La universidad que queremos

Actualmente en Venezuela se han estado dando una serie de debates, sobre todo en el sector universitario, a partir de la pertinencia de aprobar una nueva ley de educación universitaria, enmarcada en las directrices establecidas en la ley orgánica de educación y en concordancia a lo establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada mediante referéndum consultivo, el 15 de diciembre de 1999.

En el marco de ésta nueva ley de educación universitaria, la cual aún no ha sido promulgada, destaca como un punto polémico pero que hay que asumir de manera imperiosa, es lo relacionado con lo que se conoce como “la autonomía universitaria”, en la cual debe haber un replanteo en su conceptualización y enfocarlo hacia la relación universidad-sociedad, lo que significa colocar la autonomía universitaria en función de democratizar desde la forma de elegir a sus autoridades, la pertinencia de los currículos a las nuevas realidades, el debate permanente sobre los nuevos/as profesionales que la sociedad requiera en función de los planes de la nación, sustentado en la edificación de una nueva ciudadanía, revisando los valores estructurados en la solidaridad colectiva, pasando por el respeto y tolerancia a las distintas formas de pensamientos que co-existen en el globo terráqueo.

Esa nueva universidad, en una vertiente territorial, en su irradiación a todo lo largo y ancho del territorio nacional, que se acerque al domicilio de la población estudiantil en las que se masifique el acceso a éstas instituciones educativas.

Otra significativa vertiente, se encuentra articulada a que los universidades deben estar vinculadas al proyecto país, dibujada en nuestra constitución, comenzando por desmontar de nuestras universidades autónomas la primacía que hasta ahora le han dado “al saber instrumental” lo cual debe ser sustituido por “el saber transformador, enmarcada hacia una educación crítica y liberadora.

El debate por la construcción de un conocimiento que desmonte el pensamiento euro-céntrico y su tendencia universalizadota y avancemos hacia la autenticidad de lo local y los referentes históricos sustentados en nuestra culturas e identidades.

En una vertiente administrativa, necesitamos una universidad con manejo de los recursos presupuestarios de manera equitativa, pertinente, transparente y con una permanente rendición de cuentas antes los organismos contralores del estado y la contraloría social.

Una vertiente social, significa que las universidades deben establecer un real sentido de responsabilidad social con su entorno, a través de una perspectiva democratizadora en sus funciones, como la extensión y la investigación y una real discusión sobre la pertinencia de las carreras universitarias y su vinculación con la edificación de una sociedad que se sustente en su soberanía tecnológica y del pensamiento.

Una manera de acercar y transformar a las universidades se enmarca en revertir los trabajos de investigación que producen las universidades que deben dejar de ser soledades de las bibliotecas para interconectarse con la sociedad.

Hay muchas ideas e inquietudes para ir dibujando la universidad que queremos, que siga el debate.

Bravisimo929@gmail.com


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Oscar Bravo

Un venezolano antiimperialista. Politólogo.

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