Caso Escuela de Historia de la ULA

La permanente huelga intelectual y moral de profesores en las universidades autónomas

De nueva cuenta el funcionamiento regular de las universidades autónomas en Venezuela se ha visto afectado, esta vez por una huelga de hambre –se rumorea que no es más que una farsa- protagonizada por estudiantes y otros miembros de estas Casas de Estudios, y por la paralización parcial de las actividades académicas. Se argumenta, entre otras cosas, la falta de presupuesto y el continuo ataque gubernamental contra la autonomía, la libertad y la democracia institucional. Incluso hay quienes, con un discurso malintencionado y exageradamente alarmista, advierten que algunas universidades pudieran cerrar sus puertas.

Lo triste del caso es que en esta oportunidad, como en el pasado, no se ha querido reconocer que la situación interna de buena parte de las universidades venezolanas no es precisamente la mejor, y es que en nombre de la autonomía tanto las autoridades como otros integrantes de las comunidades universitarias han hecho lo que les ha venido en gana desde mucho tiempo atrás. Se quejan los equipos rectorales y numerosos profesores de que cada vez hay menos dinero, por ejemplo, para la docencia y la investigación; sin embargo una buena cantidad de docentes, percibiendo los más altos ingresos del sector universitario (muy por encima de obreros, empleados y otros miembros), no se destacan justamente por su brillantez académica y su solvencia ética y moral. En pocas palabras, estos profesores, defensores de huelgas de hambre y de paros académicos, son protagonistas de una huelga intelectual y moral permanente en nuestras universidades, siendo bien responsables de la formación cada vez peor de los estudiantes. Irónicamente miles de bachilleres apoyan a estos individuos. El mundo al revés.

A continuación una muestra de la perenne huelga intelectual y moral en las universidades autónomas venezolanas; en este caso haremos referencia a parte de la planta profesoral de la Escuela de Historia de la ULA:

1.-Limitada preparación, innovación y creatividad académica que se manifiesta principalmente en un escaso o nulo aporte concreto al conocimiento histórico, en la repetición y uso pleno de teorías y métodos propios de la historiografía europea, y en la elaboración de artículos, trabajos de ascenso y otras investigaciones que tienen poco o nada que ver con la realidad venezolana y el abordaje y la solución de problemas sociales, políticos o de otra índole. En este sentido cabe preguntarse, ¿Para qué han servido los años sabáticos?, ¿Qué tipo de formación y motivación puede tener un estudiante al que se le repiten conceptos y métodos poco prácticos?, ¿Cómo puede sobrevivir una escuela de Historia sin generación de conocimiento pertinente?. Obviamente hay notables excepciones al respecto, y es que profesores como Edda Samudio, Otoniel Morales y Ebert Cardoza han sido capaces de sobresalir en un ambiente de mediocridad intelectual.

2.-Obtención indebida de méritos a costa de los estudiantes. En este apartado la situación es bastante crítica dentro de la escuela de Historia de la ULA, siendo una característica resaltante de la huelga intelectual de algunos docentes. Más de uno de estos “eminentes” historiadores se ha valido miserablemente del esfuerzo de sus estudiantes para obtener reconocimientos y ascensos académicos, haciendo gala de una gran pereza mental. Ni siquiera asumen estos individuos que gracias a la importante colaboración de los estudiantes, pudieron culminar investigaciones que por sí solos jamás lo habrían hecho. Aquí podemos mencionar a un “doctor especialista” en Historia de la universidad (obsesionado por demostrar que la ULA tiene un origen republicano), a quien le han ayudado decenas de estudiantes durante varios años, metidos día tras día en bibliotecas, salas de referencia, hemerotecas y archivos; por supuesto que este profesor no ha reconocido tal ayuda.

3.-Intolerancia al pluralismo ideológico y a la libertad de pensamiento. Una contradicción que hace parte de la cotidianidad universitaria en Venezuela; buena parte de la comunidad universitaria reclama al Gobierno nacional su ataque contra la democracia y la libertad institucional, pero el mayor ataque se da en el seno de las Casas de Estudios Superiores. Es así como numerosos profesores que se consideran firmes defensores de la libertad de pensamiento en las universidades, practican lo contrario dentro de las aulas de clase. En la escuela de Historia de la ULA han sido pocos los docentes que han respetado el pluralismo ideológico y el pensamiento libre de los estudiantes, mientras que para el resto no son más que conceptos que tienen derecho a ejercer de acuerdo a su conveniencia académica o política. A manera de ejemplo, téngase en cuenta que en dicha escuela se ha aplicado en las dos últimas décadas, con las excepciones del caso, la tolerancia cero a las ideas socialistas o comunistas clásicas (Marx, Engels, Lenin y otros), y sólo se aceptan como válidas aquellas que provienen de corrientes historiográficas para las que el capitalismo es la piedra angular del tejido social y de la generación de conocimiento. Incluso hay profesores que han sido muy poco valorados y hasta rechazados por sus colegas y por estudiantes, por el simple hecho de que han analizado la formación histórica de distintos pueblos con herramientas de análisis marxistas, tal como le sucedió al profesor Otoniel Morales, titular de la asignatura Historia de Estados Unidos.

4.- Amaño de concursos de credenciales y de oposición. Se trata de una práctica bien común en la escuela de Historia de la ULA, especialmente en el departamento de Historia de América y Venezuela, en el que hay una especie de ‘mafia’ académico-política dirigida por cierto “doctor” y algunos de sus lacayos y perros falderos. Hace algunos años esta ‘mafia’ facilitó el ingreso como docente de Geografía a la esposa (¿) de uno de sus integrantes, tan mediocre que recibió las críticas de sus estudiantes, al menos de los que tuvieron el valor de hacerle ver sus errores (las críticas constructivas son consideradas por algunos profesores como injurias ).

5.-Conducta inapropiada en las aulas de clase. Bien triste resulta que algunos de quienes tienen el deber de ayudar a la formación académica y personal de las nuevas generaciones de historiadores, distan de ser un ejemplo positivo desde el punto de vista moral. En este sentido algunos profesores se caracterizan por maltratar a sus alumnos, llegando al extremo de insultarlos y agredirlos sin justificación; como ejemplo podemos mencionar que un profesor del departamento de Historia de América y Venezuela se atreve a golpear a los estudiantes, al más puro estilo de la educación primaria de la primera mitad del siglo XX. Y no crea el amigo lector que los bachilleres se complacen con semejante actitud, simplemente no hay quien los apoye, pues los docentes son personajes privilegiados dentro de las universidades, aún aquellos de dudosa reputación.

ruhergeohist@yahoo.com



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Rubén Alexis Hernández

Licenciado en Historia, Magíster en Historia de Venezuela. Antiimperialista, izquierdista y ateo

 ruhergeohist@yahoo.com

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