Dentro de la formación del nuevo hombre de la patria se halla por delante el necesario hecho de que sea el mismo pueblo de la base quien haga las evaluaciones pertinentes sobre la calidad del profesor o pedagogo de turno. Las actuales clasificaciones esclafonarias no pueden seguir respondiendo a las perversas medidas taxonómicas propias de la empresa capitalista donde hallamos todo tipo de distinciones, prerrogativas, privilegios y otros rangos salariales dirigidos todos a mantener la más férrea división entre sus trabajadores. Hoy, más que antes, es necesaria una exhaustiva y sincera evaluación preventiva del docente.
Los especialistas podrían reafirmar o corroborar el siguiente aserto: es un hecho controversial que la ascendencia de los padres sobre sus hijos es un poderoso recurso pedagógico y preventivo de y para la futura vida social que llevará aquellos cuando caminen con motor propio por estas calles burguesas.
Algo muy similar ocurre con la ascendencia multipopular de los líderes políticos[1], los científicos de punta, los “nobelados”, el obispo de una comunidad y, no se diga, el Papa de turno sobre su feligresía mundial. Igualmente, los mensajitos y criterios de algunos presidentes de algunas potencias que arrogantemente lanzan al mundo las más variopintas ideas y diplomáticas sugerencias apegadas todas a sus personales[2] intereses imperiales, comerciales, fabriles y financieros.
Concretamente, el grado de aceptación y compartimiento de las ideas programáticas dictadas por un profesor, digamos por caso, agregado, tiene necesaria y desgraciadamente un peso menor que si el idéntico programa corriera a cargo de un docente con rango, digamos también por caso, “titular”, máxime si este ejerce la encopetada función de Rector de una Universidad venezolana creada y modelada durante la llamada 4ta. República[3].
Son numerosos los casos de docentes que no les gusta tal o cual profesor porque un colega suyo lo haya desprestigiado debido a su personalísimo interés ora político, ora por envidia, egoísmo, o también porque se limite a refritar criterios negativos que haya tomado de otro irresponsable profesor.
Por esas y otras razones de igual o mayor peso, invitamos al flamante Rector de la presente República para que tome cartas en este importantísimo asunto de Estado.
ramcam@cantv.net
[1] Todavía no se ha digerido suficientemente el denso legado pedagógico del recordado, admirado, odiado, alabado y poco menos que santificado Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, de la privilegiada población de Sabaneta, estado Barinas, Venezuela, América del Sur.
[2] Se entiende que todo este tipo de burócratas principales son meros representantes de terceros.
[3] Según dicen las fulanas “malas lenguas”, los rectores jubilados actuales nacionales ya no dictan ni siquiera una charlita ni una horita de clases, luego de habérseles vencido su estadía como “rector”. Eso fue aprobado por el Consejo Nacional de Universidades-de marras- sobre la base de la siguiente argumentación, palabras excesivas o deficitarias: Que la investidura de la Rectoría de la Universidad correspondiente podría verse afectada en caso de que a algún díscolo e irrespetuoso alumno pobretón se le ocurriera lanzarle tomatazos por pirata”.