Los números abstractos son iguales, homogéneos y sumables entre sí, no así los concretos o heterogéneos. Tal es el caso de los salarios básicos, sobre los cuales hasta los profesores incipientes, estudiantes y obreros en general no dotados de toga ni birrete alguno, saben perfectamente que estos últimos no suponen ni han supuesto que todos los profesores universitarios hayan devengado ni devenguen ingresos iguales ni siquiera los pertenecientes a una misma categoría como, pongamos por caso, agregados, asociados, o titulares cuya siembra ha sido tan prolífera en algunas universidades, etc.
Las “primas” por diferentes conceptos sociales son la primera variable que forzosamente heterogeneíza el ingreso profesoral; le siguen de cerca los aportes ministeriales a las Cajas de Ahorro de los docentes, lo subsidios sanitarios o aportes a las empresas prestadoras de servicios medicoasistenciales, así como otros desembolsos ministeriales que han regido y que ahora también han sido notoriamente mejorados.
Paradójicamente, es ahora, por primera vez, cuando en la longeva historia de la educación venezolana el Estado se viene tornando más responsable y más comprometido con la noble causa educacional de sus docentes y estudiantes, debidamente prehomogeneizados por la propia Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Lo cierto, lo honorable, lo académico, lo civilizado y lo democrático es reconocer sin máscaras políticas interesadas por razones extracadémicas, que este mismo Estado ahora llama las cosas por su nombre, y por eso, acertada, científica y profesionalmente, arguye y ofrece razones más que suficientes para que se entienda de una vez por todas que quienes manejan y usan la bandera de la homologación de salarios a secas tienen que reconocer que jamás antes los ingresos de los profesores universitarios estuvieron homologados, que no se trata de ninguna innovación legal ni derecho adquirido alguno; que tiempo atrás sólo se llegó a homologar el salario básico, con lo cual el ingreso total de cada profesor fue, como ahora, permanentemente diferente o heterogéneo por naturaleza propia, porque antes ya existían las mencionadas y diferenciantes primas por hijo, por hogar, cosas así.
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