Hemos oído a varios comentaristas, analistas políticos y educadores de oposición opinar acerca de los contenidos con un determinado sesgo ideológico en los textos escolares que conforman la Colección Bicentenaria. Aunque las críticas más duras han sido dirigidas contra los libros de Ciencias Sociales, los libros de Matemática no se han escapado de las críticas.
Cada centímetro cuadrado de cada una de las páginas de cada uno de los textos escolares que han sido distribuidos gratuitamente por el Gobierno Bolivariano ha sido sometido al escrutinio de los analistas de la oposición. Eso me parece muy bien. Todo texto escolar debe ser sometido a una revisión minuciosa. Las criticas a los libros deben hacerse del conocimiento público. Es muy importante que los padres y representantes, que los profesores y maestros, que los estudiantes y la comunidad en general conozcan las deficiencias detectadas en los textos escolares, para que sean corregidas en próximas ediciones. También es importante conocer aquellos aspectos positivos de los textos escolares. De esta manera podríamos reforzar aquellos aspectos positivos y reparar y disminuir aquellos aspectos negativos. Pero esto requiere de un trabajo serio.
Comentaba estos asuntos con un vecino, conocido en el vecindario por su militante oposición al Gobierno Bolivariano. Teníamos rato conversando y hasta ese momento estábamos de acuerdo que era bueno que se repartieran gratuitamente textos escolares a todas y todos los niños en las escuelas públicas y privadas, que los libros deberían ser evaluados por docentes de todas las orientaciones políticas, que las debilidades había que superarlas y que lo bueno había que conservarlo. Hasta aquí todo bien.
De repente mi vecino saltó de la silla, se puso de pie y en voz grave me dijo: “Pero eso sí, tenemos que eliminar toda ideologización de los libros de textos”. Ante tal posición, le solicité que me mencionara aunque fuera un ejemplo donde se pretendiera ideologizar en los libros de Matemática. Sin titubear, sin dudar, mi vecino respondió: “Claro, claro, tengo muchos ejemplos. Pero como me pides solo uno, aquí va.” Respiró y siguió. “Tienen que eliminar esa vaina de la propiedad distributiva, eso es puro comunismo, pura ideologización”. Ante tal comentario no me quedó más remedio que terminar la conversación.