La calidad educativa Tema complejo, que encierra y vislumbra muchas aristas así como verdades solapadas, tema que también puede inducir tanta motivación, oportunidad para repensarla y construirla llegando hasta el temor en los diferentes sectores del amplio espectro social; de tal manera que hablar sobre la calidad educativa, envuelve a la educación como totalidad y a la sociedad en su conjunto, siempre será un tema que no puede escapar a las tensiones dialécticas, ya que la educación y su calidad tiene dos opciones a saber o es para la liberación o por el contrario es para la opresión, consecuentemente la educación, aunque algunos tecnócratas y expertos no lo acepten, la educación es siempre a favor de algo y en contra de algo.
Así, nos conviene recordar nuestras propias preguntas, inquietudes, certezas y términos, aunada a nuestra propia búsqueda de sentido, que aún y dentro del clima de violencia inducida a que estamos sometidos la mayoría de los venezolanos por una oposición irracional, poder manifestar opinión sobre el escabroso tema de la calidad educativa ante la cual surgen interrogantes como: ¿a que se llama calidad educativa?, ¿ bajo que términos se puede hablar de calidad educativa?, ¿ en quince años de gobierno revolucionario aún no hay calidad educativa?, ¿representan las escuelas Bolivarianas un modelo de calidad educativa? , ¿Es neoliberal el concepto de calidad educativa o por el contrario es una noción secuestrada por el discurso interesado del gran capital económico? ¿Entonces bajo que paradigmas e indicadores se puede retomar la calidad educativa?
Alfredo Maneiro, quien no era Maestro, ni docente, siempre nos recordaba y refería que la revolución no puede estar reñida con la calidad, vinculada a la eficiencia, a mantener claridad en sus objetivos y en el desarrollo de su proceso.
Estableciendo como meta la calidad educativa, se elaboran los planes corporativos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), del banco mundial, que son los principales promotores de la globalización capitalista y del modelo neoliberal de la educación; también los planificadores e ideólogos de los colegios de impronta católica tienen su versión sobre calidad educativa, las universidades como operarias del conocimiento y el hecho educativo, una calidad que no es para nada un concepto abstracto ni celestial ni es un apostolado aséptico; esos sectores plantean la calidad educativa desde su concepción, desde su perspectiva en función de lo patrones que inducen deliberadamente a la política de mercantilización de la educación.
Tomando como referencia al pedagogo brasileño Moacir Gadotti, las orientaciones educativas de las corporaciones anteriormente nombradas plantean una educación fundamentada esencialmente en el discurso y accionar meramente intruccionista, centradas en la enseñanza y no en el aprendizaje, obviando premeditadamente la centralidad pedagógica de la calidad educativa, defendiendo “ el aumento del tiempo para la instrucción y no la calidad para la formación escolar”, en ese sentido para las corporaciones educativas, sobre la calidad educativa “ parte de la idea de que el asunto de la cantidad en la educación básica ya fue resuelta, siendo ahora el problema la calidad y el gerenciamiento, pero sin ofrecer abiertamente los indicadores de esa calidad”, estableciendo con mas saña que “ los profesores están excluidos de toda discusión en el tema de calidad. Ellos no tienen voz. Lo que se busca es una estandarización de la calidad, la evaluación, el aprendizaje y la creación de parámetros o estándares para todo, como si todo pudiese ser medible en la educación”. Por cierto en la escuela venezolana abundan los gerentes, pero solo hablan gerenteces justificando dichos estándares, pues han sido formados para ser los operarios de dichas políticas educativas, aún en tiempos de revolución Bolivariana. En consecuencia esa calidad educativa queda reducida al acto de identificar informaciones y saber utilizarlas en algún momento, sin tomar en cuenta la función social del conocimiento. También al respecto surgen las interrogantes ¿para qué sirve el conocimiento? Y ¿a quien le sirve el conocimiento?
En ese mismo plano, pero ahora con referencia al Maestro, esa concepción neoliberal, individualiza el problema de la calidad de la educación y los docentes son siempre vistos como el problema de la educación, asignándole al eslabón más débil de la cadena educativa el problema de la baja calidad. Sin ánimo de negar que el cuerpo docente, tenga su cuota de corresponsabilidad en el tema de la calidad, no es menos cierto, que dicha debilidad es utilizada por los interesados en privatizar la educación para aupar la figura de desprofesionalización de la docencia, creando instituciones de dudosa formación docente como un gran mercado de buhonerismo académico, siendo que para “la concepción neoliberal, los docentes no necesitan tener conocimiento científico. Su saber es inútil. Ellos solo necesitan recibir formula, programas instruccionales inclusive pueden ser sustituidos por un computador” (Gadotti). De esta manera el docente y el estudiante dejan de ser ciudadanos se convierten en un consumidor acreditado y desconocido con libertad de escogencia entre diferentes productos.
De esta manera se logra la concreción y por ende la aplicación de la teoría del capital humano, es decir de la propuesta instrumentalista de formar la fuerza laboral docente para el funcionamiento rentable de la economía de libre mercado, la cual se nutre de la concepción pragmatista de la vida humana, donde la utilidad individual e inmediata constituye el criterio de evaluación de una acción, de profundas repercusiones en el campo de la pedagogía, que lleva a la formación al más bajo costo posible, de docentes descartables y baratos, sin la debida formación educativa ni con los elementos fundamentales para la gestión pedagógica.
Lamentablemente, pero tal vez a tiempo de salvarnos, las políticas neoliberales en educación en cuanto a la formación docente y su repercusión en la praxis pedagógica han realizado su trabajo de alienación, enajenación y domesticación docente, creando una especie de erosión educativa que trae como como consecuencia la desertización pedagógica que se observa en las instituciones educativas, teniendo ahora que remontar la cuesta para allanar el camino hacia la calidad educativa sin perder la centralidad pedagógica superando lo que estudiosos del tema han dado en llamar el anacronismo escolar.
En ese sentido, se afirma que las políticas neoliberales han erosionado el campo educativo y pedagógicamente sus teorías se han plasmado en una metodología que recoge aportes de la sicología y de la teoría de la comunicación, así como las concepciones subjetivistas del conocimiento, y han inducido abiertamente la ideologización del problema de la calidad educativa bajo la lupa interesada de las corporaciones del banco mundial y la OMC, influyendo en los mas vastos sectores de la sociedad; tanto es así, que en las instituciones educativas se hacen grandes esfuerzos por sembrar y pregonar los valores de solidaridad, equidad, justicia, tolerancia, paz, respeto y los valores éticos, pero en la practica carecen de fuerza, poderío y sustentabilidad, pues los niños y jóvenes se siguen formando de manera subrepticia con objetivos ideológicos y políticos de clara factura neoliberal que obedecen a una formación de mentalidades empresariales y competitivas en el marco de la sociedad de libre mercado.
En consecuencia, esa erosión educativa, como causa del neoliberalismo, desde hace tiempo viene introduciendo conceptos y procedimientos, así como contenidos ajenos a la realidad de cada país como el tan cacareado constructivismo piagetiano, cuyos parámetros no interpretan las características propias de los problemas sociales y humanos de las comunidades, ayudando en todo caso a la desvirtuacion de los mismos.
Planteadas así las cosas, es de pensar que para tener éxito en la decente, grandiosa e imprescindible intención de lograr una calidad educativa, debemos proceder a limpiar la casa, a higienizar el suelo educativo que ha sido horadado producto del nefasto neoliberalismo que todavía continua muy adherido en el pensamiento de los educadores.