional con unos recursos que les pertenecen a otros ciudadanos.
Debe quedar algo en el Fisco después de honrar tan religiosamente la deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional y con los demás acreedores que engruesan la Lista de prestamistas que ahora llevan negocios usurarios con la República Bolivariana.
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